EEUU emprende retirada de Afganistán con guerra viva y tensiones con Pakistán

  • Una década después del inicio de la guerra, Estados Unidos ha comenzado la retirada de Afganistán en el año más mortífero para sus tropas y en un contexto complicado marcado por el aumento de los ataques de grupos extremistas y las tensiones con Pakistán.

Miriam Burgués

Washington, 30 sep.- Una década después del inicio de la guerra, Estados Unidos ha comenzado la retirada de Afganistán en el año más mortífero para sus tropas y en un contexto complicado marcado por el aumento de los ataques de grupos extremistas y las tensiones con Pakistán.

Los talibanes están inmersos en una "nueva campaña de ataques terroristas" y la violencia en el este de Afganistán, sobre todo en las zonas limítrofes con Pakistán, se ha incrementado en un 40% en 2011, sostiene un reciente estudio de Anthony Cordesman, del independiente Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS).

Con 67 militares fallecidos, el pasado agosto fue el mes más mortífero para las tropas estadounidenses desde que el Gobierno de George W. Bush decidió invadir Afganistán en octubre de 2001 para eliminar a la red terrorista Al Qaeda, responsable de los atentados del 11S contra Nueva York y Washington.

Esa cifra incluye a los 30 muertos en el derribo de un helicóptero el 6 de agosto en la provincia central afgana de Wardak, considerado el ataque más sangriento contra las tropas de EEUU desde que comenzó la guerra hace ya diez años.

Los militares estadounidenses muertos desde entonces superan los 1.700, según medios como "The Washington Post" y el portal independiente icasualties.org.

El fin del conflicto no parece fácil ni cercano porque, como advirtió en un informe divulgado este miércoles el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en lo que va de año ha aumentado la violencia un 39% en Afganistán respecto al mismo periodo de 2010.

De acuerdo con la ONU, el número de atentados suicidas múltiples, como el perpetrado por un comando talibán a mediados de septiembre contra la embajada de EEUU y el cuartel de la OTAN en Kabul, también ha crecido un 50% en el presente año y se sitúa en un promedio de tres al mes.

El Gobierno que preside Barack Obama considera que la red talibán Haqani está implicada en varios atentados contra objetivos estadounidenses, incluido el que afectó a la embajada en Kabul, y está en la "fase final" del examen para decidir si incluye al grupo extremista en su lista negra de organizaciones terroristas.

El jefe del Estado Mayor estadounidense, el almirante Mike Mullen, describió la semana pasada a Haqani como "un brazo estratégico del ISI", los servicios de inteligencia de Pakistán.

La Casa Blanca no se ha sumado a las acusaciones de Mullen, negadas rotundamente por el Gobierno de Islamabad, pero el portavoz de Obama, Jay Carney, sí ha dejado claro que son "consistentes" con la posición del Gobierno.

Comentarios como el de Mullen han abierto viejas heridas y tensiones no superadas que han ido en aumento desde que en mayo pasado un comando de EEUU dio muerte al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, en la localidad de Abottabad, en las cercanías de Islamabad.

Entonces, las fuerzas armadas paquistaníes, que vieron el episodio como una humillación, respondieron cerrando puertas a la colaboración en la zona y, en particular, en la frontera con Afganistán. A su vez, EEUU retiró una ayuda militar de 800 millones de dólares.

Pakistán "continúa siendo un santuario para los insurgentes", subraya Cordesman en su informe, en el que asegura también que el Gobierno afgano que preside Hamid Karzai "es sustancialmente más débil de lo que se esperaba".

Pero este experto va más allá y afirma que el reto para EEUU y las tropas aliadas que están bajo el mando de la OTAN en Afganistán es "derrotar a la insurgencia no solo en términos tácticos, sino también eliminando su control e influencia sobre la población".

En esa tarea de alcanzar la tan anhelada estabilidad estaba cumpliendo un rol importante el expresidente afgano Burhanudín Rabbani, jefe del Consejo gubernamental de Paz encargado de negociar con los talibanes y sus afines, pero fue asesinado este mes por un terrorista suicida.

La coyuntura es adversa, pero la retirada de las tropas extranjeras ya está en marcha desde julio para transferir gradualmente la competencia de la seguridad a las fuerzas afganas, en un proceso que debe concluir, según los plazos previstos, en 2014.

De los 90.000 estadounidenses que están en Afganistán, unos 10.000 volverán a casa este año, 33.000 más en septiembre de 2012 y el resto paulatinamente hasta 2014, fecha acordada en la cumbre de la OTAN de noviembre de 2010 en Lisboa.

En 2012 serán las elecciones presidenciales en EEUU y la guerra afgana le podría pasar factura a Obama, que aspira a la reelección, igual que le sucedió a Bush con el conflicto en Irak.

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