Egipto se vuelve hostil a los sirios

  • Un centenar de sirios se agolpa a las puertas de la Embajada siria en El Cairo. Con el inicio del curso escolar, muchos de ellos pelean por que sus hijos puedan volver a las aulas. Para eso y otras tantas cosas, necesitan un permiso.

Belén Delgado

El Cairo, 22 sep.- Un centenar de sirios se agolpa a las puertas de la Embajada siria en El Cairo. Con el inicio del curso escolar, muchos de ellos pelean por que sus hijos puedan volver a las aulas. Para eso y otras tantas cosas, necesitan un permiso.

Obtener ese papel no es una tarea libre de riesgos cuando hay que solicitarlo a unas autoridades que consideran terroristas a los opositores del presidente sirio, Bachar al Asad.

Pero es la única opción cuando el país de acogida, en este caso Egipto, ha endurecido los requisitos para sirios y palestinos dentro de su campaña para evitar la infiltración de yihadistas, en marcha desde que el Ejército depusiera el pasado 3 de julio al islamista Mohamed Mursi.

"Ahora están pidiendo permisos sirios para lo que sea", apunta a Efe Mohamed el Omari, que junto a su mujer lleva nueve horas en la calle esperando una autorización que les sirva para matricular en la escuela a sus dos hijos, de tres y cinco años.

Originario de la castigada provincia de Hama, El Omari reconoce que su vida en el barrio acomodado de Maadi se ha vuelto "más difícil", aunque no ha tenido problemas de convivencia, como los que -dice- hay en la zona de 6 de Octubre, que alberga a una extensa comunidad siria a las afueras de la capital.

En comparación con la etapa de Mursi, en la que el pasaporte bastaba para lograr y renovar su residencia en Egipto, los sirios necesitan ahora un visado y un documento expedido por el régimen que certifique que no representan un peligro para la seguridad.

También se enfrentan a un creciente sentimiento antisirio agitado desde distintos medios de comunicación y sectores egipcios que los vinculan con los vapuleados Hermanos Musulmanes, grupo al que pertenecía Mursi y que apoya la rebelión en Siria.

El joven Moaz se esmera en pasar desapercibido. Señala a Efe que ha dejado su pulsera de la revolución siria en casa y que baja la voz cuando habla por teléfono para que no se identifique su acento sirio.

No siempre puede ocultar su nacionalidad. Desde que hace meses se mudara con su familia a la localidad mediterránea de Port Said para montar una fábrica de refrescos, las fuerzas egipcias le han parado varias veces en la carretera hacia El Cairo y obligado a pasar horas al sol "solo por ser sirio", asegura.

"He venido a la embajada porque me han dicho que me darán el certificado de seguridad. Pensaba que no lo harían", comenta Moaz, al que las fuerzas de Al Asad llamaron la atención por "haber ayudado a gente que escapaba de la ciudad de Homs y no haber realizado el servicio militar".

A escasos metros, una mujer que pide no ser identificada aguarda su turno para conseguir que su hija vaya al colegio. Dice que tiene los papeles en regla y que no ha notado diferencias de trato en Egipto.

Aún así, la mujer está convencida de que volverá a su pueblo cerca de Damasco, "donde todos estamos con Bachar", en cuanto acabe la guerra, mientras da gracias a Dios por tener sus necesidades cubiertas.

De los 300.000 sirios que, se estima, viven en Egipto, más de 105.000 están registrados como refugiados y 19.220 están en lista de espera, según el Alto Comisariado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

El portavoz de ACNUR Teddy Leposky explica a Efe que antes de julio hubo una oleada de sirios que se asentaron en Egipto, donde tenían algún tipo de vínculo familiar o laboral y podían vivir con menos dinero y en un ambiente general de acogida.

Esa situación se truncó con el derrocamiento de Mursi. La nueva normativa ha frenado la llegada de sirios, al tiempo que ACNUR está recibiendo más solicitudes de personas que quieren acogerse al estatus de refugiados porque han pasado a carecer de medios.

Según Leposky, la campaña mediática contra los sirios, el aislamiento social, los ataques físicos y las numerosas deportaciones están afectando a esa comunidad.

Al menos 146 sirios fueron arrestados en los últimos dos meses por estar supuestamente en situación irregular o ejercer la violencia, entre otros delitos.

Según el portavoz, otros 165 sirios, entre ellos 24 menores, permanecen detenidos por intentar cruzar a Europa y Libia desde la costa mediterránea de forma ilegal y con ayuda de mafias.

En medio de ese fenómeno creciente, dos personas murieron esta semana en un tiroteo con la guardia costera mientras intentaban viajar en barco con un centenar de extranjeros desde Alejandría hasta Italia.

"Cada vez más refugiados sirios quieren marcharse del país. Solo en agosto recibimos 823 solicitudes" en ese sentido, comenta Leposky, que indica que Turquía y el Líbano son dos de los destinos preferidos cuando se pierde la esperanza en Egipto.

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