El Ártico, el nuevo 'El Dorado'

  • Isabel Martínez.

Isabel Martínez.

Madrid, 11 nov.- El Ártico es una gran masa de hielo rodeada de naciones, algunas las más grandes del mundo; Rusia, EEUU, Canadá, Noruega y Dinamarca negocian sus límites fronterizos con esas aguas para realizar prospecciones, en las que se cree yace el 13 % del petróleo y el 30 % de las reservas de gas inexploradas.

Recientemente se ha confirmado lo que se veía venir desde hace años: un deshielo catastrófico en el Océano Ártico.

El pasado mes de julio, científicos estadounidenses observaron que la superficie de Groenlandia afectada por el deshielo pasó de un 40 %, cifra habitual, a más de un 90 %, extensión récord en tan solo cuatro días.

Para el investigador Carlos Pedrós Alió, del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, "a medida que se calienta el Ártico cada vez hay menos hielo".

Y por esto, las zonas que están próximas a la costa empiezan a estar abiertas todos los veranos, es decir, que se puede navegar y es ahí donde se encuentran las plataformas continentales, donde se cree que está la mayor parte de las reservas de petróleo.

Pero el petróleo tiene en el mar un historial salpicado de sucesos dramáticos, cuyas consecuencias en muchos casos todavía alteran el medio ambiente.

Así, como explica Pedrós, "el problema está en que siempre que se realiza una intervención de este tipo existen riesgos de que haya accidentes, como se ha comprobado".

Según este experto, las empresas hacen un cálculo para el caso de que haya un accidente y consideran los medios para limpiar la zona.

El problema está en que el único interés de la empresa es obtener beneficios, no preservar el medio ambiente, por tanto, es obligación de las administraciones asegurarse de que el plan de limpieza esté bien hecho.

El accidente de la plataforma del Golfo de México que se incendió en 2010 demostró a los científicos algo muy importante: que aunque "ésta es una zona cálida, accesible y situada en uno de los países más desarrollados del mundo, sin embargo ocasionó todos los problemas medioambientales".

"En el Ártico estas situaciones se complican mucho -continúa- porque no hay experiencia y las compañías no están preparadas".

El investigador sostiene que el problema es que "el petróleo tiene compuestos volátiles y compuestos que flotan que pueden matar todo lo que se encuentra debajo".

Para este científico, "resulta lógico que países como Noruega o Rusia, que tienen acceso a una gran zona de la plataforma ártica con grandes posibilidades de petróleo, quieran explotarlo", pero "hay que encontrar un equilibrio entre ese deseo de riqueza y las consecuencias que pueda tener su extracción".

La legislación de este terreno es pobre y confusa.

Carlos Duarte, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, declara que los países que reivindican territorialidad están, desde hace tiempo, ocupados en desarrollos mineros y de gas y petróleo.

Lo sorprendente, dice, es que algunos gobiernos estén reabriendo esas minas de carbón tras décadas cerradas debido a los enormes impactos.

Otros muchos países lejanos están también implicados en la explotación: Australia ha pedido el 40 % de las 200 solicitudes.

En referencia a las leyes internacionales que establecen las limitaciones territoriales, Duarte detalla que éstas "fijan 200 millas desde la línea de costa como aguas económicas exclusivas".

Sin embargo, añade, "existe una provisión por la que aquellos que aporten evidencias de que su plataforma costera se extiende más allá de estas 200 millas pueden solicitar una ampliación del límite".

Todos los países con territorio en el Ártico están actualmente implicados en estas solicitudes, de forma que "las aguas internacionales del Océano Glaciar Ártico podrían, de aceptarse estas reclamaciones, quedarse en menos del 10 % de la superficie de este océano", concluye Duarte.

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