El catedrático Jordi Llovet dice que se compadece del ministro de Educación

  • El catedrático Jordi Llovet ha asegurado hoy que se compadeció del ministro de Educación, Ángel Gabilondo, cuando vio que la "máquina burocrática funcionarial" le impedía acometer una reforma "radical" de la educación que, ha dicho, está en manos de los mercados y las industrias tecnológicas.

Madrid, 7 nov.- El catedrático Jordi Llovet ha asegurado hoy que se compadeció del ministro de Educación, Ángel Gabilondo, cuando vio que la "máquina burocrática funcionarial" le impedía acometer una reforma "radical" de la educación que, ha dicho, está en manos de los mercados y las industrias tecnológicas.

Llovet (Barcelona, 1947), prejubilado recientemente como catedrático de Teoría de Literatura de la Universidad de Barcelona, ha indicado que en la actualidad la educación no tiene que ver con las instituciones familiares ni con las pedagógicas.

"¿Quién educa?" se ha preguntado durante la presentación de la edición en castellano de su último libro "Adiós a la Universidad. El eclipse de las humanidades", para responder: el ipod, el teléfono móvil, internet y todos los aliados de las nuevas tecnologías.

"Es para echarse a temblar", ha considerado Llovet, para quien las industrias y el mercado de las nuevas tecnologías son los garantes de una educación muy limitada contra la que es "muy difícil luchar para un ministro", aunque ha reconocido que Ángel Gabilondo le pareció una persona muy preparada pero comprobó que "no podía hacer nada".

En su libro, editado por Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores, LLovet narra sus experiencias a lo largo de su vida universitaria durante 43 años, desde sus inicios como estudiante en 1965 hasta su prejubilación en 2008, aunque, según ha dicho hoy, volverá a ejercer la docencia a principios del próximo año.

A pesar de que ha negado que traslade en su obra un mensaje "derrotista" o "catastrofista" sobre el panorama actual universitario, ha insistido en que "el ambiente que se respira en la Universidad está muy degradado y envilecido".

Y no por culpa de unos alumnos poco preparados porque para eso, ha dicho, están los profesores, sino por el "desprecio" de los poderes hacia el discurso humanístico.

El catedrático denuncia en su libro el declive de las Humanidades y acusa al Plan Bolonia de apuntar hacia la "mercantilización" de los estudios universitarios.

"No se ve a responsable alguno de la educación superior que pretenda algo más que diseñar la enseñanza de un oficio o de una profesión pensando ante todo en los réditos inmediatos de esos estudios en el mercado laboral, y nunca organizada según un planteamiento global de la educación", señala en "Adiós a la Universidad".

Llovet ha defendido la necesidad de que las universidades formen a los estudiantes no sólo profesional sino políticamente como ciudadanos y ha recordado que, en situaciones como la que viven actualmente las democracias europeas, se debe reforzar "la enseñanza de la educación".

El profesor ha criticado que no se aprovechen los años de presencia universitaria para formar a los estudiantes con algo más que una especialización que, por otra parte, ha sostenido, podrían aprender directamente en su casa.

Por eso, ha calificado de "enormemente preocupantes" los recortes presupuestarios que se están emprendiendo en la educación, precisamente cuando lo que hacen falta, ha opinado, son más medios.

También se ha referido al papel que en la educación desarrollan los medios de comunicación y ha sostenido que la sociedad española atiende a los de contenidos "bastante banales".

"No estaría de más una política de reconversión" de los contenidos de los medios, empezando por los públicos, ha señalado el catedrático, que ha dicho no entender por qué estos últimos no tienen una programación "más solvente".

"No se ve a nadie que esté verdaderamente preocupado porque los profesores, los novelistas, los publicistas, los periodistas, los abogados, los jueces o los notarios -también ellos, por insólito que parezca- no sean capaces ya de escribir una página sin alguna falta de ortografía", advierte.

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