El chute

  • Once años no son nada. Son los que han pasado desde que en el mismo escenario en que Alfredo Pérez Rubalcaba se ha estrenado hoy como candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero fue designado secretario general del partido.

José Miguel Blanco

Madrid, 9 jul.- Once años no son nada. Son los que han pasado desde que en el mismo escenario en que Alfredo Pérez Rubalcaba se ha estrenado hoy como candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero fue designado secretario general del partido.

Los dos estuvieron en aquella ocasión. Uno, el ahora presidente, saboreando el triunfo, mientras que el ya sucesor estuvo en el bando de los perdedores porque apoyaba a quien se quedó a nueve votos de liderar el partido: José Bono.

Para Rubalcaba hoy ha sido un día bien distinto. Habrá sentido sensaciones similares a las que tuvo entonces un Zapatero casi desconocido y, al igual que en aquel momento, ha pretendido insuflar aire a las alicaídas expectativas socialistas ante la próxima cita con las urnas.

Para ello se ha armado de un discurso de izquierdas, mirando de reojo a algunas de las reivindicaciones del Movimiento 15-M y queriendo dar la razón al presidente del Gobierno cuando vaticinó que habría "un antes y un después" de esa intervención.

Lo ha querido hacer con propuestas: reforma de la ley electoral, que los beneficios de los bancos contribuyan a la creación de empleo, recuperación del impuesto del patrimonio pero sólo para las grandes fortunas...

Ha pretendido así cargarse de argumentos para expresar alto y claro su orgullo de ser socialista y para pedir a los suyos que actúen como tales teniendo como guía la austeridad.

"Si no vivís como pensáis, acabáis pensando como vivís", ha sido el mensaje que ha lanzado a los dirigentes y militantes socialistas que le han querido demostrar que confían en él a ciegas para dar la batalla.

"Ha sido un chute de esperanza, una llamada a ponernos las pilas", ha comentado, tras escucharle, un miembro de la cúpula del partido.

En ese éxtasis, no han faltado comparaciones estratosféricas como la del secretario de Organización del PSOE, Marcelino Iglesias, al comparar la puesta de largo de Rubalcaba con el lanzamiento del transbordador Atlantis realizado ayer por la NASA.

Con los pies en la tierra, el candidato ha reconocido el difícil camino que tiene por delante, aunque ha garantizado que no se arrugará ante los problemas y encabezará un proyecto ambicioso y realista donde no habrá promesas que no pueda cumplir.

No ha mirado hacia atrás para lamentar los compromisos de los Gobiernos socialistas que se hayan podido quedar en el tintero, pero sí para elogiar a los dos presidentes para los que ha sido portavoz, Zapatero y Felipe González, este último uno de los grandes ausentes en el acto de hoy.

Tampoco ha aparecido Mariano Rajoy. No es que tuviera invitación especial para la cita socialista, sino que no ha estado ni una vez en boca del que va a disputarle la Moncloa.

Hoy, se asegura desde el PSOE, no era día para ello. Hoy se trataba de que Rubalcaba ofreciera su programa, de que empezara a desarrollar el lema con el que ha vestido de largo su candidatura: "Escuchar, hacer y explicar". Y hoy, sobre todo, se trataba de explicar.

Era cuestión de dar detalles de sus planes de futuro, y el hecho de que el aún ministro del Interior tampoco hiciera la más mínima referencia a ETA puede interpretarse como que vislumbra un horizonte despejado de protagonismo de la banda terrorista.

Desea que en el futuro las erres que más suenen sean las de los veinticuatro adjetivos que empiezan con esa letra y que el PSOE ha incluido en el vídeo de lanzamiento del candidato. Resistente, receptivo, renovador, resolutivo, risueño, son algunos de ellos.

No hay ninguna duda. El futuro se escribe con "R": Rubalcaba o Rajoy.

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