El debate político en EEUU sacudido por los atentados de París

  • Una semana después, los atentados de París continúan sacudiendo el debate político en Estados Unidos, mientras Barack Obama tiene dificultades para contener "la histeria" colectiva contra los refugiados sirios y los musulmanes, así como a sus adversarios republicanos, que vapulean su política militar anti-yihadista.

Los partidos Republicano y Demócrata, cada uno de acuerdo con sus estrategias electorales, aprovecharon los ataques para pedir reformas en materia de refugiados, inmigración, estrategia en Medio Oriente, servicios de inteligencia y armas de fuego.

Desde la noche misma de los ataques en París, el candidato ultraconservador a la Casa Blanca Ted Cruz pidió que se cerrara las puertas a los refugiados sirios para evitar cualquier infiltración de miembros de la organización Estado Islámico (EI).

Bastaron pocos días para que todo el Partido Republicano lo siguiera y la Cámara de Representantes aprobara un proyecto de ley que suspende la acogida de refugiados, no solo sirios sino también iraquíes.

La ley parece destinada a empantanarse en el Senado, pero la escalada sigue. En Tennessee, los republicanos pidieron que se expulsara a los 30 refugiados sirios instalados en 2015. La mitad de los gobernadores de los 50 estados del país declararon a los sirios personas non grata.

El viejo debate sobre la inmigración clandestina ha mutado en psicosis contra los musulmanes: el millonario Donald Trump, que lidera los sondeos de intención de voto para las primarias republicanas, propuso fichar a todos los que residen en Estados Unidos.

Ted Cruz, que sube en los sondeos, habla en sus discursos de los sirios "musulmanes". Jeb Bush quiere priorizar el recibimiento de cristianos.

Con Barack Obama de gira por Asia, la Casa Blanca tiene dificultades para convencer a la opinión pública de que los procedimientos de selección de refugiados son confiables. Las palabras del presidente estadounidense sobre "la histeria" de los republicanos han consternado a sus adversarios.

La mitad de los estadounidenses se opone a recibir refugiados sirios, según un sondeo de Bloomberg difundido el jueves.

Ante el papel central que han jugado yihadistas franceses y belgas en los atentados, los legisladores estadounidenses decidieron subsanar las fallas percibidas en el sistema de exención de visas del que gozan los ciudadanos de 38 países --Francia entre ellos-- para ingresar a Estados Unidos por estadías breves y que podrían usar en su favor yihadistas europeos.

El republicano Rand Paul propuso derogar ese privilegio. Los senadores demócratas proponen excluir de ese beneficio a quienes hayan ido a Siria o Irak.

Los demócratas también aprovechan para plantear reformas a la legislación sobre armas de fuego, ya que un vacío en la misma permite comprarlas a cualquier turista que llegue al país sin visa.

Aumentan las recriminaciones a la Unión Europea (UE). A izquierda y derecha se reprocha a la UE que sus fronteras sean un colador y, sobre todo, a los servicios de inteligencia europeos que no compartan los datos de viajeros con Estados Unidos, una queja formulada una y otra vez.

El giro mayor, sin embargo, concierne a la seguridad nacional y a la estrategia de Barack Obama contra el EI, a la que se considera insuficiente.

Los republicanos ya no dudan en hablar de enviar tropas de tierra para combatir a los yihadistas: 10.000 hombres sugiere el senador y precandidato marginal a la presidencia Lindsey Graham, siempre en el marco de una coalición internacional.

"Debemos intensificar nuestros esfuerzos militares en tierra y aire", declaró Jeb Bush.

Los demócratas, escaldados por la última guerra de Irak, son más prudentes, pero Hillary Clinton ha endurecido el tono y juró "derrotar al EI". Incluso su rival en las primarias Bernie Sanders declaró: "no soy un pacifista".

Los ataques de París, según el profesor de historia de la American University Leonard Steinhorn, pusieron de relieve y profundizaron las diferencias entre los dos partidos. "El EI nos preocupa desde hace mucho tiempo", dijo a la AFP. "Pero se ha convertido en algo más tangible, ya no está en tierras distantes".

Sin embargo, asegura, "vivimos en un mundo, no solo en Estados Unidos, sino también en Francia, cada vez más dividido y polarizado políticamente. Cualquier dirigente encuentra resistencias cuando quiere hablar en nombre de todo el país o definir el interés general".

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