"Túnez es para todo el mundo", ha dicho el líder islamista Rachid Ganuchi a una multitud de simpatizantes, tras conocer que su partido ha conseguido más del 41 por ciento de los votos las elecciones para formar una Asamblea Constituyente, por lo que contará con 90 de los 217 escaños de la cámara legislativa.
"Vamos a continuar esta revolución para alcanzar los objetivos de un Túnez libre, independiente, desarrollado y próspero en el que los derechos de Dios, El Profeta, las mujeres, los hombres, los religiosos y los no religiosos estén garantizados", ha aseverado.
La Asamblea Constituyente tiene la misión de elaborar una nueva Carta Magna y nombrar a un nuevo Gobierno interino que a su vez se encargará de fijar la fecha para la celebración de las elecciones legislativas y presidenciales.
Decepción entre los impulsores de la revolución
El gobierno del derrocado Ben Alí era laico e hizo el vacío a los partidos religiosos durante su dictadura. El partido de Ganuchi (al que no hay que confundir con Mohamed Ganuchi, primer ministro de Ben Alí) asegura que ahora quiere formar un gobierno de coalición con partidos laicos.
Ya antes de conocer los resultados, el partido islamista moderado Nahda aseguró que de llegar al poder no condenaría el consumo del alcohol, ni a los homosexuales ni al laicismo.
Los laicos tunecinos, que se consideran el motor de la revolución que no sólo acabó con Ben Alí sino que provocó el estallido de la Primavera Árabe, lamentan el resultado de las elecciones.
Rachid Ganuchi volvió de su exilio en Londres tras la caída de Ben Alí. Ya entonces le recibieron cientos de seguidores pletóricos por su vuelta tras más de 20 años fuera de Túnez.
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