El opositor José Serra lucha para mantener viva su carrera política

  • El líder opositor José Serra, uno de los políticos más respetados de Brasil, aspira este domingo a la alcaldía de Sao Paulo, en unas elecciones en las que las encuestas no le favorecen y vaticinan su tercer gran descalabro en las urnas.

Sao Paulo, 26 oct.- El líder opositor José Serra, uno de los políticos más respetados de Brasil, aspira este domingo a la alcaldía de Sao Paulo, en unas elecciones en las que las encuestas no le favorecen y vaticinan su tercer gran descalabro en las urnas.

El candidato del Partido de la Social Democracia de Brasil (PSDB) ha perdido dos elecciones presidenciales, ante Luiz Inácio Lula da Silva en 2002 y Dilma Rousseff en 2010, y ahora, a los 70 años, puede darse su divorcio definitivo con el electorado de Sao Paulo, el que siempre le fue más fiel.

Con fama de antipático recalcitrante, de persona a la que le cuesta esfuerzos ingentes esbozar una sonrisa, Serra enfrenta una tasa de rechazo altísima, que ronda el 52 % del electorado, según los últimos sondeos.

Muchos votantes no le perdonan el haber abandonado la alcaldía de Sao Paulo en 2006, después de mantenerse año y medio en el cargo, para presentarse a gobernador del estado homónimo, con el objetivo de usar las campañas electorales sucesivas como un escaparate para volver a aspirar al asiento presidencial, su mayor anhelo.

A pesar del rechazo de buena parte del electorado, Serra mantiene una amplia base de apoyo que le permitió ser el candidato más votado en la primera vuelta de las municipales, el pasado día 7, con 1,88 millones de sufragios, el 30,76 % del total.

Ese resultado muestra que Serra, a pesar de sus escasas dotes de seductor, todavía sabe transmitir confianza basada en su larga trayectoria política, en la que ocupó numerosos cargos, entre ellos el de senador y ministro en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003).

El candidato hace gala de su fama de político honrado y experimentado, un administrador eficiente que es garante de la continuidad del modelo de gestión de Sao Paulo, en manos de la centro derecha desde 2005.

Para acercarse a los jóvenes, este septuagenario ha intensificado la propaganda en las redes sociales, aprovechando su conocida costumbre de trasnochar para conversar con sus seguidores en Twitter hasta de madrugada.

Pero en los mítines pierde fuelle porque no consigue desempolvarse el rancio aire profesoral que arrastra desde que impartía clases en la universidad.

Hijo único de un inmigrante italiano, Serra nació en 1942 en el barrio de Mooca, un distrito obrero de Sao Paulo donde se asentó la nutrida colonia que abandonó el país transalpino en las primeras décadas del siglo XX.

Serra estudió Ingeniería Civil en la Universidad de Sao Paulo (USP) donde comenzó su actividad política que le llevaría a exiliarse a Chile en 1964 para evitar la represión de la dictadura brasileña y después a Estados Unidos, tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet de 1973.

En el exilio Serra conoció a la bailarina y psicóloga chilena Mónica Allende, con la que está casado desde 1967 y que le ha dado dos hijos y cuatro nietos.

Entre Chile y Estados Unidos cursó dos maestrías y un doctorado en Economía, disciplina de la que luego fue profesor universitario a su regreso a Brasil en 1977, tras catorce años de exilio.

A partir de aquella época, ejerció cargos de responsabilidad en el gobierno de Sao Paulo y obtuvo sus primeras victorias en las urnas como diputado y luego senador.

Cardoso le dio el ministerio de Planificación y Presupuesto en 1995 y 1996 y más tarde, entre 1998 y 2002, dirigió la cartera de Salud, desde donde creó un exitoso programa contra el sida que ha sido reconocido por la ONU, lo que le sirvió de catapulta para optar a la presidencia en 2002.

Después de fracasar ante Lula, fijó su mira en Sao Paulo, en la alcaldía y la gobernación, como una plataforma para alimentar sus apetitos políticos y su gran anhelo de hacerse con la presidencia, pero los brasileños le volvieron a cerrar esa puerta en 2010.

Ahora los paulistanos parecen desconfiar de que quiera repetir la historia.

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