Ni cien días, ni una hora. Tanto el PNV en boca de Egibar, como el nuevo president de la Generalitat, Quim Torra, no han dado un respiro a Pedro Sánchez para plantearle sus reivindicaciones históricas. Mientras Sánchez ponía por primera vez el pie en Moncloa acompañado de su jefe de gabinete, Juanma Serrano, los nacionalistas comenzaban una presión que parece va a ser constante.
Quim Torra, el líder del recién nombrado Govern ha pedido al presidente sentarse de igual a igual para acabar con el conflicto de Cataluña mientras ha reivindicado la fecha del 1-O en una jornada convertida en un homenaje a los "presos políticos y huidos de la justicia". El president le ha exigido diálogo aunque ha dejado claro que el mandato de los catalanes es "establecer una república para todos los catalanes" mientras ha manifestado que su primera decisión será avanzar en las leyes sociales tumbadas por el Tribunal Constitucional.
En su discurso en la ceremonia de toma de posesión de los consellers del nuevo Govern, Torra ha expresado su "clara disposición al diálogo", que considera "imprescindible para resolver conflictos de la manera que lo hacen en el mundo civilizado". Dirigiéndose al nuevo presidente socialista, ha afirmado: "Presidente Pedro Sánchez, hablemos, tomemos riesgos ustedes y nosotros, sentémonos a la misma mesa y negociemos de gobierno a gobierno. Esta situación que vivimos no puede alargarse ni un día más".
Torra ha expresado su compromiso de avanzar de acuerdo con el referéndum del 1 de octubre de constituir "un Estado independiente en forma de república", un mandato que considera que fue refrendado en las urnas el pasado 21D. Ha admitido que no será un camino fácil y por ello ha agradecido a los nuevos consellers la valentía de asumir la responsabilidad de los actos que llevará a cabo el nuevo Govern de la Generalitat.
En este sentido el propio Iceta ha manifestado que unos y otros tendrán que ceder. No es de la misma opinión Inés Arrimadas -que junto con el PP y la CUP no han acudido a la toma de posesión de Torra-, que ha declarado que estarán vigilantes a las cesiones de Sánchez y le ha recordado que "cuando se siente con Torra no crea que sus peticiones son las de Cataluña".
El PNV, por su parte, de la mano de Egibar, siempre portavoz del ala más radical del partido, ha recordado que el apoyo vasco al PSOE era para una moción de censura contra Rajoy, pero no para una investidura y ha emplazado al nuevo presidente a liderar "una aceptación previa" por parte del Estado de que hay ámbitos de decisión como el vasco o el catalán que "deben ser reconocidos y respetados". Una forma más que ambigua de hablar del derecho a decidir.
No solo eso. El PNV ha considerado a España como un "Estado fallido en el que existe una crisis del modelo territorial, político, con la cuestión de la financiación autonómica pendiente y también con problemas en el ámbito económico, con una deuda que supera el PIB y una sombra de intervención europea que se empieza ya a adivinar y que puede sobrevolar el Estado español". Un diagnóstico muy crudo de la realidad con las reclamaciones sobre seguridad social y alguna otra en el horizonte. El lehendakari Iñigo Urkullu, por su parte, espera que la nueva etapa política que se abre con la presidencia de Pedro Sánchez contribuya a profundizar en el autogobierno "desde el respeto a las señas de identidad propias así como a la pluralidad y al servicio de la convivencia en un nuevo modelo de Estado", mientras que el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, ha señalado hoy que Pedro Sánchez "sabe cuáles son las expectativas que el PNV va a plantear encima de la mesa, y la primera es el cumplimiento de lo que queda del Estatuto de Gernika".
Ya sabe Pedro Sánchez que no tendrá cien días de gracias, más bien ha quedado claro que no tendrá un solo minuto.
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