El presidente de Angola, preocupado por la pobreza, descarta revueltas

  • El presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, admitió que la pobreza es uno de los principales problemas del país, aunque descartó la existencia de conflictos sociales que deriven en revueltas al estilo de lo ocurrido en la Primavera Árabe.

Lisboa, 7 jun.- El presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, admitió que la pobreza es uno de los principales problemas del país, aunque descartó la existencia de conflictos sociales que deriven en revueltas al estilo de lo ocurrido en la Primavera Árabe.

En una larga entrevista divulgada hoy por la televisión portuguesa SIC -la primera que concede en más de dos décadas, según medios lusos y angoleños-, Dos Santos se mostró satisfecho con el progreso logrado desde que terminase la guerra civil (2002) y plantea como reto lograr una mejor distribución de la riqueza.

Angola, antigua colonia lusa y cuya economía ha crecido con fuerza en este período -hasta los dos dígitos- y sigue haciéndolo hoy pese a la crisis mundial, presenta sin embargo "elevados índices de pobreza", que cuantificó en torno al 35 %.

El país es considerado el segundo mayor productor de petróleo de toda África y presenta una gran riqueza natural, con abundante oro y diamantes, pero sigue siendo uno de los países con menor esperanza de vida del mundo (55 años) y presenta muy elevadas tasas de mortalidad infantil.

El presidente angoleño -padre de la que es señalada como la mujer más rica de África, Isabel dos Santos- resaltó que las desigualdades sociales "no son un fenómeno exclusivo" de Angola y las atribuyó a los problemas "heredados de la época colonial", e incidió en que ya hay programas gubernamentales en marcha para mejorar la situación.

"El objetivo a largo plazo es mantener el crecimiento, mejorar nuestros índices de desarrollo y convertirnos en un país emergente", explicó.

Dos Santos, de 70 años, reconoció también la existencia de casos de corrupción, aunque les restó importancia y lo calificó como "un fenómeno mundial" de difícil erradicación.

Entidades como la ONG Transparencia Internacional o Human Rights Watch han denunciado precisamente la corrupción en el país y han acusado a su presidente de promoverla y de reprimir a los opositores a su Gobierno.

El dirigente lleva 34 años ocupando el cargo de jefe de Estado y de Gobierno, lo que también le ha valido críticas -especialmente por parte de la oposición angoleña- de no respetar los procesos democráticos y retrasar su profundización.

Sin embargo, Dos Santos defendió que su Ejecutivo se ha esforzado por atender "cuestiones sociales como la educación, la sanidad o la pobreza", lo que en su opinión "minimiza los factores que conducen a la inestabilidad social".

"Es verdad que existen focos, pequeños grupos de jóvenes que organizan manifestaciones en Luanda, pero nunca reunieron a más de 300 personas", aseveró.

Jefe a su vez del partido mayoritario MPLA (antiguo movimiento de signo marxista), sí consideró que hubo un intento por "incitar a la juventud a protestar, utilizando las redes sociales" a imagen y semejanza de lo ocurrido en países como Túnez, Egipto o Libia.

No obstante, en su opinión, "no hay condiciones para que las movilizaciones se extiendan".

Sobre su legado, Dos Santos no dio detalles acerca de quién puede ser su sucesor y señaló que este proceso deberá comenzar por encontrar un nuevo líder en su partido cuando sea necesario.

Durante la entrevista, también recordó que el país estaba en 2002 "destruido y lleno de sangre" y exaltó los esfuerzos realizados en pos de la reconciliación nacional, la ayuda a los cuatro millones de desplazados por el conflicto o la desactivación de parte de las más de seis millones minas anti-persona esparcidas por todo el país.

El presidente angoleño restó importancia a las críticas que suscitan las relaciones que mantiene con China y agradeció al país asiático haber facilitado créditos a un interés "asequible" para financiar el crecimiento de su economía.

Asimismo, mostró su apoyo a la entrada de firmas de Angola -entre ellas la petrolera estatal Sonangol- en varias empresas estratégicas de Portugal, especialmente bancos y medios de comunicación, pese a las suspicacias que este movimiento ha levantado en la antigua metrópoli.

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