Las claves de su éxito

El protocolo algo 'tabernario y macarra' que sienta bien a Isabel Díaz Ayuso

Lo llamativo es que su nombre no sólo lo corean en Madrid, sino que la elogian hasta en Cataluña, e incluso los propios hoteleros independentistas de Barcelona le gritan “Ayuso ven aquí” y “Ayuso te queremos”.

Ayuso
Ayuso
Europa Press

Fue de las últimas en llegar al mundo de la política, pero consiguió revelarse como la más despierta incluso en unas elecciones autonómicas muy reñidas. A ellas acudió el mismísimo Pablo Iglesias Turrión en calidad de falso salva patrias; y ella -la chica nueva de la oficina- se encargó de juramentarle todo su desprecio hasta prometer que el “regalo” iba a ser doble si la votaban, y así fue: el ex líder de Podemos sigue en su casa curando las heridas, y ella sigue calentando motores.

Lo llamativo es que su nombre -Isabel Díaz Ayuso- no sólo lo corean en Madrid, su ciudad natal, sino que la elogian hasta en Cataluña, e incluso los propios hoteleros independentistas de Barcelona le gritan “Ayuso ven aquí”; “Ayuso te queremos”. Nadie sabe lo que tiene esta señora para conquistar a tanto público, masculino y femenino, sin molestar demasiado ni a unos ni a otros, tan solo les seduce con un ligero toque “tabernario y macarra” que excita a sus fans y, sobre todo, fastidia a sus rivales.

La izquierda no la soporta porque no la domina ni consiguen acomplejarla. A su manera es libre y faltona, y ser de derechas no le asusta ni la acobarda, y menos siendo una mujer difícil de encasillar. La han llamado de todo pero ella sigue empeñada en no claudicar y en decir que llueve, aunque sus enemigos prefieran decir que no es agua lo que cae, sino orina. Es su manera y estilo inconfundible e irreductible de no llevar nunca un buen protocolo a su medida.

En estos momentos -y lo siento por los poco cafeteros- Díaz Ayuso es una de las mujeres políticas mejor valoradas fuera y dentro de España a tenor de los artículos que le dedica la prensa, no la nacional -por su puesto- sino la de los medios internacionales. Lo del periodismo español es para otro debate menos sectario y menos agrio. Pero sigamos insistiendo en la cuestión internacional, esa que no se escandaliza por llamar a Díaz Ayuso por su nombre y apellidos, sin que les parezca por ello una mujer algo IDA. Más de una docena de medios sigue elogiando “los éxitos de la única mujer española que arrasa en Madrid y en su propio país por defender un estilo de vida y de libertad”. Ahora, hasta Pedro Sánchez copia su estilo aunque él no lo reconozca. Antes muerto que sin brillo.

La lista de medios incluye a lo mejor de cada casa: “Financial Times”, “Le Figaro”, “The Telegraph”, “The New York Times”, “Die Welt”, “The Times”, etc. … sin olvidar algunos premios entregados en Italia. Pero fue quizás el corresponsal francés de “Figaro”, Mathieu de Taillac, el que descubrió su éxito y su doble apuesta, no sólo por remarcar sus medidas pandémicas, sino también por su firme oposición a Pedro Sánchez y a su desorientado Ejecutivo: “En cada fase de la pandemia, la presidenta conservadora de la región madrileña ha hecho escuchar su música personal, siempre diferente a la del Gobierno central”, una frase que muy pocos políticos pueden lucir, y mucho menos digerir.

Ayuso ha sabido convertirse con algunos aspavientos oportunos en la toca “bwoling” del presidente del Gobierno de España, y aunque las cosas ya no son tan crudas como antes -más que nada por el miedo de Sánchez-, ella sigue criticando los errores del presidente con todo su descaro, como en el caso reciente del día 23 de diciembre respecto a las mascarillas en exteriores. El primero que da, siempre da dos veces; y Ayuso tiene claro que lo suyo no es flor de un día. Y la única manera de llegar a la meta es seguir sembrando unas elecciones que habrá que reconquistar en año y medio.

Pero avancemos más allá de los ajustes presidenciales. ¿Qué significa hoy día ser un fenómeno político? La frase no es tan sencilla cómo parece, y mucho menos en un país tan peculiar -políticamente hablando- como España, en el que casi nadie se pone de acuerdo en casi nada, y menos si es por algo político. Por ejemplo y para entendernos, Isabel Díaz Ayuso, la presidenta que arrasó en Madrid apenas hace nueve meses, ahora no consigue tener buen feeling con su “jefe”, Pablo Casado, ni con la gente que organiza su partido, el PP.

De repente, los éxitos se volvieron espadas y todos empezaron a darse puñaladas traperas. Lo malo es que las cosas no amainan, y la batalla sigue estando muy cruda. Ayuso ha dicho hace días que “donde manda capitán, no manda marinero”, una manera de reconocer que la voz del presidente Casado es la única que debe significarse. A pesar de ello, las cosas continúan turbias y no están del todo aseguradas ni bien calibradas. Todos confían en apaciguarse en enero, pero las heridas no parecen realmente curadas.

Muchos no conocen ni el porqué de esta batalla, pero todo viene por las elecciones madrileñas que Ayuso quiere presidir y el PP no quiere ceder, ya que ello implicaría bastante poder para ella y poco para los demás, incluido Casado, y si las cosas van mal puede que falte ayuda para otras batallas fundamentales. Es más, en el partido, empezando por el presidente del PP y siguiendo por otros cargos, nadie reivindica el éxito madrileño que tan buenos resultados está dando con Ayuso; parece que nadie quiere subrayar los éxitos de Madrid, no sea que salgan bien y la gente los quiera comprar por encima de otros “cargos”.

En el fondo, todo se basa en la desconfianza de siempre. Casado la nombró en su momento como líder de la Comunidad pero ahora no la ve tan leal, quizá por ello el presidente del PP se apunta a la campaña de Castilla y León para el 13 de febrero para sumar puntos y que no suene tanto Madrid. No se fían de Ayuso aunque ella haya dicho que por encima de todo está el futuro presidencial de Casado, y que esa es su única ambición como presidenta. Veremos cómo acaba esta molesta batalla por el poder y el control, ya que Ayuso también se juega sus fichas y peones para organizar sus elecciones madrileñas en 2023.

Por último, recordar que ayer martes la presidenta de Madrid ofreció su balance anual a la misma hora que lo hacía Pedro Sánchez, o viceversa. La única televisión que vio la oportunidad y supo aprovechar su recuadro de pantalla al 25 % para cada uno fue Telemadrid y su programa “120 Minutos”. Más allá de los múltiples agravios de Sánchez por la Comunidad, que Ayuso repasó sin problemas y sin miedo, también se vio a una presidenta más suelta y menos atada, pero sobre todo mucho más feliz de haber aprobado sus Propuestos autonómicos.

La vida no es de color de rosa todos los días en la Puerta del Sol, pero el momento dulce de Díaz Ayuso parece que sigue, veremos hasta cuando. Otra cosa será comprobar cómo funciona el PP con ella y lo que esperan de su adaptación a Génova. Sería muy triste romper un buen motor por miedo a que suene demasiado fuerte. El miedo de Casado no es Ayuso. El miedo de Casado debe ser -sin duda alguna- Pedro Sánchez y su falta de escrúpulos, y ese mal Gobierno que sigue hundiendo la economía de los españoles.

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