El Rey, embajador de España

  • Durante sus 39 años de reinado, don Juan Carlos ha sido la imagen de España en el mundo, con una constante presencia internacional que ha supuesto un fuerte impulso para las empresas españolas y ha sido exponente de la política exterior de todos los gobiernos de la democracia.

Belén Anca López

Madrid, 2 jun.- Durante sus 39 años de reinado, don Juan Carlos ha sido la imagen de España en el mundo, con una constante presencia internacional que ha supuesto un fuerte impulso para las empresas españolas y ha sido exponente de la política exterior de todos los gobiernos de la democracia.

Como máximo embajador de España, el Rey ha viajado por todo el mundo, cumpliendo un papel de gran alcance político y económico.

Así se recuerdan sus históricas visitas a Estados Unidos en 1976 y a Israel en 1993, los encuentros con su "hermano" rey de Marruecos Hasán II o su fructífera relación con los reyes Fahd y Abdalá de Arabia Saudí, que favorecieron la concesión a un consorcio español del contrato del AVE a La Meca.

Una labor en ocasiones mediadora que le ha llevado a tener un papel destacado en el proceso de paz en Oriente Medio y en el acercamiento de la Unión Europea a los países de Latinoamérica.

Después de unos meses sin viajar al extranjero tras sus diversas operaciones quirúrgicas, el monarca retomó su agenda internacional en este 2014.

Su influencia internacional sirve para que las compañías españolas se abran camino en el mercado mundial y los inversores acudan a España.

Sus últimos viajes como Rey de España los ha hecho los meses de abril y mayo a cinco países del Golfo Pérsico.

Una gira que iba a tener su continuidad con otro viaje a Catar, en principio previsto para después del verano.

Todos estos viajes han tenido un marcado carácter económico, para avalar la capacidad de las empresas españolas en el exterior y defender la viabilidad de la economía española, y por ello varios ministros han acompañado a don Juan Carlos en cada uno de ellos.

El papel del Rey también ha sido relevante en la solución a conflictos puntuales en las relaciones exteriores de España, como el que ocasionó con Estados Unidos la retirada de las tropas españolas de Irak, una decisión del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Así, en noviembre de 2004, el matrimonio Bush recibió a los Reyes en el rancho Crawford para templar las relaciones bilaterales alejadas por esa decisión.

Pero ya antes, en 1997, el monarca había invitado a Bill Clinton a navegar en su yate Fortuna por Mallorca. El entonces presidente estadounidense se llevó la sorpresa de que había un invitado más, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar.

La embajada del país norteamericano protestó argumentando que se trataba de un encuentro bilateral, a lo que un portavoz de la Casa del Rey le respondió que era el barco de don Juan Carlos e invitaba a quien quería, al menos así lo contó el rotativo New Yorker.

Una de las más destacadas mediaciones fue cuando el 3 de noviembre de 2007 habló con el presidente sirio, Bachar al Asad, para convencerle de que su país participase en la Conferencia de Annapolis (Estados Unidos) en la que se trataron los conflictos en Oriente Medio.

Su preocupación por pacificar esa zona del mundo hizo que propiciara la celebración en Madrid, en 1991, de la Conferencia de Paz de Oriente Medio donde tuvo la oportunidad de reunirse con los líderes mundiales implicados en el proceso, actuaciones que también ha desplegado en situaciones como la crisis en el Golfo Pérsico.

En otros momentos la mediación del Rey ha sido muy aplaudida por su repercusión mundial, como cuando intervino reiteradamente para que se aboliera la pena de muerte en países como Filipinas -y para evitar la ejecución de españoles en otros países- o cuando promovió la celebración de las cumbres iberoamericanas.

El presidente de Chile en 2005, Ricardo Lagos, aseguró en la Cumbre de Salamanca que mientras el Rey había dedicado sus primeros quince años como jefe de Estado a construir una España moderna y democrática, los quince siguientes se volcó en levantar una comunidad iberoamericana que se proyectase en el siglo XXI.

Algunos países han recurrido a la mediación del Rey, como Colombia en su contencioso con los grupos guerrilleros o la disputa entre Argentina y Uruguay por la puesta en marcha de una planta papelera en este segundo país.

En 2005 intervino ante Mohamed VI de Marruecos para permitir la devolución de inmigrantes subsaharianos al país magrebí, con el que le unen relaciones de profunda amistad, que permitieron desbloquear situaciones complicadas como la invasión del islote español de Perejil.

Algunas veces, sus palabras, pese a no ser oficiales, lograron traspasar fronteras, y en esta categoría hay una pregunta que se lleva todos los honores: el espontáneo y famoso "¿Por qué no te callas?" que en noviembre de 2007 dirigió al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en la XVII Cumbre Iberoamericana.

Don Juan Carlos también intervino para conseguir que los Juegos Olímpicos se celebrasen en Barcelona en 1992 y la exposición universal ese mismo año en Sevilla.

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