El Supremo se confiesa "perplejo" antes de absolver a un maltratador

  • Las dudas que una prueba pericial arrojó sobre el criterio del Supremo y que llevaron al tribunal a confesar su "perplejidad" han provocado la absolución de un joven condenado a seis años de cárcel por detención ilegal, amenazas y malos tratos a su novia y que pasó dos en prisión preventiva.

Madrid, 2 nov.- Las dudas que una prueba pericial arrojó sobre el criterio del Supremo y que llevaron al tribunal a confesar su "perplejidad" han provocado la absolución de un joven condenado a seis años de cárcel por detención ilegal, amenazas y malos tratos a su novia y que pasó dos en prisión preventiva.

La citada prueba pericial en torno al uso de un líquido anestésico para dormir a la víctima condujo al Supremo, según confiesa en una sentencia a la que ha tenido acceso Efe, a "un estado de perplejidad que es terreno pantanoso no apto para soportar sólidamente una convicción de culpabilidad".

Desde esta incertidumbre el Supremo acepta el recurso del condenado, que ha pasado dos años en prisión preventiva, y le absuelve, pero al mismo tiempo asume que no necesariamente es incierta la acusación de la mujer.

Los hechos que considera probados la condena inicial y que pone en duda el Supremo apuntan a que, tras haber mantenido una relación de pareja, Alberto se presentó una madrugada en casa de María, quien le abrió la puerta.

Inmediatamente, y de forma brutal, él la durmió poniéndole un paño en la boca, tras lo cual la inmovilizó con unas bridas y unas esposas. "María profirió gritos de angustia y frases como 'Para, no, para, no...' que fueron oídas, en parte, por los vecinos", dice el relato de hechos de la sentencia anulada.

El agresor, siempre según la sentencia anulada, condujo después a la víctima, en el coche de ésta, hacia la Sierra de Madrid, trayecto durante el cual ella trató de escapar, lo que él impidió golpeándola y amenazándola con un cuchillo.

Finalmente, ella le convenció para que depusiera su actitud y, una vez libre, lo denunció ante la Policía, que comprobó que la mujer había sufrido lesiones.

A este relato de hechos responde el Supremo con la ya citada confesión sobre la existencia de dudas sobre quién dice la verdad, si la víctima o el verdugo, tomando en cuenta además el voto particular de un magistrado que consideraba que "no se ha acreditado qué pudo suceder".

El voto particular se centra en gran medida en la exposición de un perito, un catedrático de medicina de prestigio, que explicó durante el juicio que es imposible que los hechos sucedieran como relataba la víctima, ya que no existe un líquido anestésico capaz de dormir a una persona sin que ella colabore y sin que respire el paño empapado durante entre seis y doce minutos.

Los relatos de víctima y verdugo presentan cada uno elementos creíbles y lo contrario, recuerda el Supremo, pero es finalmente el hecho de que la condena no preste atención a la declaración del perito lo que lleva a la absolución.

"O los hechos no sucedieron como dice la víctima, o la pericial aceptada y no descalificada está radicalmente equivocada", dice el tribunal antes de descartar ningún error en la declaración del catedrático.

Así, a partir de esta prueba el Supremo se pronuncia a favor del reo y de su presunción de inocencia y. absolviéndole. cierra un caso de enorme complejidad (de "caso difícil" o "hard case" lo califica el ponente de la sentencia, el magistrado Antonio del Moral).

Mostrar comentarios