Cuando el móvil es el tercero de la pareja: los problemas que surgen en la relación

  • Altavoz o salvavidas, tu smartphone puede esconder o sacar a la luz problemas más graves de comunicación con tu pareja.
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CEDIDA - Archivo

Alberto llega a casa a las 19:00 tras salir del trabajo, lo primero que hace al dejar el maletín es buscar el cargador del móvil. Ana llega 15 minutos más tarde, se saludan, se preguntan qué tal el día y mientras se ponen cómodos para estar en casa, actualizan por enésima vez el correo, revisan los Stories de Instagram y echan otro vistazo a los periódicos del día. Pero no son los únicos. Según una encuesta realizada por McAfee a 13.000 usuarios en 2017, el 38% de los encuestados reconocieron que pasan conectados en casa tanto tiempo como interactuando presencialmente. Incluso otro 40% sentía que su pareja le prestaba más atención al teléfono que a ellos mismos.

Una dinámica en el hogar de la que hablamos con Juan Castilla, psicólogo clínico y experto en Inteligencia Emocional, Psicología Positiva y Coaching , que sitúa en torno a 2007 el auge del phubbing, o ningufoneo, cuando se empezaron a popularizar los teléfonos ‘inteligentes’. “Está relacionado también con todas aquellas plataformas digitales que hacen que se priorice sobre ellas antes que con las personas que estamos”, afirma.

Irónicamente, elementos que favorecen la comunicación, como podrían ser las aplicaciones de mensajería, como Whatsapp, Messenger o Telegram, pueden mutar hacia la incomunicación, o restando tiempo presencial con personas a las que si tenemos más próximas. “Estas herramientas nos han permitido esta cerca y de forma instantánea con personas lejanas pero también nos alejan de personas más cercanas”, asegura. “Encontrar el equilibrio es básico, bien desde los pactos, bien desde la aceptación o desde la complicidad y confianza con tu pareja”, añade.

Matices que se deben tener en cuenta, sobre todo si este uso llega a considerarse un abuso y empieza a jugar un papel importante en el día a día. “Se están detectando un incremento de casos con adicciones a estas herramientas de comunicación”, confirma. “La clave es, si afecta a tu vida cotidiana, en la frecuencia o la intensidad que estás en línea puede ser una señal de que algo no va bien en la relación, ya que te aleja de ella o prefieres estar con otras personas”, sostiene. “Al final es un tema de priorización y equilibrio”, puntualiza.

Una situación que ya se ha podido vivir anteriormente en el hogar, como matiza Juan Castilla. “La comunicación es bidireccional y la convivencia no es fácil, y nunca lo ha sido. Si antes era la televisión la que podría producir incomunicación, ahora es la posibilidad de tener al alcance de la mano muchas opciones de distanciarte”, asegura. Navegar, utilizar whatsapp, o jugar son, según el experto, “un universo de alternativas fáciles y variadas que hace que nos olvidemos de otras más importantes, quizá porque las pensemos más seguras o porque se han convertido en rutina y necesitas otros ingredientes”.

Una nueva dinámica dentro del hogar que causa diferentes emociones. “La reacción más básica es el enfado, que puede producirse por hacer sentir al otro en un segundo plano, que sienta celos por desconfianza o dónde inviertes tanto tiempo con el teléfono”, aclara. Para ello se pueden recurrir a ciertas soluciones. “Pactos de tiempo y espacio, aceptación y comprensión, o complicidad y confianza en el otro son bases sobre las que maniobrar”, incide. “Siempre y cuando en la balanza de la relación compense. Si lo digital anula la relación hay un problema a resolver por otras vías”, remarca.”

Sin embargo, el teléfono no es culpable por sí solo de la situación. “Puede ser un ‘altavoz’ o un ‘salvavidas’ de las relaciones, ya que el problema no es el medio, sino la relación de pareja”, reivindica. “Si ponemos el foco en la digitalización, en un mundo que es digital, quizás el problema no es el móvil, sino el foco donde miramos”, reconoce. “Lo importante es la globalidad de la pareja, que incluye mucho más: conversaciones, cariño, sexualidad, ocio, momentos familiares, proyectos en común… muchas cosas que la digitalización tiene que complementar y no sustituir”, insiste.

Matices que se deben tener en cuenta y que además no deben aislarse en función de la edad, del tiempo de la relación o de la ‘seriedad’ de ésta. “Los problemas de comunicación han existido siempre y da igual la edad. Lo complicado en una relación es la durabilidad de las mismas”, mantiene. “Son dos miembros con diferentes experiencias, valores, inquietudes, necesidades o contextos sociales y que evolucionarán de manera diferente como pareja, y también como miembros independientes”, reitera Juan Castilla. “La clave de la pareja está en el amar al otro (diferente al querer al otro), donde la flexibilidad mental, la aceptación y comprender que las relaciones no son lineales o controlables será la clave”, clarifica el especialista. “Quizá ser conscientes de que puede que no sean ‘para siempre’ nos haga cuidar más los momentos compartidos”, asegura.

Valores y tiempos que se deben poner en perspectiva en el conjunto de la relación, donde el abuso de los smartphones pueden jugar un papel relevante dentro del hogar. Otro ejemplo se podría encontrar en una excesiva atención a la mensajería instantánea, escribiendo constantemente o estando atento del estado de conexión de la otra persona. “Podría ser una situación de dependencia hacia el otro, o tener la necesidad de saber qué está haciendo, para sentirse acompañado”, apunta. “Dependiendo de qué se necesite, podría ser ‘etiquetado’ de un problema psicológico o de una forma de comunicarse con el otro”, agrega Juan Castilla.

De ahí se saltaría al paso agravado, cuando ya la situación se pueda considerar un problema. Esa circunstancia se daría, en palabras del experto, “cuando afecta a otras áreas de la relación, partiendo de que no hay relaciones perfectas pero sí que se equilibran con comunicación y se aceptan desde la diferencia”.

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