El temor a ser víctima de un robo, una preocupación que modifica la conducta

  • La inseguridad ciudadana se encuentra entre los diez problemas que más preocupan a los ciudadanos, a quienes en muchas ocasiones el temor a ser víctima de un atraco en la calle o de un robo en su propia casa, sobre todo en vacaciones, les lleva a ser más introvertidos y modificar sus rutinas.

Madrid, 13 ago.- La inseguridad ciudadana se encuentra entre los diez problemas que más preocupan a los ciudadanos, a quienes en muchas ocasiones el temor a ser víctima de un atraco en la calle o de un robo en su propia casa, sobre todo en vacaciones, les lleva a ser más introvertidos y modificar sus rutinas.

Mirar hacia atrás y a un lado y otro de la calle, vigilar varias veces que las ventanas de la casa están cerradas, irse intranquilo de vacaciones por pensar que los ladrones pueden entrar en el domicilio terminan por generar estrés y cansancio físico, explica a Efe el psicólogo clínico Esteban Cañamares.

Si el estrés y el cansancio físico son "consecuencias internas" del miedo a sufrir un atraco, las "externas" son la desconfianza y el no abrirse con facilidad a los demás, un aspecto que se acentúa más si la persona ya ha sido víctima de un robo.

Los afortunados que no conocen el mal trago de enfrentarse a un suceso de esas características son precavidos a la hora de confiar en las personas que no son de su entorno y están más vigilantes, "son menos espontáneos a la hora de comportarse", pero el tema de la seguridad no se convierte en obsesión, afirma Cañamares.

Aquellos a los que sí les han robado "son más extremistas" y comprueban con más preocupación si la calle por la que caminan es segura, "si el señor que se acerca en el Metro no tiene malas intenciones" y, en definitiva, están mucho más alerta.

No obstante, prosigue el psicólogo clínico, la preocupación de los ciudadanos por este tipo de sucesos -los robos con fuerza en los domicilios subieron un 24,7 por ciento en el primer semestre del año en comparación con el mismo periodo de 2011- no les lleva al extremo de no irse de vacaciones.

Para el psicólogo social Guillermo Fouce, a pesar de que en la actualidad la sociedad "objetivamente" es más segura, lo que publican los medios de comunicación y "lo que cuenta la gente" influye "mucho" en fomentar el miedo.

"Es una sociedad más segura pero subjetivamente la gente tiene más miedo, piensa que le pueden pasar más cosas, lo que sin duda hace que cambie su forma de actuar", sostiene Fouce, quien añade que los anuncios de empresas de seguridad contribuyen a generar más inseguridad entre los ciudadanos.

A su juicio, el miedo es una experiencia personal que siempre tiene referentes culturales y sociales en cuanto a cómo afrontarlo y cómo se genera; así, por ejemplo, subraya que mientras en otras sociedades se responde pidiendo ayuda al vecino, en España se tiende a resolverlo de una manera más individual tal como contratar alarmas de seguridad.

En cuanto a si influye más en los hombres que en las mujeres, ambos psicólogos coinciden en señalar que afecta a los dos por igual pero la manera de afrontarlo es distinta: mientras que los hombres "tienden más a la lucha y al ataque", las mujeres lo hacen hacia la huida.

"Esto se debe a claves culturales, cómo nos enseñan y educan", indica Fouce, en tanto que Cañamares añade que las mujeres van con más precaución porque no se sienten físicamente capaces de enfrentarse al asaltante.

Para superar el mal trago del robo, los psicólogos recomiendan "borrar cualquier rastro de culpa", ya que las víctimas muchas veces se sienten culpables: "si no hubiera ido por esa calle, si hubiera llegado a casa más pronto, si no hubiera ido al banco..." son frases que se suelen repetir y que solo agravan más el estado de ansiedad.

"Lo que hay que hacer es desechar todo eso, el culpable es el atracador y no la víctima", sentencia Cañamares.

Además, para enfrentarse a estas situaciones, lo mejor, afirman los expertos, es contarlo, abrirse al entorno y hablar de lo sucedido.

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