Dos reuniones secretas con el Gobierno desvelaron a CEOE que habría elecciones

Pedro Sánchez y Antonio Garamendi / La Moncloa
Pedro Sánchez y Antonio Garamendi / La Moncloa

Dos reuniones bastaron para convencer a Antonio Garamendi de que la apuesta política segura para este verano era la repetición de las elecciones generales en noviembre. La primera, en agosto, tras la investidura fallida del candidato socialista, Pedro Sánchez; y la segunda, a principios de septiembre, en plena ebullición de las negociaciones entre el PSOE y Unidas Podemos, que acabaron en fiasco. Dos encuentros secretos que confirman, una vez más, que "la política es el arte de lo que no se ve", una máxima acuñada por el jefe de Gabinete del presidente del Gobierno, Iván Redondo, y que ha guiado su estrategia desde que llegó al poder sin una mayoría suficiente para tomar decisiones y se vio obligado a buscar aquello de la "geometría variable" en el Parlamento.

Primero fue el propio presidente en funciones el que transmitió a Garamendi las dificultades para alcanzar un acuerdo con Pablo Iglesias por su empecinamiento en un Gobierno de coalición. Y después fue su equipo de confianza de Moncloa el encargado de confirmar al jefe de los empresarios, dos semanas antes de la ruptura oficial de las negociaciones, que España volvería a las urnas el 10 de noviembre.

Septiembre. Empieza la cuenta atrás para la disolución automática de las Cortes si no hay un nuevo presidente del Gobierno. El PSOE propone a UP un programa de 370 medidas. Se produce el primer encuentro entre los equipos negociadores: cinco horas de reunión sin avances, aunque ninguno rompe la baraja. No es hasta la segunda reunión, el 10 de septiembre, cuando se levantan de la mesa. Pero dos días después Iglesias se saca un as de la manga y propone a Sánchez una coalición a prueba. Diez minutos de conversación telefónica son suficientes para que el presidente en funciones rechace la oferta: "No se dan las bases mínimas de confianza". El 17 de septiembre se confirma que el líder  socialista no reúne los apoyos necesarios y se repetirán las elecciones.

Pero antes de que todo eso sucediera había alguien que ya tenía la certeza del fracaso anunciado: Antonio Garamendi. El máximo representante de los empresarios del país fue citado en la Moncloa de manera reservada al menos en dos ocasiones. Diversas fuentes empresariales revelan que en una reunión celebrada a mediados de agosto el propio Sánchez transmitió al responsable de la patronal que el acuerdo con Unidas Podemos era muy complicado porque los de Iglesias seguían empeñados en entrar en el Gobierno. Después, a principios de septiembre, Sánchez delega en su equipo de máxima confianza para transmitirle a Garamendi que no iba a haber pacto, pese a que el presidente en funciones había hecho "todo lo posible" desde su posición de "hombre de Estado".

Así, en paralelo a las conversaciones que mantenían en el Congreso de los Diputados los equipos negociadores, comandados por Carmen Calvo y Pablo Echenique, en el Palacio de la Moncloa se daba por hecho el fracaso de las negociaciones y se activaba el modo electoral. El mensaje que Sánchez quiso hacer llegar a los empresarios a través de su equipo más cercano fue el siguiente: el PSOE saldría reforzado de unas nuevas elecciones, de acuerdo con los sondeos internos del partido. La vista, por tanto, estaba puesta ya en el 10-N, fecha que Moncloa manejaba desde finales de junio, tal y como adelantó La Información.

Los encuentros fueron revelados por el propio Garamendi ante algunos miembros de la patronal, coincidiendo con la reunión de la Junta Directiva y el Comité Ejecutivo que se celebró esta semana, según ha podido constatar este medio a través de varias fuentes empresariales. No obstante, un portavoz oficial de la CEOE se limita a comentar que "no confirmamos ni desmentimos" estas citas, mientras en Moncloa aseguran que no han mantenido contactos "recientemente", aunque  siempre han defendido que las relaciones con la patronal son muy fluidas.

Un amplio sector de la patronal considera que en esas reuniones se gestó el posicionamiento de Garamendi sobre la repetición de las elecciones. "Empezó hablando de un Gobierno PSOE-Ciudadanos, después pidió moderación, luego apostó por un Ejecutivo monocolor, un Gobierno a la portuguesa... y al final se tiró por las elecciones", comenta uno sobre los bandazos que ha ido dando el presidente de la CEOE desde el 28-A.  "Ahora justifica a Sánchez y culpa del bloqueo a todos los demás", dice otro sobre las últimas declaraciones de Garamendi en las que acusó a los políticos de dar un "espectáculo bastante lamentable" y de estar "enfrascados en sus cosas". "Para ver lo que estamos viendo, pues igual es mejor que haya elecciones", dijo a los micrófonos de la Cope.

Contactos antes de verano

No es la primera vez que el equipo de confianza del presidente se pone en contacto con Garamendi. Ya lo hizo el secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, antes de verano. Como se reveló en estas páginas, ambos compartieron una cena de carácter reservado en la sede de la patronal, ubicada en la madrileña calle de Diego de León. El objetivo de los socialistas entonces era que los empresarios mediaran para conseguir una 'abstención patriótica' de PP y Ciudadanos en la investidura de Pedro Sánchez, que tendría lugar en julio. 

Las relaciones entre el Gobierno socialista y la patronal, en general, son buenas. Así lo han transmitido ambas partes en numerosas ocasiones. Especialmente cercana es la conexión entre los presidentes. Algunos empresarios hablan de "flechazo" entre ambos desde que Garamendi se subió a un avión con Sánchez rumbo a Cuba apenas unas horas después de ser proclamado presidente de la CEOE. El viaje abrió importantes grietas en la patronal, donde empezaron a alzarse voces críticas contra el "amiguismo" del jefe de los empresarios con el responsable de querer elevar la presión fiscal a las empresas y revertir la reforma laboral del PP. Otra facción habla de que en ese momento se empezó a labrar la idea de una nueva CEOE, menos combativa y más institucional, con una clara misión de suavizar las reformas económicas de la agenda socialista.

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