La España urbana vota a primera hora para quitárselo de en medio y poder disfrutar de un día festivo. La España rural obra de otro modo. Esta es la historia de Gallegos, una pequeña localidad segoviana de la falda norte de Somosierra. A las once de la mañana solo había votado uno de los 92 habitantes censados y 74 electores. ¿El motivo? "El campo no entiende de sábados ni de domingos. Los animales comen todos los días", explica un aldeano ya jubilado que ha votado por correo porque sigue censado en Madrid a pesar de pasar largas temporadas en su pueblo.
En este lugar, muy cerca de la turística localidad de Pedraza famosa por su casco histórico medieval y la noche de las velas, hay una abundante cabaña ganadera. Estamos en primavera. Y cuando no pare la oveja, lo hace la vaca o la yegua. Y todos comen a diario sin excepción. Hasta el alcalde en funciones y candidato por el Partido Popular, Victoriano Sancho García -que por cierto en los anteriores comicios se presentó por el PSOE- está haciendo lo propio con sus reses en la faldas de la sierra.
Se trata del tercer pueblo de Segovia ubicado a más altitud (1.242 metros) después de Riofrío de Riaza y El Muyo. Su nombre está relacionado con la procedencia de sus repobladores, quienes llegaron a estas tierras desde Galicia a mediados del siglo XII, siendo el rey Alfonso VII, el Emperador.
Tal vez por eso, en esta aldea sigue habiendo mucho minifundio y 'La Voz de Galicia' les proclamó el municipio más gallego fuera de esta comunidad: dos cruceiros, praderas y vacas, y un castaño pilongo en medio de la plaza ayudaron. Gallegos se encuentra a 34 km de Segovia, a 10 km de Pedraza y a 120 km de Madrid. Sus casas utilizan las rocas de granito de sus suelos como cimientos para protegerse de los duros inviernos que castigan a esta zona tan elevada.
La lista electoral arroja poca dudas. Solo se presentaban dos candidatos. Un ganadero local y un arquitecto. El mencionado alcalde en funciones, que concurría por el Partido Popular con dos familiares, y un joven licenciado no residente en el pueblo que se presentaba por el PSOE. Y que según señalan varios vecinos ya probó fortuna en la formación de Pedro Sánchez en San Lorenzo del Escorial, donde es concejal.
A los vecinos ni les extraña ni les importa que el actual edil haya cambiado de partido político. "Aquí se vota a la persona, no al partido", recalca uno. Eso sí, de 76 electores censados han votado 72. "Votamos todos. Hay poquísima abstención. Estamos muy comprometidos", recalca otra vecina.
La población residente en Gallegos durante todo el año- en verano multiplica por tres sus habitantes- cabría de sobra en una urbanización con piscina de cualquier PAU de una gran ciudad. Este pueblo ejemplifica lo que pasa en Castilla y León. En esta Comunidad Autónoma se localizan 690 de los 2.248 pueblos de menos de cien habitantes que hay en España(30,7%), según las últimas cifras oficiales del Padrón, a 1 de enero de 2018, publicadas por el INE.
A pesar de la despoblación, en Gallegos no hay apenas paro (2 personas) y la ganadería sigue siendo el medio de vida -el sector ganadero tiene un peso específico de casi el 70% en la producción del sector agropecuario segoviano-, junto con un incipiente sector servicios (hay dos bares, dos hoteles rurales y tres casas de alquiler completo) derivado de la privilegiada situación geográfica en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
El IBI y los nuevos pobladores
Este municipio es el ejemplo de las regiones que se están despoblando: ya han vivido dos transformaciones demográficas, el éxodo rural y la emigración a las grandes urbes, en el caso de Gallegos a Madrid y Segovia; pero todavía queda una tercera que terminará de vaciarlas: el fallecimiento de los jubilados actuales. Para contrarrestar esta tendencia, nuevos pobladores de fin de semana están construyendo casas en el pueblo: parientes de los habitantes o simplemente urbanitas que se han enamorado del entorno. "No votan, pero pagan IBI", indica un vecino.
La lucha contra la despoblación y el dotar el pueblo de servicios ha sido una máximas del actual alcalde. La restauración del 'torregil' -una antigua torre resto de la Iglesia de San Juan del Otero- que se desmoronó hace dos años por un rayo, un nuevo espacio polideportivo en las eras, aceras desde la iglesia hasta el cementerio, la recuperación de los antiguos canales y pilones del pueblo y un merendero municipal son algunas de las intervenciones que han conquistado a los habitantes de Gallegos.
Sin embargo, las elecciones han estado sorprendentemente reñidas. Y la candidatura de Diego Díaz Palomo, concejal de Asuntos Sociales y Juventud en San Lorenzo de El Escorial ha cautivado también a los vecinos. "Será porque es dulzainero y presidente de una asociación de danza y aquí eso tira mucho", dice asombrado un votante del alcalde en funciones. Al final, por solo un voto, el actual alcalde seguirá en el cargo.
Por cierto, la propaganda electoral de este pueblo solo se ha pegado en los contenedores de reciclaje de la localidad. Ni una farola con cartel. Ni un banderín electoral fuera de este espacio. "No es cuestión de manchar el pueblo. Somos pocos, pero limpios", argumentan con guasa.
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