Elecciones suponen fin de la crisis hondureña tras el golpe de Estado de 2009

  • Los comicios generales de noviembre pasado suponen para nacionales y la comunidad internacional el fin de la crisis política derivada del golpe de Estado que en 2009 derrotó al entonces presidente de Honduras Manuel Zelaya, ahora electo diputado para la próxima legislatura.

Germán Reyes

Tegucigalpa, 18 dic.- Los comicios generales de noviembre pasado suponen para nacionales y la comunidad internacional el fin de la crisis política derivada del golpe de Estado que en 2009 derrotó al entonces presidente de Honduras Manuel Zelaya, ahora electo diputado para la próxima legislatura.

Zelaya no pudo regresar al poder de la mano de su esposa, Xiomara Castro, quien como candidata presidencial del izquierdista partido Libertad y Refundación (Libre) perdió las elecciones ante el oficialista Juan Orlando Hernández, del conservador Partido Nacional.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) dio a Hernández como presidente electo con un 36,89 % de los votos, frente al 28,77 % de Castro, quien el mismo día de los comicios se declaró "presidenta electa" y no ha reconocido los resultados oficiales de la contienda.

La Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y varios países de Asia y América, comenzando por Estados Unidos, han reconocido el triunfo de Hernández.

Con la celebración de las elecciones, que han sido calificadas de transparentes por la comunidad internacional, el presidente saliente, Porfirio Lobo, quien cesará el 27 de enero de 2014 tras un mandato de cuatro años, sale fortalecido tras haber asumido en 2010 un país literalmente en llamas.

El derrocamiento de Zelaya dividió a los hondureños política y socialmente, mientras que el país fue aislado por la misma comunidad internacional que ahora ha reconocido y felicitado a Hernández por el triunfo, el segundo consecutivo del Partido Nacional desde que Honduras retornó a la democracia en 1980.

Pese a la derrota sufrida por Zelaya al frente de Libre, partido del que es coordinador general, no le fue del todo mal, ya que fue electo diputado ante el Parlamento hondureño por el oriental departamento de Olancho, de donde es originario.

Zelaya, quien llegó al poder en enero de 2010 bajo la bandera del conservador y centenario Partido Liberal, regresó al país en mayo de 2011 tras un exilio forzado en República Dominicana después del golpe de Estado.

El exgobernante fue sacado del poder y del país cuando promovía una consulta popular que la ley no le permitía.

Zelaya también es en parte artífice de que su nuevo partido haya surgido como la primera fuerza de oposición en el Parlamento, desplazando a partir de 2014 al Partido Liberal, que también se fraccionó tras el golpe de Estado.

El presidente electo, quien para algunos sectores del país es un político muy ambicioso y auguran que gobernará con mano dura, ganó las elecciones tras una campaña centrada en el tema de la seguridad, advirtiendo que hará "lo que tenga que hacer" para garantizar ese derecho a la ciudadanía.

Honduras es considerado el país más violento del mundo, con una tasa anual de homicidios que supera el 80 por cada 100.000 habitantes, cuando la media latinoamericana es de 20, lo que las autoridades vinculan a la acción del narcotráfico internacional que utiliza el país como puente de más del 90 % de la cocaína que llega a Estados Unidos.

El desgaste que sufrió la administración de Lobo, quien no pudo cumplir ante los hondureños sus únicas dos promesas, "trabajo y seguridad", no afectó a Hernández, quien buscó la candidatura presidencial desde el Parlamento, del que es su presidente y se retiró temporalmente para dedicarse a la campaña.

Hernández es un abogado de profesión y reservista que estudió su secundaria en el Liceo Militar del Norte en su país. Tiene 45 años y es natural de Gracias, departamento occidental de Lempira.

Libre no solamente debilitó al Partido Liberal, que ha visto reducido de 45 a 27 su número de diputados en el Parlamento, sino que también le quitó otros escaños al Partido Nacional, que de 71 ha pasado a 48, con lo que ha desaparecido el bipartidismo tradicional en el poder legislativo hondureño.

El triunfo político de Libre, uno de los cuatro nuevos partidos surgidos tras el golpe de Estado a Zelaya, no ha sido una sorpresa para los hondureños, pero sí el del Partido Anticorrupción (PAC), que se presentó a las elecciones con el animador de televisión Salvador Nasralla como candidato presidencial y surge como tercera fuerza.

El PAC ha logrado trece diputados, además de ganar el departamento caribeño de Cortés, el segundo más importante del país y el primero en desarrollo económico, comercial e industrial.

El PAC superó ampliamente a cinco partidos pequeños, tres de ellos surgidos entre 1968 y 1990, y otros dos después del golpe de Estado, el Frente Amplio Político en Resistencia y el Alianza Patriótica Hondureña, este último liderado por el ex jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas general Romeo Vásquez.

Los cinco partidos pequeños no sacaron juntos ni el uno por ciento de los votos en las pasadas elecciones, en las que por primera vez participaron nueve partidos y han sido las novenas consecutivas desde que el país retornó a la democracia.

Las fuerzas en el Parlamento pasaron de dos a cuatro, con lo que ningún partido tendrá mayoría simple como para imponerse al momento de discutir iniciativas de ley, lo que les obligará a hacer alianzas.

Hasta ahora las alianzas más afines que suenan en el ambiente son las de Libre con el PAC y la del Partido Nacional con el Liberal, dos instituciones que han alternado el poder durante más de un siglo, algunas veces con interrupciones de regímenes de facto.

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