En Washington, Netanyahu intenta reparar daños por diferencias sobre Irán

  • El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu culmina el miércoles una visita a Washington durante la cual intentó reparar los daños que le generó a Estados Unidos su campaña contra el acuerdo nuclear con Irán, que incomodó tanto a la Casa Blanca como a la comunidad judía estadounidense.

Su discurso en marzo frente al Congreso, sin haberle advertido al presidente estadounidense Barack Obama e invitado por republicanos, para denunciar el acuerdo finalmente alcanzado el 14 de julio entre las grandes potencias e Irán, fue el punto culminante de varios meses de discordia con Estados Unidos.

Durante un debate republicano el martes por la noche, varios aspirantes a la candidatura del partido estimaron que el dirigente israelí era maltratado por el gobierno estadounidense. "Tenemos un presidente que trata el primer ministro israelí con menos respeto que al ayatolá iraní", aseguró el senador de Florida Marco Rubio.

Al saludar el lunes a Barack Obama, por primera vez en un año, Netanyahu buscó apaciguar las cosas, estimando que este encuentro fue uno de los "mejores" que tuvo con el presidente estadounidense, lejos "de los debates acalorados y los desacuerdos" del pasado.

Pero el encuentro tomó la forma de un ejercicio de diplomacia funcional, que dio lugar del lado estadounidense a declaraciones esperadas sobre el "lazo extraordinario" que une a Estados Unidos e Israel desde su creación.

Netanyahu también apuntó a la negociación, durante esta visita de tres días, de una extensión de la ayuda militar estadounidense a Israel para la próxima década.

Pero se va con las manos vacías, debiendo contentarse con esperar que los estadounidense "compartirán" sus "nuevas evaluaciones (de la ayuda financiera estadounidense) vinculadas a un nuevo contexto regional".

Una delegación de responsables estadounidenses viajará en diciembre a Jerusalén para discutir el tema, indicó a la prensa israelí luego de su entrevista del lunes con Obama.

Antes de partir, el miércoles el dirigente israelí se reunió con el secretario de Estado, John Kerry, para discutir "formas de reducir las tensiones, mejorar las condiciones de vida de los palestinos en Gaza y en Judea y Samaria (como llama Israel a la Cisjordania ocupada), y el proceso de paz", según un comunicado de Netanyahu.

Añadió que se plantearon "varias ideas", pero no brindó detalles y precisó que el emisario de Estados Unidos para Medio Oriente, Frank Lowenstein, irá a Israel para continuar con las discusiones.

El primer ministro israelí multiplicó las reuniones, tanto con los republicanos como con los demócratas, y reiteró, con una voz apenas audible debido a un enfriamiento, un mensaje de "unidad" a todos sus interlocutores.

En un gesto interpretado como una voluntad de mejorar sus relaciones, si no con el actual presidente al menos con la próxima administración estadounidense, Benjamin Netanyahu aceptó una invitación el martes para debatir ante el Center for American Progress (CAP), un centro de reflexión estadounidense de izquierda.

"Sé que mi venida les valió críticas (...). Vine aquí porque pienso que es vital comprender que Israel debe ser objeto de un consenso, más allá de los partidos, en Estados Unidos", declaró Netanyahu.

Pero luego presentó un panorama especialmente pesimista del conflicto israelo-palestino, al estimar que el actual statu quo todavía durará, lo que decepcionó a su auditorio.

El martes, intentó convencer a 4.000 representantes de las federaciones judías estadounidenses, reunidos para su asamblea general anual, tradicionalmente más cercanos a los demócratas y afectados por la crisis sobre el acuerdo con Irán.

Algunos representantes de la comunidad judía estadounidense, la más importante del mundo con unos 5 millones de personas, entre los cuales senadores demócratas, se han encontrado en una situación incómoda, acusados por sus detractores de traición a Israel por haber respaldado el acuerdo con Irán.

Judíos estadounidenses pro-israelíes se plantearon así públicamente la cuestión de los límites de su respaldo incondicional a un Israel dirigido por Benjamin Netanyahu.

"El año pasado no fue sencillo, hubo debates, se desataron pasiones (...) pero poco importan los diferendos que hubo en la comunidad judía, es crucial mantener la unidad de nuestro pueblo", declaró Netanyahu, aplaudido por un público también deseoso de dar vuelta la página.

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