Enemigos unidos a la fuerza en la cinta antibélica "Perdidos en la nieve"

  • Magdalena Tsanis.

Magdalena Tsanis.

Madrid, 11 jul.- ¿Qué ocurriría si encerramos a dos enemigos acérrimos en una cabaña aislada y se ven obligados a convivir para salir adelante?. Es la idea de la que partió el director noruego Peter Naess para escribir y dirigir "Perdidos en la nieve", drama antibélico que llega este viernes a las salas de cine.

Basada en un hecho real sucedido durante la Segunda Guerra Mundial, cuando un bombardero de la Luftwaffe alemana y un caza británico se derribaron mutuamente en medio de la montaña noruega, la película narra el posterior encuentro entre los tripulantes de ambos aviones, tres alemanes y dos ingleses, que se refugian en la misma cabaña, en pleno y crudo invierno.

"Es distinto disparar desde un avión que directamente a un ser humano", afirma Naess en una entrevista con Efe; "tendemos a pensar que toda esta gente -que luchó en la guerra- eran bárbaros, pero eran seres humanos y además jóvenes, de entre 20 y 25 años".

Antes de embarcarse en el rodaje, Naess se documentó exhaustivamente y tanto él como Florian Lukas (Goodbye Lenin), uno de los protagonistas, tuvieron ocasión de reunirse con Horst Schopis, el piloto real al mando del avión alemán, que murió a los 99 años, unos meses antes del estreno de la película en Noruega.

"Cuando preguntamos a Schopis qué sintió al lograr aterrizar y salvar la vida, nos respondió que decepción consigo mismo, por no haber logrado cumplir su misión. Esa información fue muy importante para Florian a la hora de desarrollar el personaje", señala.

La pareja británica la forman el casi desconocido Lachlan Nieboer, como capitán Davenport, y su artillero Robert Smith, interpretado por Rupert Grint (Harry Potter), mientras que en el lado alemán el reparto se completa con David Kross (El lector) y Stig Henrik Hoff (La cosa).

Uno de los momentos más emocionantes que Naess confiesa haber vivido con este filme fue cuando, poco antes del estreno en Noruega, lo proyectó en un centro de pilotos veteranos de la Segunda Guerra Mundial, a invitación del primer ministro noruego.

"Iba un poco nervioso, porque muchas de esas personas habían sido derribadas en la vida real por los alemanes y temía que les pareciera una visión blanda o irreal", dice.

Cuando terminó "estaban todos emocionados y llorando, fue precioso". Naess les preguntó si no pensaban que había demasiada ironía quizá, pero le dijeron que no, que así es como fue; "había ironía, había sarcasmo, eran jóvenes", señala.

El rodaje de los exteriores se realizó en el mismo lugar donde sucedieron los hechos, cerca de un pueblo casi deshabitado llamado Grotli y el equipo localizó el lugar real donde aterrizó el avión alemán, junto a un lago.

"Más de 70 años después, nada crece en ese lugar", explica Naess, que lo relaciona con las sustancias tóxicas del material del avión.

Los interiores en la cabaña fueron rodados dentro de un almacén refrigerado abandonado en Suecia. "Necesitaba un espacio frío", añade, ya que los personajes van abrigados hasta las cejas.

Naess, que empezó su carrera como autor y director teatral, alcanzó fama internacional con su segunda película, "Elling" (2001), basada en un montaje teatral de éxito, que obtuvo una nominación a los Óscar y se convirtió en uno de los mayores éxitos del cine noruego.

Esa película le abrió a Naess las puertas de Hollywood. Firmó una especie de declaración de intenciones con 20th Century Fox para rodar tres películas, y llegó a hacer la primera, "Mozart y la Ballena" (2005), con Josh Hartnett de protagonista, pero la cosa no pasó de ahí.

"Trabajé en un par de proyectos que me gustaban, y me lo pasé bien, pero mi impresión es que querían que el guión fuera tan perfecto que, con tanta reescritura, iba desapareciendo el nervio y la esencia de la historia y de aquello que nos gustaba en ella", explica.

Naess prefirió volver a Noruega y seguir haciendo películas a su manera. "He podido cometer errores, pero al menos nos atrevimos a hacerlos. Soy un director, me gusta dirigir, no sentarme ahí a discutir mientras la intensidad del proyecto desaparece".

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