¿Es esto una guerra o una huelga?

  • Jerez, con un Ayuntamiento en bancarrota, vive desde hace años en un continúo sobresalto por las huelgas, que han llegado ahora, con la de las basuras, a su punto álgido y han ofrecido imágenes que a más de uno le hacen preguntarse: "¿es esto una guerra o una huelga?".

Francisco Laguna

Jerez de la Frontera (Cádiz), 20 nov.- Jerez, con un Ayuntamiento en bancarrota, vive desde hace años en un continúo sobresalto por las huelgas, que han llegado ahora, con la de las basuras, a su punto álgido y han ofrecido imágenes que a más de uno le hacen preguntarse: "¿es esto una guerra o una huelga?".

La duda no resulta rara, atendiendo a las imágenes que estos días se difunden de incendios en montañas de basura en barriadas de la ciudad, cuyos vecinos reciben a pedradas, e incluso a macetazos, a los bomberos y a la Policía.

Pero no es una guerra, es una muestra de que el cabreo de los vecinos de Jerez, cuyo Ayuntamiento vive lastrado por una deuda de mil millones de euros, ha traspasado las fronteras de toda racionalidad.

La que llevan a cabo ahora los trabajadores de Urbaser, la concesionaria del servicio municipal de recogida de basuras, empezó apenas una semana después de la protesta de las trabajadoras del servicio de limpieza de colegios, que llegó a dejar sin poder ir a clase a 7.000 niños, casi la mitad de los escolares de Jerez, por la insalubridad de las aulas.

Por eso, cuando el presidente del comité de empresa de Urbaser, Juan Manuel Cazalla, advirtió de que esta huelga sería "larga y dura" nadie sospechó que la protesta iba a acabar así, siendo noticia no sólo por las calles inundadas de basuras, sino por la violenta reacción que ha provocado en algunos barrios.

La indignación es general porque la acumulación de basuras y los malos olores son ya alarmantes en muchos puntos, incluso en las inmediaciones de los centros de salud y educativos.

Las bolsas se amontonan de manera espectacular en las zonas con mayor densidad de población, no en el centro de la ciudad, que en las últimas décadas se ha ido despoblando progresivamente para acoger ahora casi en exclusiva establecimientos comerciales y hosteleros.

"Caminar por la acera es prácticamente imposible, tenemos que ir por la carretera", comentaba impotente una mujer que trataba hoy de hacerse paso en su silla de ruedas frente a los contenedores.

La quema de contenedores comenzó la madrugada del 14-N por lo que muchos en la ciudad, que ha rebasado ya la cifra de los 35.000 parados, el 16,50 por ciento de su población total, relacionaron esos incidentes con la huelga general que ese día se celebraba.

Pero el constante incremento de incidentes, que esta pasada madrugada ha llegado a alcanzar 35 focos de fuego simultáneos, ha dado pie a pensar que, en realidad, esta huelga está sacando también a flote basuras que no caben en una bolsa de plástico.

Entre los vecinos, la indignación se acrecienta cuando comprueban cómo el problema ha servido de abono para estériles debates políticos, como el que enfrenta al Ayuntamiento, del PP, y a la Junta de Andalucía, del PSOE, que se acusan mutuamente de dejación de funciones.

En la gresca, la alcaldesa, María José García-Pelayo, ha llegado a decir que la Junta está "rascando votos en la basura", porque se ampara en informes técnicos y no decreta la alerta sanitaria, el salvoconducto que requiere el consistorio para adoptar medidas extraordinarias que pongan fin a la huelga.

A día de hoy, los técnicos de Salud Pública aún no consideran que haya riesgo sanitario para la población y no estiman relevante que la gente se queje de que haya ratas porque, según dicen, en toda ciudad hay una media de cinco o seis por persona y no pasa nada.

"Cuando ocurra algo aparecerán los políticos a decir que hay peligro", comentaba hoy indignado el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Jerez, Sebastián Peña, quien, como muchos vecinos, se escandaliza de que ahora los ciudadanos tengan que pagar también los 150.000 euros en que han sido valorados los contenedores incendiados.

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