Esam Sharaf, el hombre de ciencia que apoyó a los revolucionarios

  • El Cairo.- El profesor universitario Esam Sharaf logró convertirse en primer ministro de Egipto por su respaldo a la revolución, pero ahora que su gestión es cuestionada intenta ganarse el apoyo popular con un nuevo Gobierno que juró hoy su cargo.

Jura el Gobierno que debe conducir Egipto a sus primeras elecciones democráticas
Jura el Gobierno que debe conducir Egipto a sus primeras elecciones democráticas

El Cairo.- El profesor universitario Esam Sharaf logró convertirse en primer ministro de Egipto por su respaldo a la revolución, pero ahora que su gestión es cuestionada intenta ganarse el apoyo popular con un nuevo Gobierno que juró hoy su cargo.

Algunos manifestantes acampados en la plaza cairota de Tahrir, epicentro de la Revolución del 25 de Enero que acabó con el régimen de Hosni Mubarak, lo tachan de "blando" a la hora de acometer las reformas necesarias para atender las peticiones de los revolucionarios.

Sin embargo, fue precisamente en Tahrir donde se ganó el respaldo popular durante la revolución, sobre todo, el de los jóvenes, que le permitió auparse hasta la jefatura del Gabinete al ser uno de los pocos políticos que estuvo presente en las manifestaciones en la plaza.

Y es que el pasado 4 de febrero, una semana antes de que Mubarak renunciara, Sharaf encabezó una pequeña protesta de miembros de la Universidad de El Cairo que se dirigió hasta el Parlamento y la sede del Consejo de Ministros, junto a la plaza, para pedir la dimisión del presidente y la disolución de la Asamblea Parlamentaria.

Esta clara toma de partido a favor de la revolución le favoreció a la hora de ser designado por la junta militar que dirige Egipto como primer ministro el pasado 3 de marzo, convirtiéndose así en el primer jefe de Gobierno de la transición, ya que su antecesor, Ahmed Shafiq, había sido nombrado por Mubarak en enero.

Nacido en 1952 en Giza, Sharaf se licenció en Ingeniería en la universidad de El Cairo en 1975 y después de trabajar como profesor ayudante durante una temporada se marchó a Indiana (EEUU) a hacer un doctorado especializado en transporte.

Durante 1986 y 1991, trabajó como profesor en la facultad de Ingeniería de la Universidad de El Cairo, para hacerlo más tarde, entre 1990 y 1996, en Arabia Saudí.

En 2004, Sharaf fue nombrado ministro de Transportes pero dimitió en el 2006 por la corrupción rampante en este departamento y tras un grave accidente ferroviario.

También desempeñó un papel prominente en el Sindicato de Ingenieros para combatir la corrupción dentro de esta institución, pero al final desistió y dimitió, desazonado por la ingente tarea de acabar con las prácticas de los corruptos.

Pese a su actitud crítica frente al régimen de Mubarak, Sharaf también fue miembro del Comité de Políticas del Partido Nacional Democrático, la formación del expresidente.

Su vinculación con el régimen anterior no impidió que Sharaf fuera el candidato elegido por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas para convertirse en primer ministro el pasado 3 de marzo al ser una figura apoyada por los revolucionarios y ser conocido por su lucha contra la corrupción.

El mandato de Sharaf, atado de pies y manos por su subordinación a los dictados de la junta militar, no ha estado exento de polémica, como su gestión de los sucesos acaecidos los pasados 28 y 29 de junio, cuando policía y manifestantes se enfrentaron en unos choques en el centro de la capital que dejaron más de mil heridos.

En política exterior, uno de los mayores logros del anterior Ejecutivo de Sharaf ha sido lograr un acuerdo de reconciliación palestina, sellado oficialmente el pasado 4 de mayo en El Cairo entre el dirigente de Al Fatah, Mahmud Abás, y el líder de Hamás, Jaled Meshal.

Para lograr este hito quizá le valieron sus cualidades como hombre de ciencia, como lo describe el expresidente de la Comisión de Transportes del Parlamento, Hamdi al Tahan, quien habla de él como un ingeniero que estudia sistemáticamente un problema y consulta la opinión de expertos antes de tomar cualquier decisión.

Susana Samhan

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