La catedral de Santiago de Compostela fue el marco elegido por el presidente del PP, Mariano Rajoy, para lanzar un sutil mensaje a sus filas: "Señor Santiago, te pedimos tu ayuda para no desfallecer en nuestra tarea y hacer de la política una actividad noble al servicio del bien común".
En las primeras filas de la seo compostelana se encontraba el presidente valenciano del PP, Francisco Camps, presuntamente implicado en la trama de corrupción Gürtel.
Desde que Camps se autoproclamara candidato a la Generalitat valenciana en las próximas elecciones autonómicas en mayo, la dirección nacional del PP, a excepción del también valenciano Esteban González Pons, ha evitado pisar la Comunidad Valenciana para no provocar una foto con Camps.
Por ello el encuentro entre el líder del PP y el político valenciano fue la foto más buscada. El apretón de manos entre ambos quedaba lejos de los fuertes abrazos de antaño.
"Joder, que tropa"
Estas sutiles frases de Rajoy son más frecuentes en la guerra abierta entre el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, y la presidenta de esta comunidad, Esperanza Aguirre. Los rifirrafes entre Gallardón y Aguirre son los que más han soltado el verbo de Rajoy.
Al presidente de los populares, harto de los dimes y diretes, de los dos gallos madrileños se le escapó ya hace tres años un "joder, que tropa" en plena batalla madrileña.
Además, Mariano Rajoy, ante las diferencias entre los dos líderes madrileños, ya recordó que "de todo hay en la viña del Señor".
Más reciente fue la polémica abierta entre el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, y la presidenta Esperanza Aguirre. Las declaraciones de Cobo le supusieron la suspensión de militancia del PP, que acaba de ser levantada diez meses después. En plena vorágine de acusaciones a Rajoy le tocaba presentar a Antonio Basagoiti en una conferencia y empezó su intervención de una forma contundente: "Da gusto hablar bien de quien se merece que hablen bien de él".
En la sede del Club del siglo XXI, donde Basagoiti iba a impartir una conferencia, todos captaron, una vez más, las segundas intenciones de su líder. Rajoy cuidó sus palabras al describir a uno de sus afines: "Es un hombre previsible y de fiar, que es de lo mejor que puede decirse de un político".
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