El exsecretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez Vázquez, se despidió a primeros de este mes de octubre de sus alumnos de la Universidad Pontificia de Comillas (Icade) y pidió una excedencia voluntaria en la prestigiosa institución educativa que ha sido su casa desde hace más de una década. A sus alumnos les dijo que se iba “por unos meses”, pero va a ser sobre todo esta semana cuando empiece su periplo judicial como investigado en la trama del caso Kitchen durante su paso por el Ministerio del Interior con el Gobierno de Rajoy. Martínez declara el próximo jueves ante el juez, después de otras dos comparecencias fallidas, y se antoja como el testigo clave que debe dilucidar hasta dónde llega la responsabilidad de contratar los servicios del comisario Villarejo para espiar al extesorero del PP, Luis Bárcenas, y descubrir que documentación guardaba sobre la supuesta financiación irregular y el pago de sobresueldos en el partido.
Francisco Martínez realizó en Icade su doble licenciatura en Derecho y en Económicas y Empresariales en 1998 y 1999, respectivamente, e ingresó en 2004 en el Cuerpo de Letrados de las Cortes Generales con el número uno de su oposición. Según costa en el Portal de Transparencia del Gobierno, desde 2006 y hasta que entró como director del gabinete del exministro el Interior, Jorge Fernández Díaz, en 2012, impartió clases de Derecho Administrativo en Comillas. Tras su periplo en el Ejecutivo con el PP, volvió de nuevo a sus clases “por horas” en 2017, tanto de Administrativo como sobre “aspectos organizativos, laborales y económicos del ejercicio profesional”, según confirma la propia universidad. Martínez consta como profesor además en otros centros y escuelas de negocios, y es autor de más de una treintena de textos en esas áreas y sobre Derecho Constitucional.
Con el aval de esa trayectoria impecable desde el punto de vista académico, llegó a secretario de Estado de Seguridad en enero de 2013 y lo dejó casi cuatro años más tarde, tras haber pasado por el que puede ser uno de los capítulos más oscuros de esa institución investigado ahora dentro de las tramas de espionaje del caso Villarejo, esta vez con el aval del Estado y centrado en la supuestas irregularidades contables que se daban en la sede del PP. El exsecretario de Estado fue llamado por el juez en enero de este año, pero se acogió a su derecho a no declarar, a la espera de se conociese el sumario del caso Kitchen y pendiente de qué ocurría con el resto de responsables de Interior en esa época. Estaba previsto que declarase en julio, pero esa citación decayó, y una vez levantado el secreto de la pieza e imputado el propio exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, lo que pueda revelar esta semana sobre la base de los datos, mensajes y documentos que acumuló entonces y que llegó a depositar ante notario, será fundamental para esclarecer esa pieza.
Además, ahora se cuenta con que el material clave que podía estar secreto de esa etapa en Interior se ha desclasificado en diversos Consejos de Ministros, de forma que Martínez podrá responder sobre todos estos aspectos que implican en mayor medida a la entonces cúpula del Partido Popular. El exalto cargo no ha ocultado su tremendo enfado porque nadie del partido ha mostrado el más mínimo interés en ayudarle tras verse salpicado por este operativo ilegal de espionaje. Ni antes, ni ahora.
Le han dejado solo
En las declaraciones que hasta ahora se han realizado sobre los mensajes que enviaba a otros cargos del partido y del Ministerio en aquel momento, deja patente una y otra vez su reproche a la falta de apoyo del PP de Casado sobre su persona. No le incluyeron en las últimas listas electorales, de forma que perdió su condición de aforado. Ahora, él mismo ha advertido que está dispuesto a tirar de la manta y contar quién fue el que le dio instrucciones muy claras sobre la necesidad de “cuidar” a Villarejo cuando estaba realizando trabajos de espionaje para Interior sobre Bárcenas y el caso Gürtel, supuestamente al margen de toda legalidad.
Destacan en concreto los mensajes que se cruzó con el entonces director de comunicación del Ministerio del Interior, Juan José Esteban, en febrero de 2017. "¿No hace falta k te recuerde quién metió a Villarejo en escena, no??", le preguntó el político y también abogado, a lo que su interlocutor respondió: "Está claro". "Y si quieres un día te cuento quién daba instrucciones sobre 'cuidar' a Villa... y en qué términos...", prosiguió Martínez. Hacía tres meses que había salido del Ministerio y todavía no había arrancado el caso Villarejo en la Audiencia Nacional pero ya parecía vislumbrar el escenario actual y tenía muy claro que no iba a consentir quedar como el instigador de una causa de la que asegura que recibió "instrucciones muy concretas". El propio Esteban reconocía la semana pasada ante el juez que estaba en contacto con Martínez para levantarle el ánimo, porque todo el mundo le había dejado solo para que fuera el mártir del caso Kitchen.
Al día siguiente de Martínez, el próximo viernes, será el turno de comparecer ante el juez del exministro de Interior Jorge Fernández Díaz, que presentó un recurso contra su imputación a primeros de este mes de octubre en el que aseguraba que los mensajes de los dos móviles del exsecretario de Estado que le incriminan están manipulados y son falsos. El exministro niega haber estado a la cabeza de la operación de espionaje a Bárcenas y advierte que su imputación se debe solo a “conjeturas”. Esa postura frontal contra la causa, a cuya responsabilidad directa también han apunto otros testigos policiales implicados, hace más importante, si cabe, la declaración de Martínez el día anterior.
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