Fujimori y Kuczynski van por el desempate en presidenciales de Perú

Unos 23 millones de peruanos votaban el domingo en calma para elegir a su nuevo presidente entre Keiko Fujimori, hasta hace poco favorita, y Pedro Pablo Kuczynski, quien la alcanzó en los sondeos de los últimos días y puede arrebatarle la victoria.

Las mesas de votación cierran a las 16H00 (21H00 GMT) en esta segunda vuelta presidencial, donde el fujimorismo pugna por volver al poder 16 años después de que el padre de la candidata, Alberto Fujimori, huyera a Japón y renunciara por fax a la presidencia poniendo fin a su gobierno represor y corrupto (1990-2000).

Como es habitual en Perú, ambos candidatos empezaron la jornada con suculentos desayunos televisados, donde instaron a votar.

"Piensen en la democracia y el diálogo que es lo único que nos va a salvar de la corrupción, el narcotráfico y la zozobra", dijo Kuczynski, que abogó por un "gobierno de unidad para el Perú", tras desayunar en un barrio popular limeño acompañado de simpatizantes.

Fujimori eligió un restaurante campestre, en donde preparó el desayuno para sus hijas, e instó a sus compatriotas a que "acudan a votar, que lo hagamos unidos y pensando en nuestro país. Es un día de fiesta y quien debe ganar es el Perú".

Luego, ambos contendores votaron entre los vítores de sus simpatizantes. Los primeros resultados se esperan a partir de las 02H00 GMT del lunes.

Según dos simulacros de votación publicados el sábado por las firmas Ipsos y GFK, Fujimori dejó la condición de favorita y Kuczynski se puso ligeramente por delante. "Nada es definitivo", explicó Alfredo Torres, presidente ejecutivo de la consultora Ipsos Perú, quien anticipó "un resultado ajustado".

Fujimori "nos garantiza que combatirá la delincuencia, que ha avanzado, ya no se puede caminar. ¿Quién me garantiza que saliendo de votar no me roben? Kuczynski tira (apoya) más para los millonarios", dijo a la AFP Mauricio Quispe, un hombre jubilado de 67 años, al salir de un centro electoral de Lima.

En tanto Enrique Castillo, un empresario textil, comentó mientras hacía fila para votar que apoya a Kuczynski porque está convencido de que con él habrá "seguridad y estabilidad" y acudirá la "inversión extranjera", pues "con Keiko hay duda" de que eso suceda.

La llave del resultado puede estar en un 5% de electores con voto cambiante, en torno a un millón de personas.

La última semana ha sido aciaga para la candidata, de 41 años, en su segundo intento de ocupar la silla presidencial el 28 de julio próximo, tras perder con el presidente saliente Ollanta Humala en 2011.

Pese al esfuerzo por modernizar su partido Fuerza Popular (derecha), que el 10 de abril conquistó la mayoría absoluta en el Congreso, Keiko Fujimori sigue suscitando el frontal rechazo de la mitad de los peruanos, que la identifican con la corrupción y las violaciones de los derechos humanos del gobierno de su padre, quien purga una condena de 25 años de cárcel.

Manifestaciones anti Keiko y denuncias de lavado de dinero que salpican a algunos de sus colaboradores y las acusaciones de narcotráfico contra 11 congresistas de su partido frenaron las últimas semanas la tendencia creciente de la candidata.

A ello se suma que la mayor parte de los aspirantes que quedaron excluidos en la primera vuelta le han dado su voto a Kuczynski, incluida la popular líder de izquierda Verónika Mendoza.

"Kuczynski recoge los votos del antifujimorismo", dice a la AFP Luis Benavente, director de la consultora Vox Populi.

Keiko Fujimori recaba sus votos entre las clases más humildes, que buscan en ella la reencarnación del gobierno de mano dura de su padre para combatir la delincuencia -la máxima preocupación del 70% de los peruanos- y la generosidad del Estado para resolver problemas básicos como la vivienda.

En cambio, Kuczynski, de 77 años, exministro de Economía y próspero hombre de negocios, recibe el apoyo de la clase media alta urbana y del antifujimorismo.

Además de la inseguridad y el crimen organizado, al próximo presidente le aguardan enormes retos como reducir las profundas desigualdades en este país de 31 millones de personas, incorporar a la formalidad el sector informal de la economía que emplea al 70% de los trabajadores, o regular la actividad minera, que representa el 10% del PIB, para satisfacer las demandas sociales de las comunidades andinas y armonizarla con el respeto del medio ambiente.

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