Se movió para salvar los fondos europeos

Las mil caras de Garamendi: azote en la reforma laboral y aliado con los indultos

El presidente de la CEOE ha provocado un terremoto entre los empresarios pero ha servido en bandeja al Gobierno la decisión más delicada en pleno pulso por la subida del SMI. El PP critica sus idas y venidas.

Yolanda Díaz Antonio Garamendi
Las mil caras de Garamendi: azote en la reforma laboral y aliado con los indultos
Agencia EFE

"Si las cosas se normalizan, bienvenidos sean". Siete palabras de Antonio Garamendi sobre los inminentes indultos que han provocado un terremoto en la CEOE. La división en la organización empresarial es palpable. Mientras el vicepresidente catalán, Josep Sánchez Llibre, ya se ha posicionado a favor de las doce medidas de gracia aprovechando las declaraciones de su líder, su homólogo madrileño, Miguel Garrido, ha expresado en público la posición de una mayoría de la cúpula: no ha habido debate en la Junta Directiva y "si en algún momento se sometiera a votación, mi voto sería en contra". Lo cierto es que Garamendi ha provocado con sus palabras sentimientos encontrados: en el Gobierno lo alaban por convertirse en su 'aliado' en este asunto, aunque cuestionan que mantenga el hacha de guerra en otros como la reforma laboral o el salario mínimo. Mientras, en el PP arremeten con fuerza contra él porque, dicen, no es la primera vez que se posiciona así.

La CEOE echa humo. También las patronales autonómicas. Muchos asociados llamaron este jueves y viernes para pedir explicaciones por unas palabras que "no se entienden", explican fuentes de la patronal. Donde mayor malestar hay es en la madrileña, que este martes tiene previsto celebrar su Asamblea General -por cierto, la CEOE también celebrará la suya esta misma semana- y donde no se descarta que los asociados exijan a su presidente un posicionamiento que marque distancias con las palabras de Garamendi. Pero no es la única organización que ya ha elevado sus quejas ante lo que consideran una vulneración de la neutralidad política que debería imperar en el día a día de los empresarios.

En la sede Diego de León, en realidad, no ha habido un periodo de tranquilidad claro en la patronal desde que Garamendi asumiera el mando en 2018, apenas unos meses después de la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa. Esta siendo, efectivamente, un mandato con varias polémicas sonadas que no terminan de ser del agrado de una organización empresarial que viene de vivir tiempos convulsos tras los mandatos de Gerardo Díaz Ferrán, que tuvo que dimitir tras la quiebra de Viajes Marsans y que incluso ingresó en prisión, y de Juan Rosell, especialmente empañado por su posición durante el 'procés' de Cataluña. Precisamente fue Garamendi quien, en esos momentos de tensión en 2017, ejerció de contrapeso como vicepresidente tras el polémico "hay muchos espacios entre la sumisión y la secesión" de Rosell.

Garamendi arrancó su mandato llegando a acuerdos con el Gobierno. Primero con el PSOE en solitario. Inmediatamente estableció una relación de tú a tú con el presidente Sánchez y con su equipo económico, convirtiéndose en un fijo en todas las convocatorias de Moncloa. Esa conexión fue ampliada y mejorada con la formación de la coalición. Enseguida Yolanda Díaz se acercó a él y el presidente de la CEOE correspondió a la ministra de Trabajo. Así han ido fraguando acuerdo tras acuerdo en el diálogo social. Hasta nueve llevan en este momento. Es más, el propio Garamendi ha asegurado en público que prefiere negociar con Díaz a hacerlo con José Luis Escrivá, ya que el departamento de Unidas Podemos demuestra mayor "sensibilidad" a las reivindicaciones de los empresarios. Cuentan, entre bambalinas, que los equipos negociadores de Trabajo están "más acostumbrados" al diálogo que los de la Seguridad Social.

Dentro de la confederación, son muchos quienes cuestionan la relación de cercanía que mantiene Garamendi con Pedro Sánchez y Yolanda Díaz y la capacidad que desde el Gobierno tienen para influir en las decisiones del dirigente empresarial. Con el presidente del Gobierno estuvo de viaje la semana pasada, acompañándole en su gira iberoamericana, y fuentes cercanas a Garamendi revelan que Sánchez hizo notables esfuerzos por convencerle para que apoye la reforma laboral. No sería la primera vez. Como se reveló en estas páginas, el presidente de la CEOE ha recibido llamadas de teléfono incluso desde dentro del Consejo de Ministros, durante la celebración de uno de los Comités Ejecutivos más tensos que se recuerdan para la prórroga de los ERTE, en mayo del año pasado.

En Diego de León empieza a cundir la sensación de que su presidente está cada vez más alejado de lo que es la dinámica de la organización. Especialmente las patronales sectoriales y territoriales más críticas, que cuestionan que Garamendi parece sentirse más cómodo en las alfombras rojas y en las grandes fotos con el Gobierno que defendiendo los intereses de las empresas, especialmente de las más pequeñas. De hecho, la última polémica a nivel interno la avivó el propio empresario vasco cuando reabrió el debate sobre el encaje del Ibex en la cúpula de gobierno de la CEOE,  proponiendo una reforma de los estatutos para permitir la presencia directa de grandes empresas en los órganos de dirección y provocando el rechazo de algunos socios. 

El discurso de estas voces críticas, no obstante, es similar al que mantenían durante la época de Rosell, a quien también acusaban de sentirse más cómodo en los desayunos del Ritz que en la relación con las organizaciones empresariales. Dicen quienes ya peinan canas en la CEOE que, en cualquier caso, salvo José María Cuevas, que nunca entendió el puesto así, el viraje de los distintos presidentes de la organización hacia el poder ha sido un mal endémico a lo largo de los años. A Garamendi le recriminan -en privado y desde el anonimato, eso sí- que está otorgando poco peso a sus vicepresidentes en la definición del discurso público y que incluso Fátima Báñez tendría mayor protagonismo en el diseño de las estrategias (y en plano el económico, pues el presupuesto de la Fundación CEOE, que preside, se disparó de 100.000 a 500.000 euros en 2020, año en el que la exministra se incorporó al cargo).

La pandemia también ha situado a Garamendi en el centro del complejo juego de equilibrios en el que se ha convertido la mesa del diálogo social, donde el flanco sindical de CCOO y UGT inclina la balanza de manera decidida hacia el Ministerio de Trabajo. Con Yolanda Díaz, efectivamente, mantiene una "muy buena relación", según fuentes cercanas a ambos, si bien con Escrivá las negociaciones son "más tensas, no hay el mismo feeling". Los que le han tratado en los últimos meses le definen como un experto en el arte del control de daños. "En cada negociación, está abocado a buscar el mal menor", comentan desde la confederación en referencia a la situación de desventaja en la que acude la patronal a las reuniones con el Gobierno. 

Con todo, en la mochila lleva ya casi una decena de acuerdos firmados, una cifra que, de momento, no subirá, ni en materia de reforma laboral ni en lo que se refiere a la subida del salario mínimo para 2021. En ambos frentes se ha posicionado rotundamente en contra. Al menos, eso es lo que está trasladando ahora de cara a la galería el propio Garamendi, aunque fuentes de la cúpula de la CEOE advierten de que, dentro de la estrategia del control de daños, el "donde dije 'digo', digo 'Diego'" es "una de sus especialidades". "En cada negociación partimos de una propuesta de máximos y de una enmienda a la totalidad, como sucedió con el teletrabajo o los riders, pero después nos bajamos de la burra y pactamos, así funciona", añaden fuentes conocedoras de los vericuetos de las negociaciones. "Ha amagado muchas veces con levantarse de la mesa y no lo ha hecho, es todo estrategia", zanjan.

Malestar en el PP

Las palabras de Garamendi sobre los indultos tampoco han sentado bien en el PP, como evidenció el propio Pablo Casado en el Cercle y como dirigentes privados comentan en privado. Acusan al presidente de la CEOE de practicar un doble juego en función de sus intereses que, dicen, se alinean en una mayoría de las ocasiones con los del Gobierno. Precisamente de la cúpula de la patronal forman parte antiguos altos cargos del Ejecutivo de Mariano Rajoy, como Íñigo Fernández de Mesa, presidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE) y vicepresidente de la CEOE, que fue secretario de Estado de Economía; o la exministra de Empleo, Fátima Báñez, actual presidenta de la Fundación. Todos han mantenido la neutralidad política desde que están en nómina de la organización empresarial.

En el PP no olvidan que la CEOE se movilizó de una forma activa para salvar uno de los decretos más importantes del Gobierno en lo que va de legislatura, el de los fondos europeos. En concreto, hubo un intenso intercambio de mensajes entre dirigentes de la patronal y los partidos políticos en las horas previas a que en el Congreso de los Diputados se votara esta norma que, de haber decaído, hubiera obligado al Gobierno a modificar el sistema de gobernanza para repartir los 140.000 millones que van a llegar desde Bruselas. Al final el decreto se convalidó gracias a la inesperada abstención de Vox. Los populares, que han afirmado con contundencia que no aceptan presiones de los empresarios, votaron en contra.

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