Google y los municipios españoles, un maridaje marcado por el pasado

  • Alcàsser, Olot, o Puerto Hurraco; Bélmez, Palomares o La Mussara, son topónimos marcados en la memoria colectiva de los españoles y que han dado el salto a los buscadores de internet para convertir hechos traumáticos y curiosos del pasado en estigmas digitales que los entes locales tratan de combatir.

Gonzalo Domínguez

Madrid, 29 jun.- Alcàsser, Olot, o Puerto Hurraco; Bélmez, Palomares o La Mussara, son topónimos marcados en la memoria colectiva de los españoles y que han dado el salto a los buscadores de internet para convertir hechos traumáticos y curiosos del pasado en estigmas digitales que los entes locales tratan de combatir.

"La imagen que damos de nosotros mismos en internet es de especial trascendencia, más aún en el caso de un pueblo que es una marca pública", asegura Francisco Canals, director de la consultora de comunicación Identidad Legítima, que ha ayudado a varios municipios españoles a lavar su imagen digital.

Google, motor de búsqueda empleado en el 85 % de los casos en España, tiene unos algoritmos que sitúa entre los primeros resultados a los sitios web más antiguos o con más links, explica Canals a Efe, por lo que la imagen de algunos municipios en internet perdura en el top 10 de Google muchos años después de un hecho traumático que se convierte en un estigma.

En el caso de municipios más grandes, como Madrid o Barcelona, este problema es menor, puesto que, según asegura Canals, hay una "mayor rotación de noticias", por lo que es más difícil que queden marcadas por hitos locales.

El efecto sobre el turismo de estos municipios se multiplica incluso pasadas décadas y regatear las sospechas se torna en epopeya en casos como el de la localidad almeriense de Palomares, donde en 1966 cuatro bombas termonucleares cayeron al mar tras la colisión de dos aviones estadounidenses.

"Ahora mismo Palomares es principalmente conocido por las bombas", comenta el alcalde de la localidad almeriense, Juan José Pérez, en conversación con Efe, lo que enmascara el progresivo crecimiento del turismo que, según afirma, "está naciendo de manera incipiente".

También la agricultura de Palomares, que cuenta con "productos de máxima calidad", se abre camino evitando el estigma digital y social que dejaron las bombas estadounidenses. "En principio fue ciertamente traumático y el desconocimiento de la gente al no saber qué había pasado causó bastante perjuicio" en el sector, dice Pérez.

Sin embargo y pese al trabajo hecho por el consistorio para demostrar que no son "de color verde", ni llevan "antenas", en internet "pones Palomares y hay un montón de paginas y ninguna que sea diferente al accidente, excepto las propias de las administraciones", se lamenta el regidor.

Para superar ese estigma digital, es necesario dedicar tiempo y esfuerzo, "hay que crear cultura de internet en los pueblos", asegura Canals, que considera que la imagen pública que se da en internet es de "especial trascendencia".

"Hay herramientas en internet que permiten saber cuánta gente teclea Madrid en Google, o que busca información para invertir, para reuniones de negocios, turismo...", ejemplifica. "O incluso un periodista que busca información de un pueblo en internet, esa imagen que puede encontrarse es de vital importancia", añade.

No obstante, no todos los estigmas llevan la mala fama de la mano, sino que fe y superstición también han elevado el turismo en pueblos que se dieron a conocer por fenómenos paranormales.

Muestra de ello es Bélmez de la Moraleda, un municipio jienense de unos 1.700 habitantes, famoso desde los años 70 por las "caras de Bélmez", pigmentaciones con forma de rostros que aparecieron en una casa del pueblo y que sobreviven desde entonces a obras y tratamientos para su desaparición.

Y es que hay casos de "pueblos malditos" que han conseguido aprovechar la "mala fama" para activar la economía local.

De esta forma, durante los meses en los que se dio a conocer la aparición de las "caras de Bélmez", posadas, hostales y restaurantes del pueblo registraron mayores entradas, según apunta Canals.

Aun así, la mayor parte de los municipios que han obtenido su fama por situaciones dramáticas no han conseguido darle la vuelta a la situación y en nuestro imaginario permanecen marcados por las tragedias que allí tuvieron lugar.

Canals apunta a la falta de formación para "hablar de sí mismos en internet" y asegura que, ante esto, "Google se encarga de manera natural de posicionar" al pueblo.

Y es que una noticia de tal calado puede permanecer durante años en el "Top 10" de las noticias del municipio, explica a Efe el experto, quien pone de ejemplo el caso de las niñas de Alcásser, un suceso que causó gran conmoción pública, donde tres jóvenes de 14 y 15 años fueron secuestradas, violadas y asesinadas en 1992.

"Son pueblos con patrimonio turístico, rutas históricas... pero si lo tecleas en Google todo eso está literalmente enterrado y genera un perjuicio", señala Canals.

Mostrar comentarios