Distancia entre los partidos

'Guerra' en la derecha: el virus pone fin al frente de PP, Cs y Vox contra Sánchez

La unidad de los partidos que rechazan la gestión de Moncloa se acabó por varias tensiones en este 2020. Los pactos en las autonomías entre los tres se mantienen. Aunque haya casos como el de Lorena Roldán.

Casado Arrimadas
Casado Arrimadas
EFE

Al comienzo de 2020, cuando el coronavirus ni siquiera era algo a tener en cuenta, a una veterana diputada del Congreso de los Diputados le preocupaban asuntos sobre el día a día político. Algo que explicaba a través de una anécdota que vivió en la cámara junto a otro parlamentario de un partido distinto. "Me he encontrado con uno de mis antiguos colegas. Me saluda, y me dice: 'bueno, ¿ahora enemigos, no?'. ¿Cómo que enemigos? Aquí se ha venido siempre a ser compañero", explicaba con estupor, dado que su concepto de las relaciones en el Parlamento era otro. Una escena que puede servir de ejemplo para explicar los vínculos que mantienen los partidos de la derecha hoy en día. Una situación a la que han llegado tras el paso de la pandemia, pero que se podía intuir por ese encuentro de pasillo. Y a pesar de que les unía su rechazo al Gobierno de Pedro Sánchez.

Que PP, Vox y Ciudadanos hayan pasado del objetivo común a tener un entendimiento complicado es consecuencia de varios desencuentros durante el año. Lo que Cataluña o Unidas Podemos unieron de manera tácita, se ha ido resquebrajando por las prórrogas del estado de alarma, las tensiones en varias comunidades autónomas donde comparten Ejecutivo o por una moción de censura fallida que empeoró las heridas abiertas en su relación política. Quienes mejor se llevan entre sí son las fuerzas de Pablo Casado e Inés Arrimadas. Las circunstancias les empujan a que así sea, dado que comparten gobierno en varios puntos del país. Pero el acercamiento de la líder naranja a Sánchez no cayó bien en Génova. Y en medio está Abascal. Al que ambos insisten en rechazar. 

Moncloa, objetivo a batir

Todo empezó hace más de año y medio. Con el ascenso al poder del líder socialista, y sobre todo tras su acuerdo de coalición con Unidas Podemos, los tres partidos que representan a los votantes contrarios a Sánchez se unieron en un frente. Sus direcciones se volcaron en realizar su tarea de oposición, valiéndose de asuntos como la simple llegada de los de Pablo Iglesias al Consejo de Ministros o las negociaciones con el Govern catalán para acabar con las tensiones de los últimos años. El preludio de esa relación de conveniencia fue el célebre acto de la Plaza de Colón de Madrid, donde las tres formaciones compartieron foto para mostrar su rechazo al gobierno del PSOE surgido de la moción de censura.  Lo que sirvió a la izquierda para acusar a Pablo Casado y Albert Rivera de alinearse con la extrema derecha que encarnaría Santiago Abascal.

Tras las elecciones generales, en cuya campaña insistieron por separado en que su objetivo era derrocar a Sánchez, los comicios autonómicos y municipales apuntalaron ese acuerdo tácito en la derecha. PP y Cs llegaron a pactos en CCAA como Madrid, Murcia o Castilla y León, aprovechando que su suma superaba a la que podía lograr el PSOE, que fue quien ganó las elecciones en la mayoría de regiones. Y en las dos primeras, para el acuerdo fue imprescindible Vox, que lograba una gran influencia en autonomías con mucho peso territorial y político. Como ya ocurrió antes en Andalucía. Aun con las reticencias de los naranjas, que insistían en que la coalición se conformaba solo junto al PP. Una postura que continúa en la actualidad, con pullas de un lado a otro. Incluso aunque ambos se necesitan mutuamente.

El comienzo de 2020 fue muy distinto. Tras la caída de Albert Rivera, el segundo partido por detrás del PP en la derecha era Vox. Los naranjas quedaban en una posición modesta, pero seguían fomentando su relación con Génova. Mientras, Abascal empezaba a disfrutar de un poder que nadie imaginaba. Su apuesta fue la de ser la oposición dura que no daba tregua, como hizo Casado hasta su cambio de estrategia. La misma que Rivera quiso abandonar poco antes de las urnas. Y ahí empezó a abrirse brecha, con Vox insistiendo en cargar contra las otras dos formaciones con las que se disputa el electorado. Pero siempre situándose más cerca de los 'populares', con los que firmaron esos acuerdos a nivel autonómico. A pesar de que tanto el partido que lidera la oposición y los de Arrimadas coinciden en no alinearse con Vox en numerosos asuntos.

La Covid acabó con el pacto tácito

Con la pandemia, se aceleró esa falta de entendimiento. Las prórrogas del estado de alarma fueron el motivo. El primero en caerse del respaldo al Ejecutivo fue Vox, que abanderó la bautizada como "dictadura constitucional". Después lo hizo el PP, primero con abstenciones y finalmente con un 'no' a seguir alargando ese periodo excepcional que comenzó con el confinamiento. Ciudadanos no siguió esa estrategia. Y de hecho, se acercó más que nunca a Moncloa, con quien firmó varios acuerdos a cambio del respaldo de sus diez diputados. Así se llegó hasta la negociación de los Presupuestos Generales del Estado. Frente al 'no' total de Casado, Arrimadas quiso negociar. Estuvo dispuesta a apoyarlos. Pero el protagonismo de ERC y Bildu fue su razón para renunciar a hacerlo. Aun así, la distancia con los conservadores se alargó. Y su relación con Vox se enconó, al que acusó de "no trabajar" por no presentar enmiendas a los PGE. 

Pero si hay un episodio que evidencia que hay una guerra abierta dentro de este ámbito político fue la moción de censura. Santiago Abascal y su partido sabían que no iba a prosperar. Su intención, como señalaban desde todas las fuerzas del Congreso, era que el PP se retratara. Es decir, si votaba una moción para 'sacar' a Sánchez de Moncloa o si la rechazaba, lo que a juicio de Vox se interpretaría como un respaldo indirecto al PSOE. Nadie esperaba lo que ocurrió: Pablo Casado lanzó desde la tribuna un rapapolvo contra Abascal. Su frase de "no queremos ser como usted" fue la más contundente. Era la primera vez que el líder de los 'populares' mostraba su rechazo a ir de la mano de Vox. Pero eso no significó una ruptura total. Los gobiernos autonómicos del PP y Ciudadanos que apoya Vox se mantienen. 

Las diferencias entre las fuerzas políticas de la derecha han coincidido con algunos grandes éxitos de Sánchez y de Pablo Iglesias. Los primeros PGE desde 2018, la reforma educativa o la ley de eutanasia, todas ellas sacadas adelante con un apoyo considerable, han demostrado que el Ejecutivo de coalición tiene buena salud parlamentaria. Las estrategias de PP, Vox y Ciudadanos son muy distintas. Lo que no parece es que la reconciliación esté cerca. Sus discrepancias ha ido creciendo con el paso de las semanas, con el ejemplo de la salida de Lorena Roldán de los naranjas a los 'populares' en Cataluña. Sobre todo, porque todo apunta a que no será la última. Un lío que ha surgido, precisamente, en la comunidad cuya crisis política empezó a unirles. Y ahora, puede ser la que confirme que pasará tiempo hasta que retomen su entendimiento.

Mostrar comentarios