Las protestas del sector agrario

Historia de un brócoli: de 0,45 euros el kilo en origen a 4,22 en el supermercado

El precio de ciertas verduras, legumbres y frutas en el supermercado es nueve veces mayor que lo que percibe un agricultor por cada kilo que vende.

Brócoli
 
 

"No puede ser que tengamos que hablar en pesetas cuando cobramos y en euros cuando pagamos". Con esta frase, el agricultor Víctor Durán resume las reivindicaciones del sector agrario español. La historia de un brócoli es, al fin y al cabo, la misma que la de una aceituna, un melón o una berenjena. Es el relato de unos productores que la venden muy barata y de un mercado que multiplica por tres, cuatro o hasta por nueve euros su precio. Durante las últimas horas, los propios damnificados se han plantado y han decidido tomar parte de una trama que, pese a ser inimaginable sin ellos, parece no tenerlos nunca en cuenta

Los datos hablan por sí mismos. Un agricultor que, por ejemplo, produce brócoli percibe 0,45€ por cada kilo que vende. Una vez el producto llega al supermercado, el consumidor lo paga a 4,22€: nueve veces más caro. Otro que cultive berenjena gana 0,42€ por kilo, mientras que en las tiendas se vende a 1,90€. Lo mismo pasa con los calabacines, cuyo precio se triplica desde que sale del huerto hasta que llega a la mesa; la coliflor, que pasa de medio euro a casi dos; la naranja, que se vende seis veces más cara; los limones o la manzana. Es un patrón que se repite con todos los productos agrícolas, según datos de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja). 

Hace cinco años que Durán empezó a trabajar como autónomo en las tierras de su familia en Malagón (Castilla-La Mancha). "En este tiempo, he visto cómo mi patrimonio se ha incrementado y mis beneficios han disminuido", explica a La Información. Ahora, Durán tiene más tierras, pero los precios de sus cultivos se han ido desplomando. "Cuando compro abono para los campos hablo en euros; pero cuando tengo que hablar de lo que vendo es más fácil decir que la uva vale 2'5 pesetas, que decir que vale 0,01 euros. Es muy triste". Se dedica tanto al cultivo de la aceituna tradicional como al de la viña y, aunque por momentos se ve impotente -"el futuro es poco halagüeño"-, no quiere resignarse a perder dinero en la producción de la oliva, que es lo que sucede actualmente.

El presidente de Asaja, Pedro Barato, explica los diferentes recorridos que siguen las frutas, verduras y hortalizas desde que las recogen hasta que llegan a nuestra despensa. Hay algunos que pasan directamente del agricultor al supermercado. En ese caso, es "únicamente la cadena de distribución la que infla su precio para obtener un mayor beneficio". Por otra parte, también existen procesos más largos en los que intervienen intermediarios entre el productor y el punto de venta. Es el caso, por ejemplo, de los melones: "Ahí el precio aumenta cada vez que la fruta pasa por unas manos distintas". 

Un melón 'extra' -el de más alta calidad- se vende, en origen, por una media de 0,18 euros el kilo. Según Asaja, dependiendo del establecimiento que acabe ofreciendo el producto (distintos tipos de supermercado y tiendas), el precio termina por moverse entre los 0,50 y los 1,89 euros el kilo. "Eso cuando el melón se comercializa entero, porque, cuando se vende partido, su precio se sitúa en los 0,70 euros cómo mínimo". Así, por partir el melón y ponerle un film transparente a cada mitad su precio se incrementa 20 céntimos

Futuro brillante o deprimente: depende de a quién preguntes

La comunidad de agricultores ha decidido echarse a la calle ante el "muy negro" futuro, en palabras de Durán, del sector.  En cambio, en declaraciones en su visita a Almería, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luís Planas, declaró que "el futuro es brillante" y apuntilló sus palabras con un mensaje entre líneas para todos los actores del conflicto -"tenemos que remar todos en la misma dirección"-, al tiempo que reconoció su mérito al llenar cada día las mesas de los españoles con "alimentos sanos, seguros, sabrosos y a buen precio".

Del precio es, precisamente, de lo que se quejan los productores. No del final, por supuesto, pero sí de la brecha con la cantidad que ellos perciben. Para el ministro, el problema con los precios es uno de los más complejos que tendrá que resolver en los próximos tiempos, aunque también ha señaló este jueves otros retos que deberá afrontar: la negociación de la política agraria común, la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos y las dificultades que deriven del Brexit

300.000 agricultores autónomos y un 'hándicap'

En España hay 300.000 agricultores autónomos y, como Durán, reclaman leyes que los protejan ante los abusos del mercado. Los bienes que producen son perecederos y eso es algo que juega en su contra. Si no venden los alimentos al precio que el mercado les impone por bajo que sea, pierden toda su producción y el valor de su trabajo se reduce a cero. A sus casi treinta años, Durán, graduado en ADE, batalla para revertir la situación porque se niega a abandonar los olivos milenarios que su familia cultivó durante más de un siglo. 

"Además" -sentencia el agricultor- "nosotros tenemos una ética que nos impide dejar de hacer nuestro trabajo". Aunque a veces les salga más a cuenta dejar que la fruta se pudra en el árbol o la verdura sin recoger, le dan vigencia a un refrán que se solía escuchar en esas tierras hace ya algunos años: "Hay que recoger lo que nos manda el señor, no sea que se enfade y no nos mande nada". Poco importa, llegados a este punto, la devoción religiosa que sienta cada cual. 

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