Indonesia tiene un plan para integrar a los terroristas

  • Cuando salen de la cárcel y quieren cambiar de vida, algunas ONG les ayudan a integrarse en la sociedad. Los restaurantes son la mejor herramienta, el contacto con los clientes les hace comprender y respetar la diversidad.
Cuando salen de la cárcel y quieren cambiar de vida, algunas ONG les ayudan a integrarse en la sociedad.
Cuando salen de la cárcel y quieren cambiar de vida, algunas ONG les ayudan a integrarse en la sociedad.
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Kate Lamb, Semarang (Indonesia) | GlobalPost

Machmudi Hariono nunca soñó con convertirse en un terrorista. Pero al ver las imágenes de la brutal masacre de musulmanes en Srebrenica en 1995 cambió de opinión.

Menos de 10 años después, en 2004, Hariono fue a la cárcel por su participación en la Jemaah Islámica (JI), el grupo terrorista del sudeste asiático afiliado a Al Qaeda y que estuvo detrás de los atentados mortales de 2002 en Bali. Pero hoy en día, el terrorista convicto jura que ha cambiado su AK-47 por el pato frito.

El pintoresco restaurante que dirige en las callejuelas de Semarang, en Java Central, es parte de una iniciativa social diseñada para ayudar a los exterroristas a reintegrarse en la sociedad una vez que salen de prisión.

"No ha sido fácil abandonar la yihad", admite Hariono en una entrevista en su restaurante, mientras se prepara para la hora punta de la mañana. "Ahora quiero tener una vida intachable".

Hariono se unió al Frente de Liberación Islámica en las selvas de Filipinas a los 23 años, y cuando regresó a Indonesia se unió a la JI.

"Me uní a los terroristas en Filipinas por la comunidad de los musulmanes en Mindanao. Cuando combatía allí, era un héroe para todo el pueblo pero estoy convencido de que no quiero estar involucrado de nuevo en el mundo del terrorismo", explica.

La iniciativa de la desradicalización nace de la mano de Noor Huda Ismail, un antiguo periodista del Washington Post, que se fascinó con la psique terrorista después de cubrir los atentados de Bali.

Educado en un colegio islámico, Ismail dice que su experiencia le permite desarrollar una estrecha relación con los terroristas reclusos como Hariono.

"Antes, yo solía ser como ellos. Solía estar en su mundo, así que sé cómo hablar con ellos, en su idioma.", dice Ismail, que hoy dirige una ONG llamada Instituto de Construcción de la Paz Internacional.

El Instituto ha desarrollado tres programas para los terroristas condenados, pero Ismail dice que el restaurante es la herramienta más eficaz, ya que anima a los participantes a comprometerse con una amplia variedad de la sociedad.

"Aquí, en el negocio de la restauración, no puedes elegir a tus clientes. El restaurante permite a los reclusos tener una intensa interacción con muchas personas de diferentes tipos", reflexiona.

El primer programa de su organización ayudó a los exterroristas confesos a crear sus propias piscifactorías. Pero la falta de interacción social provocó que varios regresasen a sus viejas costumbres.

Uno de los mayores retos para los terroristas convictos es el limbo social al que se enfrentan después de su liberación.

"Todos estos grupos radicales, especialmente JI, son en primer lugar y por encima de todo redes sociales", explica Sidney Jones, experto en terrorismo del Grupo Internacional de Crisis en Yakarta.

Mientras que Hariono se mantiene firme en que nunca volverá a involucrarse en actividades radicales, admite que está más cerca de algunos yihadistas que de su propia familia.

"Mis compañeros de la cárcel tienen un pasado similar al mío. Vivimos juntos durante más de cinco años. Hay fuertes vínculos familiares y afectivos entre nosotros", explica.

Ismail dice que el programa es una negociación frágil y tenue, y él prefiere definirlo como un proceso de "desconexión" y no de "des-radicalización".

"Ellos son dragones por naturaleza", dice. "Son peligrosos, no les importa lo que pase. Tienen pieles letales… y saben cómo utilizarlas, pero Machmudi es uno de los ejemplos gráficos. Yo le he moldeado. He cambiado su pasión por utilizar un AK-47 por el pato frito".

Puede ser una pequeña victoria a la luz de los recientes libros-bomba y del atentado suicida en Java Central, todos los cuales apuntan al extremismo persistente en la nación con el mayor número de musulmanes del mundo. Pero por ahora, los esfuerzos contra el terrorismo en Indonesia giran en torno a las detenciones y los asesinatos de los terroristas, no en su rehabilitación social y económica.

Es un enfoque que no va a funcionar a largo plazo, dice Ismail. "No podemos vencer a los terroristas con balas. Es una historia que los occidentales quieren destruir y aplastar el Islam por todos los medios. ¿Cómo puedes luchar contra ese bagaje con una bala?, se pregunta.

El Gobierno, Jones coincide, tiene que poner en práctica un sofisticado programa después de la liberación.

"Conozco a un chico cuyo hermano fue puesto en libertad y que era un individuo muy peligroso. El aparato de la libertad condicional no tenía suficientes recursos, por lo que el hermano les dio gasolina para que pudieran seguirle en una motocicleta. Quiero decir que en esa etapa se convierte en algo ridículo", apunta.

Aunque Ismail admite que hay lagunas en su programa, al menos uno de los participantes en su programa estuvo después involucrado en el bombardeo de 2009 en el hotel Marriot de Yakarta, dice que tenía que empezar por alguna parte.

"Hay muy poco interés en el mundo silencioso y solitario en ayudar a los terroristas condenados a regresar a la vida normal Generar confianza es un proceso gradual y doloroso", afirma.

Poco a poco, sin embargo, dice el carismático Hariono, el estigma en torno a él se está reduciendo.

"Creo que lo mejor es hacer amigos que no conozcan mi pasado, pero poco a poco se lo digo y me siento bien".

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