El sueño del líder de Podemos

¿Por qué llora Iglesias? "Es la emoción de la coalición, tras los vetos y acusaciones"

Pablo Iglesias, junto a Pablo Echenique tras la investidura
Pablo Iglesias, junto a Pablo Echenique tras la investidura
EUROPA PRESS

El logro ansiado pudo con Pablo Iglesias. El secretario general de Podemos llevaba muchas semanas esperando a que Pedro Sánchez recibiera la confianza del Congreso para ser presidente del Gobierno. Y cuando se ha confirmado que era investido, no ha podido aguantar las lágrimas. El líder de los morados ha roto a llorar por haber cumplido su principal sueño político. Él defiende que nadie más que su dirección quería que hubiera un Gobierno de coalición en España. Su interés porque saliera adelante fue tal que incluso asumió el veto de Sánchez en la negociación del pasado verano, cuando el presidente dijo que no dormiría bien si los de Iglesias estuvieran en el Consejo de Ministros. Ahora, será uno de los tres vicepresidentes del Ejecutivo español.

"Estaba muy emocionado. Ha roto a llorar por la satisfacción y la emoción de que haya una coalición, tal y como quería Podemos. Todo después de elecciones, acusaciones, el veto...", señalan fuentes del partido sobre un Iglesias que sufrió una gran decepción tras las conversaciones con el PSOE para formar una coalición después de las elecciones del 28 de abril. Su postura de no aceptar las condiciones de Moncloa para apoyarles a cambio de una vicepresidencia y dos ministerios "vacíos de contenido", según denunció en su momento la formación morada, tampoco le salió barata entre los suyos. E incluso dio el impulso que le faltaba a Más País, el partido de su exnúmero 2, Íñigo Errejón.

Del 15-M a la debacle del 26-M

Llegar hasta este ya histórico 7 de enero de 2020 tampoco ha sido fácil para Iglesias por otros motivos. El año 2019 fue especialmente complicado no solo por el fracaso en la primera negociación, sino por la gran pérdida de apoyo en las urnas que sufrió su partido. Algo que le pasó factura especialmente en las elecciones municipales y autonómicas del 26 de mayo. La ruptura con Manuela Carmena y la irrupción de Errejón en la Comunidad de Madrid, que hasta le arrebató 20 de los 27 escaños que tenía Podemos en la Asamblea regional, fue otro de los episodios difíciles que vivió Iglesias. Esos resultados electorales fueron aprovechados por los socialistas en la negociación fallida tras el 28 de abril, asegurando que el líder morado no estaba "para pedir nada".

Hasta este momento, la evolución política de Iglesias ha estado marcada por las renuncias. Él mismo ha admitido que ha ido dejando atrás algunas de las ideas que defendió hasta que se vio con opciones reales de gobernar el país. También ha modulado su ambición, además de su ego, que era excesivo según admitió él mismo. El movimiento 15-M le sirvió para difundir gran parte de sus ideas, que gracias a la fuerza de la movilización en la Puerta del Sol de Madrid llegaron a toda España. Una postura que nunca ocultó en su labor como profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense, donde tenía fama de ser un buen docente (algo que no pasaba con otros de sus colegas, como Juan Carlos Monedero).

Tras una temporada como asesor de Cayo Lara en Izquierda Unida, llegó la creación de su propio partido. Un Podemos que aceptó liderar porque varios de sus amigos cercanos le pidieron que pusiera su perfil público a disposición de un proyecto que partía de cero. El éxito en los comicios europeos de 2014 disparó las expectativas de un grupo que había surgido en plena crisis de los socialistas, de quienes se hablaba que incluso estaban acechado por una "pasokización", en referencia a la casi desaparición del PASOK griego. Después, los casi 70 diputados que sumaba con las confluencias que le permitían ser clave para permitir la gobernabilidad. Su exigencia de disponer de ministerios y organismos como el CNI rompió todos los puentes con el PSOE. Y que Mariano Rajoy siguiera como presidente en 2016 tras la repetición electoral también le supuso un gran desgaste. 

Por consenso, no por asalto

Como señalan distintas fuentes, la negociación ha sido esta vez "muy fácil porque el PSOE así lo ha querido". Lo que ha permitido que las presiones no se hayan sentido tanto como en las conversaciones del pasado verano. Los morados aseguran que las reuniones que mantuvieron con distintos sectores no fueron mal e incluso había cierto entendimiento. El problema era que lo que se contaba públicamente era todo lo contrario, buscando así entorpecer que el Ejecutivo PSOE-Unidas Podemos saliera adelante. Especialmente significativo es un encuentro que mantuvo la dirección de la confluencia con el sector de la empresa, donde hubo "buen entendimiento". Pero a la hora de relatar a los medios lo que había ocurrido, sus interlocutores rechazaban toda posibilidad de que de los de Iglesias llegaran al Consejo de Ministros.

La predisposición de los socialistas tras conocerse los resultados del 10-N pilló por sorpresa a todo el partido. La llamada de Moncloa a Iglesias para que se viera con Pedro Sánchez solo un día después de las elecciones dejó perplejos a muchos miembros de la dirección morada, que no sabían a qué atenerse. Que todo fuera tan rápido y que Irene Montero se implicara inmediatamente en la negociación con Adriana Lastra y José Luis Ábalos les tranquilizó en pocas horas. Cuando se produjo la firma del 'pacto del comedor' en el Congreso, Iglesias vivió uno de los momentos más felices de su vida. La espera hasta concretarse la investidura ha estado marcada por la prudencia y por la tranquilidad, ya que se confiaba en todo momento en que ERC permitiera que hubiera Ejecutivo. Pero el ansia por hacer oficial que habían logrado estar en el Gobierno era cada vez mayor.

En Vistalegre I, la primera Asamblea de Podemos, el futuro vicepresidente dijo una de las frases que más le acompañarían en su trayectoria: "El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto". Esta cita marcó el inicio del plan de sus planes para alcanzar la Moncloa. Finalmente, ha tenido que hacerlo a través de acuerdos y asumiendo un rol secundario. Pero ese "cielo" que anhelaba ya lo ha conseguido, con una vicepresidencia y cuatro ministerios por medio. Como han demostrado esas lágrimas profusas que no ha podido contener. 

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