Irán conmemora la revolución de 1979 con la mirada puesta en Túnez y Egipto

  • Teherán.- Decenas de miles de iraníes desafiaron hoy a la nieve y el frío y acudieron a la manifestación convocada por el régimen para conmemorar el 32 aniversario del triunfo de la Revolución Islámica, que Teherán pretende vincular con las revueltas de Egipto y Túnez.

Irán conmemora la revolución de 1979 con la mirada puesta en Túnez y Egipto
Irán conmemora la revolución de 1979 con la mirada puesta en Túnez y Egipto

Teherán.- Decenas de miles de iraníes desafiaron hoy a la nieve y el frío y acudieron a la manifestación convocada por el régimen para conmemorar el 32 aniversario del triunfo de la Revolución Islámica, que Teherán pretende vincular con las revueltas de Egipto y Túnez.

A los manidos gritos de "muerte a Israel", "muerte a Estados Unidos", las autoridades añadieron este año proclamas en defensa de las "justas reivindicaciones de los pueblos del norte de África", que tratan de presentar a su población como "una oleada de despertar islámico".

"Hemos venido aquí para mostrar al mundo que Irán es fuerte. Y para apoyar a los musulmanes de Egipto y Túnez, que se han levantado contra la opresión como nosotros hicimos hace treinta años", explicó a Efe un profesor que marchaba por la emblemática avenida Enguelab (revolución) de Teherán, con su hijo a hombros.

A ambos lados, hileras de agentes de seguridad, de paisano y en uniforme, controlaban que todo discurriera según el patrón previsto por un régimen que lee en clave nacional propia las protestas en el norte de África.

Las autoridades persas consideran que se trata de un eco tardío de la revolución que tal día como hoy, pero de 1979, destronó al último Sha de Persia, Mohamad Reza Pahleví, y allanó el camino hacia la creación de la teocrática República Islámica.

Además, pretenden ver en ellas un declive de la influencia de Estados Unidos y las grandes potencias en Oriente Medio, y exigen al mandatario egipcio, Hosni Mubarak, que escuche las reclamaciones de su pueblo.

Sin embargo, olvidan que hace un año y medio, el propio régimen iraní reprimió con extrema violencia un movimiento popular de protesta similar en contra de la polémica reelección del presidente, Mahmud Ahmadineyad.

En junio de 2009, nada más conocerse el resultado, cientos de miles de personas salieron a la calle para apoyar la denuncia de la oposición de que los comicios habían sido amañados.

En la represión perdieron la vida al menos una treintena de personas -según cifras oficiales- y más de 70 de acuerdo con el cómputo de los opositores.

Además miles de iraníes fueron detenidos y más de un centenar han sido condenados a diferentes penas de cárcel e incluso la horca acusados de conspirar con fuerzas extranjeras para derrocar el régimen.

Desde entonces, el país está dividido social y políticamente, con la oposición acallada, a la que ni siquiera se le ha concedido permiso para manifestarse el próximo lunes en favor de Egipto y Túnez.

"El régimen trata de ocultar, además, la verdadera razón del alzamiento en Egipto, (que es) el hartazgo contra un régimen que secuestra libertades", explica un analista iraní que prefiere no ser identificado.

En este ambiente, el presidente iraní trató de sacar pecho este viernes en un discurso de tinte nacionalista en el que defendió la vigencia de la revolución iraní en el mundo y se felicitó por el nacimiento de lo que denominó un "nuevo Oriente Medio en el que no tendrán cabida Estados Unidos e Israel".

Asimismo, exigió a Occidente que no se inmiscuya en los asuntos internos de Egipto y Túnez y advirtió de que Washington y el resto de las grandes potencias solo albergan "aviesas intenciones".

"Si desean modificar su conducta y conseguir que otros países confíen en ellos, primero deben dejar de interferir en los asuntos de otras naciones, incluidas Egipto y Túnez, y permitir que adopten sus propias decisiones", afirmó.

"Los regímenes arrogantes no tendrán cabida en este Oriente Medio. Muy pronto, todo el planeta experimentara el agradable sabor de un mundo sin los sionistas y sus matones", concluyó.

Ahmadineyad insistió en que las algaradas son un eco de aquella revuelta que estalló en Irán con el apoyo de todas las fuerzas, pero en la que al final se impusieron los religiosos.

"Sois testigos de que tras 32 años, la Revolución Islámica no se ha desviado de su verdadero camino. Al contrario, hoy incluso es más gloriosa", destacó.

"De la misma manera, vemos que la influencia de la Revolución Islámica y de (su instigador, el ayatolá Rujolá) Jomeini continua ayudando a vigilar el mundo y a restaurar los valores humanos", agregó.

"Algo que se debe a la resistencia de la nación iraní. Es un movimiento que va a las profundidades de la humanidad y que con la ayuda de Dios va acabar con todas las injusticias del mundo y traer la justicia y la unidad de los pueblos", apostilló.

Javier Martín

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