Preparados para las urnas

Sánchez apacigua al PSOE con la salida de Redondo ante un maratón electoral

El protagonismo que el exjefe de gabinete en la crisis andaluza no se ha perdonado en Ferraz, que ‘vende’ a Sánchez su apoyo unánime a cambio de la salida de su ‘valido’ en los últimos tres años.

Ivan Redondo
Sánchez apacigua al PSOE con la salida de Redondo ante un maratón electoral.
Europa Press

La salida de Iván Redondo como jefe de gabinete del presidente del Gobierno, tras su eterno enfrentamiento con el PSOE de Ferraz, esconde una estrategia a futuro marcada más por las necesidades electorales de los próximos tres años, que por una derrota de quien estaba dispuesto a tirarse por un barranco detrás de Sánchez, pero nunca detrás del partido. Fuentes internas de la formación que han pasado ya por varios líderes socialistas marcan el límite del enfrentamiento con Redondo en la reciente crisis andaluza: no perdonan la “injerencia” que para muchos afiliados de pedigrí y décadas de militancia supuso que fuera Redondo el gran avalista de Juan Espadas como candidato a suceder a Susana Díaz, por más necesario que fuera el cambio para unificar el partido.

Solventado el conflicto catalán y con Espadas ya pisando Ferraz, el último comité federal ha sido la clave que, según explican desde dentro, ha convencido a Sánchez para tomar una decisión necesaria, como la salida de Redondo. En ese encuentro se mostró con claridad la unanimidad con que el presidente puede contar de todo su partido, tras más de un siglo de historia y con una implantación regional que no tiene nadie en la política española, con una única excepción: las críticas que se lanzaron contra Iván Redondo, al que se ve más como un impedimento para las próximas elecciones autonómicas, municipales y generales que se avecinan en apenas dos años, que como una solución. Una vez conocida la remodelación del Ejecutivo y las caras nuevas que se han introducido en el consejo de ministros, desde Ferraz entienden que su líder ha entendido el mensaje con claridad y se entra en una nueva etapa que debe garantizar el paso a otra legislatura con el PSOE al frente del Ejecutivo y de más CCAA que ahora.

Aunque el envite del partido haya sido el detonante de la salida del otrora todopoderoso Redondo, en las filas socialistas no se olvida la acumulación de supuestos errores de cálculo que había acumulado en el ‘debe’ de su balance político. Los fallos de cálculo en las mociones de censura fallidas de Murcia, aunque fue Santos Cerdán quien se autoadjudicó ese falló, y Castilla y León no sentaron bien en Ferraz ni en las territoriales, toda vez que sirvieron para relanzar al PP y facilitarle la conquista de Ciudadanos, mientras que el fracaso de las elecciones madrileñas y el encumbramiento de Isabel Ayuso supone en momentos delicados como este un peso demasiado fuerte como para soportar su permanencia en el cargo. No se olvida el protagonismo de Redondo en la moción de censura que descabalgó a Rajoy, pero tampoco fue bien visto por todas las federaciones socialistas la repetición de las elecciones que forzó apenas un año más tarde.

La alternativa que desde Ferraz se le puso a Pedro Sánchez sobre la mesa tras el último federal y ante la inminente remodelación del Gobierno fue retornar a un modelo territorial fuerte, representado en el consejo de ministros y capaz de afrontar unos comicios de la suerte que sean en cualquier momento dentro de los próximos dos años y medio. “Un Gobieno de la España periférica, unificado y unido en torno un partido centenario que guarda sus valores socialistas y con gente de la que pisa el suelo todos los días y conoce los problemas de la gente”, explican desde dentro de la formación.

No es indiferente tampoco en todo este proceso el mensaje que se lanza a Cataluña, con el paso de Miquel Iceta a la cartera de Cultura y una ministra de Transportes, Raquel Sánchez, que conoce bien los problemas de infraestructuras de aquella zona, la necesidad de recuperar las inversiones “perdidas” hasta ahora y feminista como la que más en cualquier partido catalán, señalan desde esa comunidad. 

Fuego amigo en el Gobierno

La salida de Redondo del Gobierno supone también el fin a una lucha interna que existía en el Gobierno de coalición. Nadie lo niega. Había fuego amigo constante, tanto entre PSOE y Unidas Podemos, como quedó demostrado con la crisis de la carne, como en el propio socialismo. La relación entre la ya exvicepresidenta primera Carmen Calvo con el exjefe de gabinete atravesó momentos turbulentos. También hubo algún problema de entendimiento con el grupo parlamentario que dirige Adriana Lastra. Ahora, todos esos cambios quedan solventados con la salida de unos y otros. Llamativo, por cierto, el adiós de José Luis Ábalos de sus responsabilidades ya que fue el principal apoyo de Sánchez en su reconquista del PSOE. El hoy presidente se subió al coche particular del valenciano en su primer acto de campaña.

Sánchez pone de paso fin a las diferentes enemistades que imperaban en el PSOE tras el fatídico comité electoral del 1 de octubre y la cruenta batalla con Susana Díaz que el pasado mes de junio vivió un segundo episodio. De esta forma, el presidente integra en el Consejo de Ministros a Isabel Rodríguez, que desembarca en la cartera de Política Territorial y en la Portavocía. El movimiento ha sido interpretado como una reco

ncilación del secretario general del PSOE con el ala susanista del partido.

Algo similar ocurre con la promición de Óscar López como nuevo director de gabiente del Presidente. Con este movimiento Sánchez cose las relaciones con una parte del partido, ya que el hasta ahora director de Paradores fue portavoz de Patxi López en aquellas primarias de 2017. Y con Félix Bolaños, alma presente del socialismo madrileño en Moncloa desde el primer día del Gobierno socialista. Asciende a ministro y cobra un protagonismo destacado de cara a la segunda mitad de legislatura.

Las diferentes almas del PSOE, por tanto, van a convivir ahora en el Gobierno de coalición, algo inédito hasta ahora. Rodríguez, López, Bolaños, Pilar Llop, nueva ministra de Justicia, o Pilar Alegría, de Educación, representan una hornada de dirigentes que crecieron políticamente junto a Sánchez y que incluso compartieron proyecto político en su primera etapa como secretario general. Aquel Comité Federal de 2017 rompió relaciones que ahora vuelven a recomponerse al más alto nivel político.

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