"No estoy allí para destruir a las personas, sino para unirlas. Haré todo lo que pueda para ganar esta elección, pero hay cosas que no estoy dispuesto a hacer", dijo Jeb Bush durante un mitin en Florida, en el que lanzó un nuevo eslogan: "Jeb puede arreglarlo" ("Jeb can fix it").
"No voy a renunciar a mis principios", dijo. "No abandonaré mi mensaje de optimismo, no me pondré los hábitos de un agitador iracundo y no rebajaré a las personas para crecer".
Bush también ironizó sobre los numerosos consejos que le dan analistas y profesionales de la política para mejorar las posibilidades de sus candidatura, tras caer en los sondeos y tener un desempeño mediocre en los debates televisados.
"Si Lincoln viviera, imagínense las tonterías que hubiera tenido que sufrir. Los asesores le dirían que se afeitase la barba, los comentaristas de televisión le aconsejarían que no usara más sombrero", se divirtió el republicano, quien se puso a dieta y perdió mucho peso antes de presentar su candidatura este año.
"No puedo ser algo que no soy", concluyó. "El liderazgo es otra cosa".
El discurso del lunes intenta abrir una nueva etapa en la campaña de Jeb Bush, para darle seguridad tanto a sus partidarios como a su red de donantes. A pesar de haber estado primero en numerosas encuestas antes de la llegada de Donald Trump a la carrera en junio, Jeb Bush, hijo y hermano de expresidentes, está ahora en el quinto lugar en materia de intención de voto, detrás del magnate inmobiliario, el doctor Ben Carson y los senadores Marco Rubio (Florida) y Ted Cruz (Texas), según la media de los sondeos calculada por el sitio RealClearPolitics.
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