José Bové "La agricultura campesina puede enfriar el planeta"

El incendiario y mediático eurodiputado francés, José Bové, ha llegado hasta Copenhague para sumarse la presión que la sociedad civil intenta ejercer estos días en la cumbre del clima a favor de un acuerdo de reducción de gases contaminantes. El ecologista galo saltó a la palestra mediática tras su arresto por quemar campos de maíz transgénico en Francia. Su última incursión en el espectro político fue su ascensión a candidato presidencial en las últimas elecciones en el país galo, hace dos años y medio, del que salió ganador Nicolas Sarkozy.

Bové se ha visto hoy recluido en una sala del centro de conferencias tras intentar proteger a un militante de una ONG durante la manifestación de al menos 2.000 personas manifestantes contra el bloqueo de las negociaciones, que se ha saldado con la detención de 200 personas.

¿Qué relación existe entre la agricultura, los alimentos transgénicos y el cambio climático? ¿Qué le ha traído hasta Copenhague?

Estoy aquí como eurodiputado y no sólo como activista. Los transgénicos son un buen ejemplo de los defectos de la agricultura industrial. La agricultura supone el 15% del cambio climático, sin integrar cifras sobre la deforestación que la actiidad agrícola genera. Las técnicas agrícolas que emplean emillas genéticamente modificadas están directamente ligadas a un proceso industrial que destruye el clima.

En Copenhague no se habla de agricultura

El problema es que el debate sobre la cuestión agrícola no está presente en la cumbre. No está en el programa, eso ya es algo increíble, teniendo en cuenta que hay elementos concretos de su impacto en el clima, como el transporte de materias primas agrícolas. Europa importa 22 millones de hectáreas de soja que llegan del sur para alimentar la agricultura industrial europea, alimentar el ganado. Los efectos del transporte de esta agricultura industrial es una catástrofe en términos de emisiones de metano. Es necesario tener en cuenta el modo de producción agrícola, que puede tener un impacto en el clima en función de cómo lo llevemos a cabo. Por eso decimos que la agricultura campesina puede enfriar el planeta.

¿La solución es volver a una agricultura a pequeña escala?

No es volver, es construir una agricultura campesina, protegerla, esa es la mejor forma de alimentar el planeta.

¿Qué papel tiene Francia en ese sentido?

El debate debería ser europeo, pero Europa no es muy valiente políticamente.  Francia gesticula mucho, como siempre, pero fuera del debate, así que no sirve de mucho. Cuento más con los países del sur para influir en el debate, para conducir los países industrializados a asumir sus responsabilidades. Espero que los movimientos sociales y la sociedad civil presionen a los Estados.  

¿Qué papel puede tener la Política Agrícola Común en el desarrollo de esta nueva agricultura?

La pregunta es qué objetivo tiene la agricultura, alimentar la gente allí donde vive, con productos de calidad y en cantidad suficiente protegiendo el medio ambiente. Ese debe ser el objetivo de la una nueva Pac. Para que sea legítima, debe responder a ese objetivo y responder a un objetivo que que no sea de competencia y dumping con respecto a los productos de los países del sur y que permita tener otra relación con esos países, para que puedan tener su propia agricultura.  

Es una ilusión creer que podemos alimentar el planeta a través del mercado. La agricultura debe ser local, no es normal que Brasil exporte 22 millones de hectáreas para alimentar a cerdos europeos, cuando podrían servir para alimentar a América Latina, es idiota, absurdo y aberrante.  

¿Qué balance hace del mercado de transgénicos en España?

España es una catástrofe, es el ultimo países de Europa donde aún hay transgénicos. España tiene su propio problema de agricultura industrial. Por ello hay que construir una agricultura a pequeña escala en el marco de la Pac. España sufre un gran éxodo rural, pueblos abandonados, yo creo que es posible reconstruir una política agrícola, pero para eso habría que situar la agricultura en el centro del debate, y no es el caso.

¿Qué espera de Copenhague?

Un buen acuerdo que sea vinculante sobre la reducción de emisiones del 40%, seguido de controles internacionales a largo plazo para la financiación de los países pobres. Si logramos eso, sería el nacimiento de un nuevo trabajo de Naciones Unidas.