José y Pascuala poseen el secreto del amor: tienen 100 años y llevan 76 juntos

    • Ambos tienen 100 años y llevan eso, 76 compartiendo la vida. "El secreto de nuestra felicidad es no discutir", recomienda esta pareja centenaria.
    • Cantaor de jotas, José, que se crió junto a sus cabras acabó cantanto ante Bobby Kennedy y el rey de Marruecos.
José y Pascuala, 100 años de amor
José y Pascuala, 100 años de amor

Se llama José Iranzo y tiene un tesoro que ha cuidado durante 76 años con Pascuala, el secreto de la felicidad. Ambos tienen 100 años y llevan eso, 76 compartiendo la vida. "El secreto de nuestra felicidad es no discutir", recomienda esta pareja centenaria.

José es Pastor, pero su gran pasión es cantar Jotas. José es un estilo de vida, una lección de filosofía existencial. Esta semana ha cumplido 100 años y lleva 76 casado con el amor de su vida: Pascuala.

José tiene un lema: "en esta vida hay que hacer lo que a uno le gusta y hay que luchar". Nos sentamos en el sofá de su humilde casa y José nos cuenta, junto a su mujer Pascuala, el viaje de una vida llena de éxitos con un denominador común: el amor.

El pastor de Andorra vive en un pueblo minero. José no tuvo una infancia fácil. Se quedó sin padre y sin hermanos cuando tenía dos años después de una grave epidemia de gripe que afectó a gran parte del pueblo.

Se crio prácticamente sólo ya que su madre tenía que ir a trabajar. Le dejaba en un pajar junto a una cabra y un gato. "Cuando se terminaba el jarrón de leche que me dejaba mi madre, una chica que había en el corral me acercaba la cabra y me ponía a mamar", bromea José.

Uno de los momentos que nunca olvidará el gran José fue cuando conoció a su amada esposa Pascuala. Una 'mocica' de El Ventorrillo que le escuchaba cantar asomada a la ventana de su casa. "Yo le escuchaba y decía, este mozo si se educara la voz ganaría mucho dinero".

El 'Romeo' Iranzo quedó perdidamente enamorado de la 'Julieta' Pascuala desde muy pequeños hasta hoy día. "Me gustaba mucho. Ella era muy guapa y yo me tenía por feote y siempre me quedaba con las ganas de decirle que me gustaba pero nunca me atrevía", recuerda José que recurrió a su cuñado para poder hablar con el amor de su vida.

"Tenía unos ojos que hablaban y estaba loco de amor, loco de amor, y loco de amor sigo por ella. Si volviera a casarme no la encontraría mejor. Nunca hemos estado enfermos, ni un sólo día en la cama. Nada le viene mal. Mi mujer tiene mucho más genio que yo, pero no ha conseguido que me enfade ni una sola vez desde que vivimos juntos", relata José con la voz rota.

Fue su suegra quien le ayudó para poder conquistar a Pascuala. "Mi suegra se enteró de que me gustaba Pascuala pero yo le decía que ella se merecía un chico mejor", confiesa el pastor que se estremece cuando al final su mujer le dio el sí quiero en un baile.

"Yo tenía un novio en Tarragona pero cuando mi madre me dijo que el pastor estaba enamorado de mí no me lo pensé" dice Pascuala con una sonrisa en la cara.

Cada día que pasa, José se siente más enamorado de Pascuala. "Mi mujer ha sido mi gran apoyo. Cada vez la quiero más". Además le dedicó una canción: "Asómate a la ventana Pascuala de mis amores, que verás salir del sol tus ojos que son dos soles".

En la mili descubrieron su talento para el cante

Después de la guerra José se casó con Pascuala,que el pasado mes de junio cumplió 100 años. Meses después el pastor se tiene que ir a la mili y dejar a su familia. Fue en ese momento cuando el pasotr le dio por primera vez un beso a su amada. "Antes de ir ala guerra le di el primer beso, y fue una pasada". Esta incidencia supone un toque mágico del destino. En la mili se descubre todo el potencial creativo que posee este pastor de Andorra. Fue entonces cuando fue 'descubierto' para la jota por un teniente, que le envió a tomar clases con la famosa cantaora de jotas Pascuala Perié.

"Estábamos cantando en cantina cuando de repente entra el teniente y grita: "¿Quién está cantando aquí?" Le dio dos duros y le dijo que invitara a los amigos y cuando viniera el general tendría que cantarle.

"Cuando terminé de cantar al general, el sargento me dijo que me llevaba a la escuela pero le dije que no tenía dinero". Fue entonces su jefe quien le pagaría el primer mes pero cuando llegó a la escuela el profesor le dijo que no podía enseñarle por que no tenía tiempo y fue cuando la gran Pascuala Perié aceptó ser su profesora.

"Llegué y cuando terminé de cantar todo el mundo se empezó a reír y troncharse de risa. No sabía por qué pero al final me dijo Pascuala que nunca había escuchado cantar así a nadie".

Ha cantado al Rey Juan Carlos, a Franco, pero una de las actuaciones que más recuerda e sla ministro Ibáñez. "Me pagaron mil pesetas y a Pascuala, mi mujer, se le pusieron los ojos grandes como platos. Me dijeron que si quería un puesto en la Diputación de Teruel me lo daban, pero yo tenía mis cabras.Cara a cara con Bobby Kennedy

La inteligencia natural de José se ha enriquecido gracias a los múltiples viajes que ha realizado a lo largo de su vida. El pastor se ha agarrado con toda el alma a esa universidad popular que supone conocer gentes de primera mano. Ahora, después de dar un trago de moscatel, coge uno de sus albumes de fotos y recuerda con alegría una de sus mayores pasiones.

"Llegó una carta de Coros y Danzas de la Sección Femenina donde le invitaban a ir cuatro meses a viajar por Europa: Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y Luxemburgo", recuerda su mujer, que nunca ha puesto un 'pero' cuando se iba de viaje.

Cada gira era una oportunidad de aumentar su patrimonio. Y como era inevitable, un día le proponen grabar su primer disco. "Lo grabé en la Casa Zafiro. El ministro de Calamocha me dijo que me ayudaba y me pagaron 500 pesetas el minuto". Ya con 90 años grabó su último disco y fue un éxito de ventas. Ahora, centenario, ya no canta después de que sufriera un ictus hace dos años que le afectó a la garganta.

Una de las anécdotas de sus viajes que aún le hace sonreír nos lleva a Marruecos. "Canté para Hassán II en su palacio de Fez. Entramos de la mano de dos en dos, como si fuéramos novios, y vimos a sus 40 mujeres, que las conté". Lo que muy pocos saben es que el rey les dio una propina de 400.000 pesetas después de degustar una espectacular actuación. Tanto les gustó que el monarca les volvió a llamar pero tanto José como su coro no quisieron volver por vergüenza y no recibir otra suculenta propina.

Pero José siempre guardará un especial recuerdo de su viaje a La Habana de Batista donde estuvo tres meses y donde llenó el Palacio de los Deportes en varias ocasiones. "Cuando llevaba quince días me dijo el jefe de la aviación cubana que si me podía quedar tres meses más. No pude porque me llegó una carta de mi mujer que decía que mis hijos preguntaban mucho por mí y se me cayeron las lágrimas".

Nueva York también lo lleva en la memoria. "Fuimos a Nueva York tres meses pero sabía que me tenía que cuidar la voz y no podía salir de juerga", bromea José que recuerda cómo volvía "del Teatro de Mahattan tan feliz de volver a ver a mi ganado en Andorra".

En la ciudad de la gran manzana conoció a Robert Kennedy, "un tipo sencillo", dice. "Me arranqué a cantar una jota en inglés y todo el público se quedó con la boca abierta", recuerda.

No paran de llegar colegas y familiares de José para darle la enhorabuena y felicitarle. Todos se quedan sin palabras ante la sonrisa de José que nos da la clave del éxito para llegar a los 100 años tan sano y alegre como está en la actualidad. "Hay que viajar y ser feliz porque cuando llegas a casa quieres más a la familia. En mi casa lo tenía todo". Y deja una frase para el recuerdo: "Si quieres ser feliz en la vida no discutas con nadie y no tendrás enemigos".

José Iranzo sigue mirando a la vida con la misma ingenuidad y confianza que aquel día en el que se agarró a la teta de una cabra. Sabe que lo único que no cambia es la familia. Cuando entorna el rostro para recorrer sus 100 años sabe que ha valido la pena llegar hasta donde ha llegado. Y claro, cuando sopla las velas ahí está su Pascuala que le da un beso que casi le hace que se le salten las lágrimas.

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