Juárez, la ciudad de la muerte

  • En Ciudad Juárez, los homicidios y tiroteos se repiten un día tras otro. Desde enero de 2008 ya ha habido más de 5.000 homicidios relacionados con los carteles de la droga y la situación no da visos de mejorar. Los equipos de sanitarios que atienden a las víctimas no dan abasto y necesitan trabajar con escolta, porque ellos también pueden resultar heridos. Les acompañamos en exclusiva durante una jornada de trabajo por las calles de una ciudad donde los ataques armados se suceden sin sorprender ya a nadie.
"Siento la obligación de contar lo que sucede en Ciudad Juárez"
"Siento la obligación de contar lo que sucede en Ciudad Juárez"
lainformacion.com
Ioan Grillo y John Dickie

(El próximo vídeo está en inglés. Puedes leer su transcripción al castellano más abajo).

In situ: Ciudad Juárez, México

Sanitarios de la guerra contra el narcotráfico en una ciudad sitiada

Es la una de la tarde de un jueves en Ciudad Juárez, en la frontera con Malpaso (Tejas). Unos asesinos han asaltado a una víctima a la salida de un centro comercial y el tiroteo también ha provocado que varios coches chocaran en cadena.

Los sanitarios no han podido hacer nada por salvar la vida de las víctimas de los tiros, pero han sacado a dos conductores de sus vehículos destrozados y los han trasladado al hospital para comprobar las heridas de los enfrentamientos y tratar de localizar alguna bala.Cuando los sanitarios abandonan el lugar de los hechos, la policía les escolta por si acaso algún pistolero siguiera en la zona.

Tiroteos como éste suceden cada día en la capital mundial del crimen, donde los carteles del narcotráfico rivales se pelean por los beneficios de miles de millones de dólares que supone el trapicheo de cocaína, marihuana y metanfetamina ("cristal") a Estados Unidos.

Desde enero de 2008, ha habido más de 5.000 homicidios en esta ciudad de 1.300.000 habitantes. El equipo de sanitarios municipales se enfrentan a la tarea hercúlea de atender todos estos casos, más dura es su función teniendo en cuenta que no disponen de ninguna ambulancia: tienen que moverse en cinco vehículos que pertenecen a la Cruz Roja.Con las ambulancias manteniéndose alejadas de los tiroteos, el equipo de tan sólo 8 sanitarios municipales algunas veces tienen que atender hasta 20 víctimas heridas de balas en una sola tarde.

El jefe del equipo de sanitarios Carlos Buenrostro, de 34 años, está al cargo del turno que empieza a las tres de la tarde. Después de 16 años en las calles, es un experto atendiendo a heridos de balas:"Nosotros cuando nos dicen que hay una persona lesionada por arma de fuego, no vamos hasta que [la zona] no esté asegurada por [la] seguridad pública. Es una escena donde nosotros podamos entrar seguros ya sea [para] atender a un paciente que está vivo o a revisar una persona que ha fallecido. Necesitamos seguridad en caso de que quieran volver a matar o lesionar a la persona, que esté la seguridad pública, para que pueda protegernos a nosotros".

Buenrostro recibe un aviso sobre un tiroteo y  corre hacia el lugar en el coche empleado por los supervisores, con el que se puede mover con mayor rapidez que las ambulancias por las calles.El jefe de los sanitarios llega a la escena del crimen, situada en una zona residencial de clase media. Allí un señor de 50 años ha sufrido una emboscada y le han disparado dentro de su Volkswagen rojo. Buenrostro comprueba si aún hay pulso, pero ya es demasiado tarde para salvar a la víctima. El hombre ha muerto sólo unos minutos después de que le dispararan.

[Carlos Buenrostro:] "Te sientes un poco postrado [indefenso] cuando llegas y que no puedes hacer nada por el paciente. Porque te preparas para atender a los pacientes, pero hay lesiones que… hay pacientes que mueren. Aunque tú lo traslades vivo, por las lesiones llegan muertos a los hospitales, por el mismo trauma que sufren, por las lesiones que traen ya".

Buenrostro cuenta que los carteles de la droga han llegado a amenazar a los propios sanitarios, diciéndoles que no atiendan a pacientes concretos: "Nos han amenazado por la radiofrecuencia, que no nos acerquemos a atender cierto servicio. Y ellos saben dónde está la persona y te dicen que no te acerques, porque si no, te van a esperar. Pero te advierten que no te acerques".

En 1996, de hecho los pistoleros mataron a un sanitario cuando dispararon directamente a una ambulancia para acabar definitivamente con un paciente. Para evitar más bajas, los sanitarios ahora tienen escolta policial cada vez que se enfrentan a un caso así.

Buenrostro sólo ha atendido un tiroteo durante esta jornada, una media baja para los estándares habituales de Ciudad Juárez. Jorge Jiménez le releva para el turno nocturno, cuando tiene lugar gran parte de la violencia. Un aviso policial le informa de un tiroteo.

Al llegar al lugar de los hechos, Jiménez se encuentra con un chico de 16 años que ha recibido un disparo en la pierna en un intento de atraco. Otros sanitarios ya han sanado la herida."¿Por qué te apalearon?", le pregunta Jiménez."Pues no más porque me quisieron acertar [quitar] los tenis, reciente aquí están, y un celular", responde el chaval mientras muestra una de sus zapatillas de deporte. "Lo mejor recomendable es que ya no salgan a las calles por la noche con su celular", añade el chico.

La mayoría de las víctimas de un tiroteo acaban en el Hospital General de Ciudad Juárez, el centro clínico público más grande de la ciudad, puesto que muchos hospitales privados no aceptan a pacientes heridos de bala.

[Jiménez:] "Ya se han visto casos que llegan, se meten, lo matan y se van. Por eso los hospitales no quieren recibir a personas heridas con armas de fuego, porque no hay vigilancia en los hospitales".

Como marido y padre de dos, Jiménez dice que es duro para su familia que trabaje bajo condiciones tan duras. "Está bien, porque me gusta el trabajo, me gusta la acción. Si no nos gustaría, pues a otro lado. Como está fea la situación, la esposa 'podría buscarse otro trabajo', porque se pone feo a veces. Pero aquí estamos", explica.

Los tiroteos no dan señal alguna de que vayan a disminuir. De hecho, con el reciente homicidio de seis agentes de Policía Federal, existe el miedo de que los carteles vayan a apuntar más alto en sus ataques, a las fuerzas de seguridad que tratan de restaurar el orden. Esto haría el trabajo de los sanitarios como Jiménez y Buenrostro más peligros que nunca. Y eso sin contar el aumento de las víctimas a las que tendrían que atender.

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