La primera batalla (casi perdida) de Inés Arrimadas: liderar la Mesa del Parlament

  • La líder de Ciudadanos sabe que es una quimera lograr su presidencia pero quiere advertir de las consecuencias de que lo controle el independentismo.
Inés Arrimadas
Inés Arrimadas
EFE

Con Puigdemont huido (pocos creen que vuelva) y Junqueras preso... la batalla por la mesa del Parlament será clave. "Ciudadanos tiene que presidir el Parlament para evitar que los partidos separatistas repitan las mismas barbaridades y se vuelvan a saltar las leyes". Palabra de Arrimadas. La ganadora (en votos, que no escaños de las elecciones en Cataluña) se muestra reacia a iniciar una batalla por presidir la Generalitat, pese a las presiones del PP y del PSOE, que miran en clave nacional el desenlace, y prefiere ganar la de la mesa del Parlament, centro estratégico que podría reconducir hacia la senda de la legalidad el trabajo del mismo.

Arrimadas ve todo un Everest lograr la presidencia de la Generalitat, pero no tanto (o sí, pero esta guerra le interesa más) presidir una mesa que considera le corresponde a la formación naranja por haber "ganado las elecciones" del 21-D, pues obtuvo más escaños y votos que otras formaciones. El panorama se le presenta igual de desalentador, entonces, a qué este empeño. Tiene sus razones.

La líder de Cs siempre ha reprochado a la última presidenta del Parlament, Carme Forcadell (ERC), que se comportara como "la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana", en lugar de hacerlo como presidenta de la cámara que debe representar a todos los catalanes. Por este motivo, ha destacado que con Ciudadanos al frente los políticos separatistas no podrán volver a "hacer lo que les dé la gana ni a saltarse las leyes". "Pase lo que pase seguiremos trabajando desde la legalidad y el sentido común para que vuelva la normalidad a Cataluña", es su mensaje. Forcadell, por su parte, decidirá si opta de nuevo a la presidencia de la cámara catalana "sólo cuando reciba una propuesta formal" al respecto. Los Comunes ya han manifestado como era previsible que no apoyarán a Cs.

Más circo y más lío con la mesa de árbitro... independentista

Pablo Simón, experto en política y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid considera que Arrimadas y Cs, "no tienen ninguna posibilidad, lo más normal es que cuatro puestos de la mesa sean para los independentistas y tres para el resto. No tiene apoyos para lograr la presidencia". ¿Por qué entonces se embarca Arrimadas en una batalla perdida? Simón si entiende sus razones. "Es una respuesta a las presiones por parte del PP y el PSOE, hay que mirarlo en clave nacional. Cs no quiere inmolarse en un intento de alcanzar la presidencia de la Generalitat e intenta defender su eslogan de que Gobierne la lista más votada a un nivel inferior, que es la mesa".

Pero hay otro asunto de fondo. "Si los independentistas controlan la mesa pueden estrangular el reglamento de la Cámara". ¿Para qué? En el caso de que Puigdemont no vuelva no podría ser investido porque debería estar en la sesión de investidura y presentan un programa de Gobierno, pero ¿y si la Mesa apuesta por una investidura telemática retorciendo el reglamento? se pregunta Simón. Se recurriría al TC, pero ya tendríamos otro lío. Ahí esta también el interés por su control

Ismael Crespo, catedrático de Ciencia Política también ve el control de la mesa como un elemento trascendental en las próximas fechas. "No solo estamos ante un elemento simbólico que refleje que el ganador de las elecciones tiene un puesto institucional relevante, es que la mesa va a ser clave para el devenir de los acontecimientos". A saber. Investiduras telemáticas y más circo, que lo va a haber. "La situación es peor que en diciembre, el 155 no ha solucionado nada porque ahora escucharemos eso de las urnas han hablado". No es optimista Crespo, que tampoco da ninguna posibilidad a que Cs lidere la mesa del parlament. En este clima de irracionalidad sentimental ve factible que se retuerzan los reglamentos a conveniencia. La pregunta es si el TC servirá de parachoques de algo ya.

Una batalla de cara a la opinión pública

La batalla por la mesa es una quimera como reconoce el mismo PSC. Su número dos, Eva Granados, ha reconocido ya que es "difícil" que haya un presidente de la Mesa del Parlament que no sea independentista porque "no salen los números". "Haremos todo lo posible para que haya una presidencia no independentista, pero no se me ocurre cómo puede ser si no faltan diputados del bloque independentista", afirmaba en RNE.

Granados se ha mostrado partidaria de apoyar a un candidato de Cs a la presidencia de la Mesa de la Cámara catalana, pero ha apuntado que no han recibido ninguna oferta aún por parte de la formación naranja. También ha descartado que sean los socialistas los que planteen un candidato a la presidencia del órgano rector del Parlament: "No vamos a plantear una presidencia de la Mesa con 17 diputados. Hay 70 diputados que hacen una mayoría independentista y que lo lógico es que forme Gobierno, tienen la legitimidad para hacer Gobierno, pero no tienen legitimidad para saltarse la ley de nuevo", comentan desde el PSC.

Arrimadas ha reconocido sus escasas posibilidades de convertirse en presidenta pese a que Junqueras siga en la cárcel y Puigdemont no vuelva. "Si tuviéramos una ley electoral justa, si la hubieran cambiado el PP y el PSOE el debate en Cataluña no existiría y estaríamos pensando en cómo gobernar nosotros porque hemos ganado en votos", señala. Crespo cree que la batalla también dará visibilidad a Cs, que anticipará los problemas futuros si no es su partido el que lidera la mesa.

De fondo la batalla entre los independentistas continúa. Los consellers deberían renunciar, pero quieren garantías de que formarán parte del nuevo Govern. ERC está forzando a JxCat para que Puigdemont aclare su postura porque si él no vuelve el segundo del escalafón es Junqueras. Pero al seguir este en la cárcel debería haber un sustituto o sustituta o podría ser nombrado un president, pero luego en realidad que gobernara el Conseller en Cap. Todo es posible en Cataluña hoy. Y la mesa tiene mucho que decidir.

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