La semana a ocho personas fueron detenidas acusadas de planificar un atentado en Sarajevo con ocasión de las fiestas de fin de año.
"Amenazaban con perpetrar un ataque con explosivos en el que morirían un centenar de personas", dijo el fiscal Dubravko Campara.
Los hombres se reunían para rezar en pequeños grupos en una casa arrendada.
Tras las detenciones, las autoridades difundieron una foto de la sala donde rezaban en la que se veía un cartel con la bandera del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
En un país donde un 40% de los 3,8 millones de habitantes es de religión musulmana, que en su mayoría tienen una visión moderada del islam, no hay datos sobre la cantidad de sitios de oración informales, que a menudo son gestionados por predicadores radicales.
Su existencia, que escapa a cualquier control, preocupa seriamente a los responsables de la comunidad musulmana.
"La comunidad islámica no tiene ningún mecanismo para luchas contra este fenómenos. La policía es la que tiene que vigilar a estos grupos", dijo a la AFP Dzevad Hodzic, profesor de la Facultad de Estudios Islámicos de Sarajevo.
En un país donde el desempleo alcanza al 40% de la población, los yihadistas llegados durante la guerra intercomunitaria que se desarrolló entre 1992 y 1995 para luchar junto con los musulmanes locales, con un mensaje que defiende una interpretación extremadamente rigorista del islam, encuentran algunos adeptos.
"Tengo que admitir que no habíamos podido a tiempo dimensionar la amenaza de la propagación de esta ideología", declaró a principios de diciembre el líder político musulmán Bakir Izetbegovic, miembros de la presidencia tripartita.
Por su parte, el gran muftí, Husein Kavazovic, envió una consigna a los 1.500 imanes de las mezquitas del país.
"El islam debe ser enseñado de la forma en la que nuestros ancestros lo hicieron siempre aquí", recomendó el líder espiritual.
Para la autoridad religiosa, "la violencia y el terror no son el camino" y exhortó a las autoridades a emplear la fuerza contra los "villanos".
Jasmin Ahic, un especialista local en temas de seguridad, estima que las autoridades tienen que tomarse en "muy en serio" el último ataque contra militares, al igual que una agresión contra una comisaría de Zvornik, ocurrido en el este del país en abril, en el que un islamista abatió a un policía con un arma automática y dejó heridos a dos agentes.
"Al cometer un ataque contra la policía y el ejército, ellos quisieron mostrar que se trata de actos terroristas. El mensaje es claro", afirmó Ahic, que destaca que la comunidad musulmana debe jugar un rol crucial en el proceso de "desradicalización".
Las autoridades estiman que más de 200 bosnios han dejado el país para unirse a grupo yihadistas en 2012 y 2013 en Irak y Siria, y que 26 de ellos murieron, pero afirman que unos 50 lograron volver a Bosnia.
Desde que el año pasado, el país adoptó una legislación que impone penas de prisión de hasta 20 años a los yihadistas y sus reclutadores, la cantidad de personas que deja el país para alistarse para combatir parece haber disminuido.
Uno de los principales reclutadores, el imán Husein Bosnic, fue condenado en noviembre a siete años de prisión.
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