Bajo la lupa de la Fiscalía

La caída de la reputación obliga a los centros de ancianos a cambiar el modelo

Tras 20.000 muertos, el sector debe reinventarse para recuperar la confianza de la sociedad con “una fuerte autoregulación y mucha más transparencia”.

Residencias de ancianos
La caída de la reputación obliga a los centros de ancianos a cambiar el modelo.
EFE

La pandemia provocada por la Covid-19 se ha cebado con las residencias de ancianos. Sanidad cuantifica los fallecidos por coronavirus en España en 27.133 muertos oficiales, aunque el INE eleva la cifra hasta los 48.115. En cualquier caso, un buen número de los muertos en España durante esta terrible crisis sanitaria se ha producido en los centros de mayores, hasta el punto de que las residencias de ancianos se han visto en el ojo del huracán, con una gran crisis reputacional, reconocen en el sector, y bajo la lupa de la Fiscalía, que en estos momentos mantiene activas 382 diligencias civiles y penales en relación con la crisis del coronavirus y la gestión de la misma en las residencias de ancianos. 

"Necesitamos revertir la imagen que se pueda tener de nosotros en la sociedad tras el drama que hemos vivido mediante una autoregulación muy exigente, repito, muy exigente, y con un ejercicio de transparencia muy alto. Será la única forma de recuperar toda esa confianza. Que el ciudadano conozca todos los datos", explica Jesús Cubero, de la Asociación de Empresas de Servicios para la Dependencia (AESTE), la patronal del sector. Y sentencia: "Las residencias hemos sido las grandes abandonadas", por las administraciones públicas, "durante la pandemia. 

"Se ha abandonado a los usuarios, las familias y los trabajadores y ha habido poca información. No sabíamos a quién llamar o dónde recurrir. Y, luego, a los trabajadores les ha faltado el material y la seguridad", recalca Valerio Gómez, presidente de la primera asociación nacional de familiares y trabajadores descontentos por cómo se ha gestionado la crisis del coronavirus en los centros para mayores. No hay cifras oficiales, pero se calcula que en las residencias de ancianos han muerto por la Covid cerca de 20.000 personas. Así lo pone de manifiesto una información de RTVE, que las cifra en 19.504. Cifra que asume una fuente del sector de las residencias, que habla de "alrededor de 20.000 muertos". Un número que asusta si tenemos en cuenta que en las aproximadamente 5.500 residencias de ancianos que hay en España (públicas, privadas y concertadas) residen -residían más bien- unas 380.000 personas.

Las fuentes del sector inciden en varias aristas del drama vivido en los centros. Por un lado, se avisó tarde a las residencias, por lo que las medidas también llegaron tarde -"Nosotros ya habíamos solicitado antes que se restringieran las visitas, que se cerraran los centros de día... porque teníamos claro que el virus venía de fuera", dice Cubero-. Por otro, durante semanas el 'mercado' de los EPIs estuvo bloqueado por el Gobierno central y las comunidades autónomas y los centros se quedaron sin material de protección para sus trabajadores. Y, por último, lo más importante: "En las residencias cuidamos, pero no curamos. En la situación en que estuvimos se priorizó la atención en los hospitales, que estaban saturados, y no se atendió a los mayores como se debía. Eso lo explica todo", zanja 

Así, durante la pandemia y ante el colapso de los hospitales, las residencias han tenido que asumir una función para la que no estaban preparadas, sin contar con los medios adecuados y con contagios entre su personal por la ausencia de equipos de protección individual y de tests, denuncia Paco Tarazona, geriatra y vocal de la directiva de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. "Las residencias tampoco están diseñadas como espacios hospitalarios y por eso el aislamiento de los mayores contagiados ha sido difícil en muchas ocasiones", subraya Tarazona. 

Respecto a la mortalidad, el geriatra sostiene que "los mayores no han muerto porque estaban en las residencias. Al contrario. Las personas que viven en residencias lo están porque tienen un tipo de dependencia y patologías que hace muy difícil su cuidado en casa por parte de los llamados 'cuidadores informales' como cónyuges, hijos, cuidadores externos... Y al ser pacientes de mayor vulnerabilidad y sin los equipos de protección necesarios, eso es lo que ha favorecido la alta tasa de mortalidad en residencias".

"Esperábamos hasta 72 horas para que recogieran el cadáver"

"Vamos a ser absolutamente implacables con el trato que se dé a los mayores en las residencias. El Ejército en algunas visitas ha podido ver a algunos ancianos absolutamente abandonados, cuando no muertos en sus camas". La ministra de Defensa, Margarita Robles, daba la voz de alarma el pasado 24 de marzo cuando la Unidad Militar de Emergencias (UME) entraba en las residencias a desinfectar sus instalaciones. "Esas palabras fueron el detonante de la ‘crisis’ en las residencias, pero nosotros lo único que hacíamos era seguir los protocolos que nos ordenaban las administraciones. Los mayores eran rechazados en los hospitales, morían en las residencias y se nos ordenaba clausurar la habitación con el cadáver dentro y avisar a los servicios sanitarios y funerarios. Pero estaban desbordados y ha habido casos en los que ha habido que esperar más de 48 y hasta 72 horas para que vinieran a recoger un cadáver. Así, lógicamente, avisabas al ejército, a la guardia civil, a los bomberos.... Toda la sociedad estaba desbordada. Pero lo que estaba mal dictado era el protocolo", denuncia Cubero.

En este sentido, desde AESTE no muestran inquietud alguna por las decenas de diligencias judiciales sobre su actuación durante la pandemia. Más bien al contrario, aseguran, porque "estas demandas y las acciones de la Fiscalía están propiciando que se sepa la verdad, que salga a la luz la realidad y que nosotros no quedemos como los malos de la película. Han permitido que hayan salido a la luz documentos de varias comunidades autónomas en los que no se admitía en hospitales a pacientes que venían de residencias, donde había unos protocolos equivocados".

¿Y el futuro? Pase lo que pase, los centros y residencias para mayores tendrán que reinventarse. El modelo se ha demostrado que no funciona en una situación pandémica. "Parte de una ley de 2006, que nace sin dotación precupuestaria y refleja la realidad de la sociedad española hace 15 años", dice Jesús Cubero, "tenemos una sociedad que ha evolucionado, con mayor esperanza de vida y el residente modelo en una residencia es hoy una persona de más de 84 años, con varias diagnósticos clínicos, polimedicados y con una mayor situación de dependencia. Está claro que necesitan una mayor apoyo sanitario y ya se están realizando inversiones para contratar más personal médico, una mejor ratio de cuidadores por residente, instalaciones adecuadas para medidas de aislamiento...” 

Tarazona, desde la SEGG, también cree que el futuro pasa "por una relación más fluida de las residencias con el ámbito hospitalario y un debate sereno sobre cuál es el modelo que queremos para atender a las personas con discapacidad y dependencia. O una mayor ayuda para que ese paciente pueda estar en su domicilio, que es lo que deseamos todos, por otra parte la implantación de pisos tutelados, que es otra posibilidad".

El portavoz de la patronal AESTE incide en que "para la labor social que hacemos se necesita un mayor apoyo sanitario". Para ello, hay varias fórmulas: "Una es incrementar la dotación en los hospitales y en los centros de salud para que se pueda atender a los mayores y otra opción, que es la más eficiente, es que sean los propios centros los que se hagan cargo, los que incrementen el personal y tengan una mayor contratación de personal médico, de enfermeras... Y crear así ese espacio sociosanitario del que tanto se viene hablando". Desde la asociación, también proponen cambiar el modelo asistencial de España para los mayores. “Las personas lo que quieren es estar el mayor tiempo posible en su casa. Y por ello habrá que implementar un modelo con teleasistencia en casa, de ayuda a domicilio, de centros de día y la persona que ya no pueda estar en su casa acudir a las residencias y que éstas cuenten con mayor potencia sanitaria".

Pero estos cambios necesitan financiación. ¿Supondrá esto que los ancianos deberán pagar más por su plaza en una residencia? “Una cama en un hospital de agudos tiene un coste de 1.500 euros por persona y día; el coste de una plaza en una residencia en la Comunidad de Madrid, cuando la gestiona la administración pública al 100% está en 150 euros y cuando esa misma plaza la concierta con una empresa privada, 52 euros. ¿Tiene que ser más caro? Yo creo que no. Lo que hay que aumentar realmente es el componente sanitario. En otros países funciona con una serie de módulos donde servicios sociales paga una parte del coste, donde sanidad paga otra parte del coste".

El geriatra Paco Tarazona sí cree que un cambio en el modelo de las residencias y la asistencia a mayores supone un incremento de los costes. "Hasta ahora la mayor parte de residencias pertenecen al ámbito privado porque el ámbito público no ha desarrollado el número de residencias necesario y adecuado. Hace falta un análisis que ya trasciende la parte puramente clínica sobre cuál es el modelo de atención a la dependencia, cuál es la parte que corresponde al Estado invertir por atención a la dependencia, cuál es la parte que tiene que asumir el mayor o sus familiares..."

Desde la SEGG se incide en que "si la mayor parte de la atención a mayores en nuestro país está en manos privadas, las cuáles en algunos casos reciben una aportación pública a través de un concierto, en un contexto de crisis económica, ¿cómo va a ser posible la correcta atención en estos centros si las pensiones medias en España están muy por debajo del coste mensual de la residencia? Este es otro debate que hay que abrir”, sentencian.

Mientras, y pese a los 20.000 muertos y la crisis de confianza que los mismos han generado en la población española sobre la calidad de las residencias de ancianos en España, hace ya unos días que ha comenzado la readmisión, el ingreso de nuestro mayores en las residencias, para las que existe una lista de espera de cerca de 15.000 personas. Y es que, pese a todo, “las residencias de ancianos son una cuestión de primera necesidad".

Mostrar comentarios