La democracia sudafricana, aún marcada por el racismo, se hace mayor de edad

  • La democracia de Sudáfrica se hace hoy mayor de edad al cumplirse 18 años desde la celebración de sus primeras elecciones tras el fin del régimen del apartheid, aunque el país lucha aún por deshacerse de las secuelas que dejaron más de cuatro décadas de racismo.

Jaime Velázquez

Johannesburgo, 27 abr.- La democracia de Sudáfrica se hace hoy mayor de edad al cumplirse 18 años desde la celebración de sus primeras elecciones tras el fin del régimen del apartheid, aunque el país lucha aún por deshacerse de las secuelas que dejaron más de cuatro décadas de racismo.

El 27 de abril de 1994, los sudafricanos no blancos pudieron participar por primera vez en unas elecciones en su país, poniendo fin así a la privación de derechos que se les había impuesto a través de numerosas leyes aprobadas esencialmente durante el Gobierno de los afrikaneer, descendientes de los colonos holandeses.

Aquel día, declarado fiesta nacional y bautizado como "el día de la libertad", el expresidente Nelson Mandela, primer jefe de Estado negro del país, inauguró la "Nación arco iris", la Sudáfrica de la reconciliación, la convivencia y la igualdad de oportunidades.

Sin embargo, la primera generación de sudafricanos que nació y creció en un sistema democrático se encuentra inmersa aún en gran parte en las diferencias raciales de hace dieciocho años, mientras que el legado de Mandela se desdibuja por la corrupción política y la crisis económica.

A pesar de que los jóvenes sudafricanos de 18 años nacieron en igualdad y libertad, y no conocieron el apartheid, han hecho suyas las historias que les contaron sus mayores.

"Nuestros padres pasaron por eso, y, en la mayoría de los casos, llevamos con nosotros las ideas de nuestros padres", reconoce a Efe Zweli Mbhele, estudiante de la Universidad de Witwatersrand de Johannesburgo, conocida como Wits.

"Pude sentir la discriminación del apartheid cuando era muy pequeña, en un incidente con mi madre. Lo que sentí fue rabia, y eso me va acompañar toda la vida", añade Bulungile Mbebyone, compañera de Mbhele en el taller de Radio de Wits.

Aunque los jóvenes sudafricanos se sienten orgullosos de su país y del proceso de reconciliación que facilitó su transición a la democracia, son conscientes de las diferencias raciales que han heredado.

"Aún hay bares a los que van los blancos y bares a los que van los negros. Todo sigue siendo 'esto es blanco, esto es negro'. No existe un sentimiento nacional sudafricano. No creo que mucha gente en este país se vea a sí misma como parte de una nación arco iris", asegura Mbhele.

Mbhele y Mbebyone fueron de los primeros alumnos en ir a la guardería en clases mixtas, aunque la mayoría de los colegios sudafricanos, dieciocho años después, siguen manteniendo un color uniforme.

"Cuando alumnos negros convierten un colegio en mixto, lo que hacen los blancos es cambiarse a otro centro que la mayoría de los sudafricanos no pueda pagar", apunta Lucky Mdaweni, otro estudiante en la Universidad de Wits.

El sueldo medio de la minoría blanca es 5 veces superior al de la mayoría negra, y en las urbanizaciones acomodadas la primera causa de muerte son las enfermedades coronarias, mientras que la población negra fallece principalmente de tuberculosis y sida, según la última encuesta del Instituto de Relaciones Raciales de Sudáfrica (IRRS).

Pese a todo, los analistas destacan los avances de estos últimos dieciocho años, en el que los sudafricanos se han enfrentado a un problema racial que se remonta a la llegada de los colonizadores europeos en el siglo XVII.

"El peligro es pensar que han pasado 18 años y esto debía estar arreglado. Estos patrones de desigualdad social y económica llevan implantados no solo desde las décadas del apartheid, sino desde mucho antes", explica Lucy Holborn, investigadora jefe del IRRS.

"En el día a día, hemos visto una integración muy pacífica en colegios, universidades y lugares de trabajo", agrega.

"La gente ahora puede ir más allá de las clasificaciones raciales, que mucha gente ve injustas. La frustración no viene solo de grupos blancos, sino también de los negros, que no quieren ser clasificados por su raza, sino competir en igualdad de condiciones", apostilla.

"Como cualquiera que tenga 18 años, (la democracia sudafricana) es una joven temperamental, y tenemos problemas, pero como en otros países", afirma la estudiante Bulungile Mbebyone.

"Lo importante es que celebremos y apreciemos que hemos ganado nuestro derecho a ser lo queramos ser", sentencia.

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