La historia secreta del final del "apartheid" ve la luz en Cannes

  • La liberación de Nelson Mandela en 1990, y todas las negociaciones que condujeron al fin del "apartheid", adquieren un giro inesperado con el documental "Plot for peace", que coloca en el origen de ese entramado a un empresario conocido bajo el pseudónimo de "Monsieur Jacques".

Marta Garde

Cannes (Francia), 20 may.- La liberación de Nelson Mandela en 1990, y todas las negociaciones que condujeron al fin del "apartheid", adquieren un giro inesperado con el documental "Plot for peace", que coloca en el origen de ese entramado a un empresario conocido bajo el pseudónimo de "Monsieur Jacques".

La investigación, codirigida por la sudafricana Mandy Jacobson y por el español Carlos Agulló, se sirve del relato en primera persona de los personajes clave que participaron en el proceso: jefes de Estado, políticos, diplomáticos y el propio "Jacques", de nombre verdadero Jean-Yves Olivier.

El resultado busca ahora distribuidores en el mercado paralelo al Festival de Cannes, donde Agulló explicó en entrevista con Efe que en el fondo el documental demuestra que "la Historia se construye con personas", y que como individuos debemos confiar en la posibilidad de cambiar las cosas.

Jacobson y el fundador del "African Oral History Archive", Ivor Ichikowitz, de donde procede la documentación, le conocieron a través de sus colaboraciones con el director Alejandro Amenábar, y le consideraron perfecto porque buscaban una perspectiva fresca.

Su trabajo conjunto les llevó a entrevistar entre otros al expresidente sudafricano Thabo Mbeki, a la exprimera dama Winnie Mandela, al presidente congoleño, Denis Sassou Nguesso, o a Michel Roussin, jefe de gabinete del entonces primer ministro galo, Jacques Chirac.

Y con su discurso reflejan que la diplomacia paralela adquirió un rol capital orquestada por el propio Olivier, un empresario de origen argelino con negocios en Sudáfrica y una agenda de contactos de alto nivel, que tras constatar el callejón sin salida en el que se encontraba esa parte del continente decidió pasar a la acción.

"No quería destruir un régimen que de todas maneras iba a desaparecer, sino ayudarle a hacerlo para que su muerte no supusiera la de la comunidad blanca (de Sudáfrica)", señala él mismo en la cinta.

Habiendo vivido un desenlace parecido en su Argelia natal, que hizo que su familia se exiliara a Francia, y con la convicción de que el final del segregacionismo pasaba por la paz regional, se dedicó en cuerpo y alma a organizar un encuentro entre el poder sudafricano y sus vecinos.

Mandela, asumido el cargo de presidente, acabó reconociendo su labor con el título de gran oficial de la orden de la buena esperanza, y aunque más de un protagonista expresa sus dudas sobre las verdaderas intenciones de Olivier, también se admite que no pidió dinero a cambio, y que no formaba parte del aparato estatal.

"Honestamente creo que la relevancia de este filme actualmente es enorme, porque prueba que algo tan complicado y que implica a tantos intereses internacionales puede conseguirse si hay un catalizador, que puede ser un individuo, un Gobierno o un acontecimiento que genere confianza", dijo a Efe Ichikowitz.

La cinta muestra que el fracaso de su primer intento no le hizo tirar la toalla, y que su mediación en la sombra desembocó en la cumbre de Brazzaville, donde se firmaron en 1988 los acuerdos homónimos que, a modo de efecto dominó, acabaron facilitando la liberación de Mandela.

"Fue un jugador clave y la única forma de conseguirlo era a través del secretismo y la confianza. Esta persona no solo ha mediado en esta historia, sino en otras muchas, y la discreción era la única manera de tener una carrera duradera", explica Agulló sobre el porqué no ha salido a la luz antes.

Si se ha decidido a hablar es porque, según Ichikowitz, parece haber entendido "la importancia para las futuras generaciones de que la historia se cuente", y conseguido el testimonio de esa figura, el resto se acabaron uniendo, no sin dificultad, como nuevas piezas del puzzle.

Y al final, lo que el documental transmite es un mensaje de confianza en la política y en el ser humano, que para sus autores "debería inspirar a la gente a dar una oportunidad a la mediación, porque prueba que a través del diálogo se pueden resolver todos los problemas".

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