La Iglesia y el Gobierno argentino hacen la "revolución" de la paz

  • En una fecha señalada, la conmemoración de la Revolución de Mayo, fiesta patria argentina, el Gobierno de Cristina Fernández y la Iglesia católica firmaron la paz tras varias semanas de tensas relaciones y acusaciones mutuas, que culminaron con el escándalo de una supuesta falsa carta papal.

Alida Juliani Sánchez

Buenos Aires, 26 may.- En una fecha señalada, la conmemoración de la Revolución de Mayo, fiesta patria argentina, el Gobierno de Cristina Fernández y la Iglesia católica firmaron la paz tras varias semanas de tensas relaciones y acusaciones mutuas, que culminaron con el escándalo de una supuesta falsa carta papal.

Con una llamada al diálogo, ambas instituciones firmaron una nueva tregua y dieron por cerrada la última polémica sobre la responsabilidad del Ejecutivo en la creciente inseguridad que vive el país y el mantenimiento de la "paz social".

El escenario elegido fue el regreso de Fernández, después de ocho años, a la catedral de Buenos Aires para asistir al "Te Deum", el principal acto religioso de la festividad, tras la dura homilía pronunciada en 2006 por el entonces arzobispo Jorge Bergoglio, hoy el papa Francisco, que le alejó del matrimonio Kirchner.

Del actual papa fue la frase pronunciada por su sucesor en el arzobispado de Buenos Aires, Mario Poli, durante la homilía a la que asistieron las principales autoridades el país.

"O se apuesta por el diálogo, por la cultura del encuentro o todos perdemos", dijo Poli reproduciendo las palabras del Sumo Pontífice, cuya llegada al Vaticano significó la recuperación de la buena sintonía entre el Ejecutivo kirchnerista y la Iglesia.

La sombra del pontífice, a quien Fernández volvió a acercarse tras dos audiencias en el Vaticano, planeó sobre el oficio religioso repleto de llamadas al diálogo y la convivencia, con las que la jerarquía eclesiástica argentina daba también un giro a las declaraciones vertidas en las últimas semanas.

La llama que prendió la pólvora a primeros de mayo fue la publicación de un duro documento en el que la Conferencia Episcopal Argentina afirmaba que el país está "enfermo de violencia" y advertía sobre la corrupción y el avance del narcotráfico.

La severa declaración levantó ampollas en el seno del Ejecutivo y provocó una aluvión de opiniones de ida y vuelta que culminaron con un contundente discurso de la presidenta en el que aseguró que quienes hacían dichas declaraciones "sólo busca reeditar viejos enfrentamientos".

Para responder a los jerarcas de la Iglesia, Fernández se rodeó entonces de los conocidos como "curas villeros", los sacerdotes que trabajan en los barrios pobres de la periferia de Buenos Aries, y reivindicó el trabajo del religioso Carlos Mugica, asesinado a manos de la fuerza paramilitar de ultraderecha conocida como Triple A hace 40 años.

Ese día, la mandataria lanzó mensajes directos cargados de tintes religiosos y pidió a los obispos que no permitieran la división "del pueblo de Dios" y les recordó que, según el mensaje bíblico, "el problema de la violencia es siempre la inequidad".

El tono del discurso y el escenario empleado entonces por Fernández fueron muy diferentes a los del domingo, cuando la mandataria incluso se emocionó al leer la oración por la paz de San Francisco, en la que el "loco de Asís" insta a anteponer el amor al odio, el perdón a la ofensa y la unión a la discordia.

Un mensaje en la misma línea que el que el papa le había trasladado unos días antes a ella y al pueblo argentino en una carta cuya veracidad tuvo que ser confirmada por el propio pontífice, en un insólito episodio que causó perplejidad y todo tipo de rumores sobre el estado de las relaciones con la Iglesia.

Las referencias religiosas han marcado las últimas intervenciones públicas de Fernández, que durante los actos festivos de este domingo apeló al "amor por el otro" y pidió perdón si ofendió a alguien con su estilo y su tono.

Pero la "reconciliación" con la Iglesia ya se había empezado a gestar antes en privado, el pasado día 15, cuando la mandataria recibió a la jerarquía eclesiástica en su residencia oficial de Olivos, un encuentro tras el que se aseguró que "no existían diferencias" entre ambas instituciones.

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