La investidura, bloqueada: 8 horas para escenificar el divorcio Sánchez-Iglesias

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Congreso.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Congreso.
EFE
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Congreso.
La investidura, bloqueada: 8 horas para escenificar el divorcio Sánchez-Iglesias / EFE

La investidura de Pedro Sánchez ha vivido un giro de los acontecimientos radical en cuestión de siete horas y media. A las 12:08 de ayer lunes, el candidato a la Presidencia del Gobierno se subía a la tribuna del Congreso para exponer su programa político con una actitud optimista. Había sido un domingo de intensas negociaciones con Unidas Podemos en lo que presagiaba un acuerdo para desatascar el bloqueo y conformar el primer Ejecutivo de coalición de la democracia. Pero a las 19:30 todo se torció con un Pablo Iglesias totalmente descontrolado que desveló todas las conversaciones que han mantenido con el PSOE en los últimos meses. Los puentes ahora están rotos y va a ser complicado que se recompongan antes de la decisiva votación del jueves.

"Bueno, vamos a ver si cerramos el sudoku, estamos trabajando con papeles y aún queda mucho por hablar". Así se expresaba un alto cargo del PSOE minutos antes del inicio de la sesión de investidura más rocambolesca que se recuerda en el Congreso. Los socialistas se mostraban esperanzados por lograr un acuerdo con su principal rival ideológico, ese que le intentó 'sorpassar' en 2015 y 2016. EL domingo acabó con negociaciones profundas sobre "programa". "No se ha hablado de nombres", insistía José Luis Ábalos, número dos de Ferraz. Los socialistas reconocían que la decisión de Iglesias de 'sacrificarse' les había dejado algo descolocados. Otros, en cambio, interpretaban la decisión como la ejecución de un "jaque", tal y como reconocía Moncloa. 

Para no pisar ampollas en las negociaciones, Sánchez protagonizó un discurso de lo más genérico. No hubo en su primera intervención, la principal, mención alguna al posible Gobierno de coalición con Unidas Podemos ni a Cataluña. Fue una intervención buscada centrada en el programa, programa y programa con alguna novedad de cara a la galería, como la reforma del artículo 99 de la Constitución para salvar posibles bloqueos políticos en un futuro para desatascar las investiduras.

La primera sorpresa de la jornada llegó en la primera réplica de Sánchez a Pablo Casado. El líder del PP había protagonizado un discurso centrado en Cataluña pero el candidato sorprendió con la petición, una vez más, de que las filas conservadoras protagonizaran la llamada abstención patriótica "por el bien de España". Es decir, a la vez que negociaba con Unidas Podemos, Sánchez pedía a los populares que facilitaran su investidura. El candidato no se detuvo ahí y minutos más tarde volvió a hacer lo propio con Ciudadanos, solicitando esa abstención antes de una repetición electoral en noviembre embarrada por la sentencia del 'procés' y por el Brexit.

La actitud de Sánchez encendió a Iglesias. Desde el escaño se revolvía cada vez que escuchaba a su teórico "socio prioritario" pedir a los dos partidos de centro-derecha su abstención. Por eso, cuando el líder de Podemos subió a la tribuna de oradores no pudo contenerse. Arrancó fuerte y terminó más potente aún, desvelando todos los detalles de las negociaciones con el PSOE que, hasta entonces, habían acordado mantener en secreto. 

¿Qué desveló Iglesias? Lo contó prácticamente todo, poniendo énfasis en todas las negativas que han recibido del PSOE en las negociaciones: no a carteras de Estado (Defensa, Interior o Exteriores), no a alguna competencia de Hacienda, ni de Trabajo, ni de Igualdad, ni de Transición Ecológica, ni de Ciencia. "Señor Sánchez, ¿qué nos ha ofrecido ustedes?" A partir de ese momento Iglesias elevó el tono y dijo que nadie iba a "pisotear y humillar" a sus 3,7 millones de votantes. "Usted tiene alternativa: convenza a PP, Cs y Vox o convoque segundas elecciones", afirmó para más tarde lanzar un serio aviso: "Si no acepta el Gobierno de coalición temo que no será presidente nunca". Sánchez no quiso utilizar su último turno de palabra para no elevar aún más la tensión.

¿Y ahora qué? La pregunta recorre las filas del PSOE y de UP. Los puentes parecen estar rotos y el divorcio es evidente. Ayer no había prevista ninguna reunión más entre ambas formaciones. Y el tiempo apremia ya que a partir de la votación de este martes quedarán apenas 48 horas para negociar. Entre los socialistas hay división de opiniones sobre lo que puede pasar en un futuro. Algunos dicen que Iglesias "se ha vuelto loco" y no ven posibilidad de acuerdo. Otros, en cambio, son optimistas y ayer tras el debate aseguraban que "siempre hay que hablar y queda margen". La incertidumbre es total.

Al término del primer pleno de ayer fuentes del entorno directo de Sánchez afirmaban que "la mano sigue tendida" pero a su vez reconocían que el tono de Iglesias "no ayuda" a la búsqueda de un acuerdo. La propuesta del PSOE a Unidas Podemos es la misma: un Gobierno de coalición con responsabilidades diluidas o, incluso, un pacto de investidura, como lanzó el candidato desde la tribuna. Este martes, dicen, habrá algún contacto telefónico.

En Unidas Podemos, por su parte, aseguran que a Iglesias no le sentó nada bien las referencias que hizo Sánchez desde la tribuna a PP y Cs. "Parecía que quería justificar unas nuevas elecciones", argumenta un diputado cercano al líder morado. Su posición sigue siendo la misma y no prevén ceder más después de haber sacrificado la 'cabeza' de Iglesias. Lo cierto es que el Gobierno de coalición está complicado, pero no imposible.

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