La inviabilidad de una orden de detención contra los exlíderes que no viajan

  • La orden internacional de busca y captura emitida desde España contra cinco exlíderes chinos, entre ellos el expresidente Jiang Zemin, tiene escasos visos de aplicarse no sólo por la posible reforma legislativa española, sino por otra razón más simple: los exdirigentes de China rara vez viajan al extranjero.

Paloma Almoguera

Pekín, 11 feb.- La orden internacional de busca y captura emitida desde España contra cinco exlíderes chinos, entre ellos el expresidente Jiang Zemin, tiene escasos visos de aplicarse no sólo por la posible reforma legislativa española, sino por otra razón más simple: los exdirigentes de China rara vez viajan al extranjero.

Aunque no se trata de una ley oficial, existe una norma no escrita en China que prácticamente impide a los líderes retirados viajar fuera del país, algo imprescindible para que pudiera hacerse efectiva la orden de detención dictada ayer por el juez de la Audiencia Española Ismael Moreno a través de la Interpol.

Y es que, si desean salir del país, los exdirigentes chinos "tienen que contar con la aprobación del actual Consejo Permanente (el máximo órgano de poder del Gobierno)", asegura a Efe Willy Lam, profesor de política de la Universidad de Hong Kong.

"Es extremadamente raro que consigan el beneplácito" de los mandatarios, dice Lam, y asevera, sin citar ejemplos, que "hay muy pocos ejemplos de exlíderes" que viajen tras retirarse del cargo.

"No es una ley, mucha gente no conoce su existencia, pero así ha sido desde hace tiempo", agrega.

De esta forma, ante el improbable caso de que Jiang o el exprimer ministro Li Peng, sobre quien pesa también la orden de detención, quisiesen ahora salir de China, tendrían que contar con el complicado respaldo de los siete hombres fuertes que conforman el Comité, bajo el mando final del presidente, Xi Jinping.

Si la razón habitual por la que se ahorra la presencia de exdirigentes chinos fuera de territorio nacional nace de un recelo de las autoridades a que puedan crear problemas lejos del control del régimen, según convienen Lam y otros expertos, nada hace pensar que ahora se les diese luz verde para salir de la potencia asiática.

A diferencia de los expresidentes occidentales, que suelen ocupar cargos honoríficos en instituciones nacionales o internacionales y se convierten en asiduos conferenciantes en centros de prestigio, los líderes chinos se jubilan de una forma más discreta, al menos de puertas hacia afuera.

Si bien su residencia continúa siendo un secreto y sus imágenes en público se reducen drásticamente -los antiguos líderes, Hu Jintao y Wen Jiabao, apenas han vuelto a salir en los medios oficiales desde el relevo de poderes del año pasado-, algunos exdirigentes mantienen su influencia años después de dejar el cargo.

Es el caso de Jiang Zemin, quien se mantuvo al frente de la Comisión Militar hasta casi dos años después de retirarse de la presidencia del país en el 2003, una señal de su poder que contrasta con la menor influencia de su sucesor, Hu Jintao, quien cedió el testigo de este organismo a Xi nada más abandonar la jefatura del Estado el pasado año.

Entonces, la extensa sombra de Jiang también fue ampliamente comentada por expertos de política china, que le consideraron una pieza clave para elegir tras bambalinas a la nueva generación de líderes.

Todo apunta, por lo tanto, a que, pese a su desaparición de la luz pública, Jiang sigue siendo una figura importante dentro de las filas del Partido Comunista, y que la formación blindará su seguridad y la de los otros exlíderes.

Parece entonces más que difícil que se repita con Jiang o Li la escena vivida en Londres en 1998, cuando el dictador chileno Augusto Pinochet fue detenido tras una orden emitida por el entonces juez de la Audiencia Nacional española, Baltasar Garzón, lo que sentó un precedente en justicia universal.

Además, el Legislativo español debate hoy una proposición de ley del Partido Popular que plantea restringir las condiciones en las que un juez español puede investigar delitos cometidos fuera del territorio nacional, como la supuesta represión en Tíbet, de la que se acusa a Jiang y a los otros cuatro exlíderes chinos.

Estas circunstancias inducen a Lam a considerar que, aunque "esto afectará a las relaciones bilaterales entre China y España, finalmente todo quedará en una pelea dialéctica".

"La situación mejorará si la ley cambia", dice el experto, y reitera: "en cualquier caso, Jiang no va a viajar".

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