Naciones Unidas.- La ONU alertó hoy del continuo riesgo al que se enfrentan los trabajadores humanitarios que desempeñan su labor en zonas en conflicto y destacó que, en la última década, se triplicaron los ataques contra el personal humanitario, que causaron una media de cien fallecidos al año.
Esas muertes se han producido principalmente en lugares en los que la violencia se ha incrementado en los últimos años, como Afganistán, Pakistán y Somalia, según detalla el último informe de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), que fue presentado hoy en la sede neoyorquina de Naciones Unidas.
El informe pone de manifiesto el peligro que corren los trabajadores humanitarios y destaca los últimos episodios violentos que se han cebado con el personal de Naciones Unidas precisamente en Afganistán y Costa de Marfil, donde han sido objeto de ataques que han ocasionado la muerte de varias personas.
"Los trabajadores humanitarios están hoy inmersos en algunos de los ambientes más volátiles e inseguros del mundo", señala la subsecretaria general de la ONU para Asuntos Humanitarios y titular de la OCHA, Valerie Amos, en el prólogo del informe.
La responsable del organismo sobre asuntos humanitarios alabó el trabajo que realiza el personal humanitario en numerosas partes del mundo y destacó que, "incluso cuando son objeto de cada vez más ataques, encuentran maneras de continuar entregando servicios que salvan las vidas de las poblaciones que más los necesitan".
El informe, elaborado a petición de la OCHA por el Instituto Noruego de Asuntos Internacionales, muestra además cómo han aumentado drásticamente los secuestros de personal humanitario, así como los ataques con explosivos en los lugares donde operan.
También destaca los atropellos contra los trabajadores humanitarios en Sudán, Sri Lanka, la República Democrática del Congo, Irak y los territorios ocupados de Palestina.
"La acción humanitaria está bajo ataque, pero ni los gobiernos ni las distintas partes en los conflictos armados ni tampoco otros influyentes actores hacen lo suficiente para venir en su ayuda", indica el texto, que denuncia así la "impunidad" con que se sigue atacando al personal humanitario.
El informe, presentado por uno de sus autores, Jan Egeland, quien entre 2003 y 2006 fuera subsecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios, asegura precisamente que "se sigue permitiendo a quienes controlan los territorios, la financiación o simplemente las armas más cercanas que acosen, politicen, militaricen y socaven la acción humanitaria con impunidad".
"Mucho se puede hacer para romper el círculo vicioso en el que los trabajadores humanitarios son atacados o prohibidos, mientras las víctimas de guerras y desastres sufren sin asistencia", añade el texto, que pide que la comunidad internacional actúe contra los responsables de esa situación bajo el amparo de las leyes humanitarias.
El texto trata precisamente las prácticas que el personal humanitario ha utilizado en distintos ambientes y conflictos para mantener la presencia de sus operaciones y continuar sus actividades.
Destaca además el cambio de actitud de los organismos, que hasta hace poco se planteaban "cuándo irse en lugar de cómo quedarse" en las zonas en conflicto.
Además, realiza un análisis de los desafíos a los que esos trabajadores se enfrentan a diario y propone distintas recomendaciones para mejorar su situación y evitar que continúe la suma de personas fallecidas en su empeño de ayudar a los afectados por conflictos y tragedias humanitarias.
El documento señala que las organizaciones humanitarias deben ser "más profesionales, disciplinadas y con mayores principios relacionados en la manera en que actúan en las circunstancias de riesgo".
La ONU y las organizaciones humanitarias deben defender "más vigorosamente sus derechos de llevar a cabo acción humanitaria y de acceder a las zonas en conflicto", al tiempo que deben implementar "mayores medidas de seguridad".
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