Naciones Unidas, 27 sep.- El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y dirigentes de varios países reclamaron hoy a Mali avances en el proceso de paz del país, mientras que el presidente maliense, Ibrahim Bubakar Keita, defendió los progresos y confió en cerrar pronto un acuerdo.
Aprovechando la presencia de Keita en la Asamblea General de las Naciones Unidas, la organización celebró hoy una reunión de alto nivel para tratar de dar un nuevo impulso a las negociaciones que se celebran actualmente en Argel y conseguir resolver definitivamente el conflicto maliense.
"A pesar de un inicio esperanzador, el progreso ha sido lento", lamentó Ban durante la cita, en la que llamó a todas las partes a comprometerse y dar pasos "serios" hacia la paz.
El diplomático surcoreano subrayó que solo un proceso "inclusivo", que responda a las "esperanzas y preocupaciones de todas las comunidades podrá dar resultados duraderos".
En las conversaciones participan el Gobierno maliense y varios grupos rebeldes tuareg del norte del país, que en julio aceptaron un cese de las hostilidades para tratar de cerrar el conflicto desatado tras el alzamiento independentista de 2012.
Los contactos, que comenzaron en enero pasado, se aceleraron tras los enfrentamientos de mayo en la ciudad septentrional de Kidal entre el Ejército maliense y combatientes insurgentes, en los que murieron un centenar de personas.
En su discurso ante la Asamblea General, Keita defendió hoy los progresos logrados por el país en el último año y confió en poder cerrar "en un plazo breve" un acuerdo de reconciliación.
El presidente maliense aseguró que su Gobierno tendrá en cuenta la realidad del país y su "diversidad étnica y cultural", así como las aspiraciones de todas las regiones para mejorar sus condiciones económicas y sociales.
Keita agradeció además el apoyo de la comunidad internacional al país, donde la ONU tiene desplegada una misión de paz que ha perdido varios efectivos en los últimos meses en distintos ataques.
La inestabilidad reina aún en el norte de Mali después del levantamiento armado de enero de 2012, que desembocó en la caída de las tres provincias septentrionales del país a manos de rebeldes tuaregs, primero, y de grupos armados salafíes y terroristas, posteriormente.
Una intervención militar liderada por Francia expulsó a los grupos radicales de la zona y, meses después, los acuerdos de Uagadugu en 2013 marcaron el fin de los enfrentamientos y permitieron que se celebraran elecciones presidenciales y generales.
En esos acuerdos preliminares ambas partes se comprometieron a favorecer el regreso de la administración central a Bamako, así como a determinar el estatuto administrativo de la región septentrional de Azawad y las estrategias de desarrollo para la zona.
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