La primera ministra australiana mantiene el liderazgo del Partido Laborista

Sídney (Australia), 27 feb.- La primera ministra australiana, Julia Gillard, se impuso hoy al exministro de Exteriores Kevin Rudd en la votación interna celebrada por el gobernante Partido Laborista para resolver la lucha por el liderazgo.

Gillard fue reelegida por 71 votos, frente a 31 de Rudd, en la votación del comité ejecutivo del partido celebrada en el Parlamento de Camberra, a la que solo faltó una legisladora por encontrarse por baja materna

El resultado lo anunció el legislador laborista Chris Hayes a la prensa australiana.

Gillard, quien sustituyó en ambos cargos a Rudd en junio de 2010 tras una revuelta en el seno de la formación gobernante, convocó a los 103 miembros de la ejecutiva a votar, en un intento de zanjar la crisis agudizada por la reciente renuncia de su rival al puesto de ministro de Exteriores.

Se espera que la primera ministra continúe en el cargo hasta el fin de su mandato y que Rudd regrese a sus funciones de legislador sin cargo en el Ejecutivo.

Paradójicamente, la última encuesta de la consultora Newspoll publicada hoy por el diario The Australian muestra que la popularidad de Rudd es de 53 por ciento frente al 28 por ciento de la primera ministra.

Gillard ha perdido gran parte de la popularidad que disfrutaba en junio de 2010, cuando ganó el liderazgo del laborismo, y al comienzo de su mandato, debido a iniciativas polémicas, como la de tasar las emisiones de gases contaminantes de las grandes empresas o el propuesto impuesto al superávit de las mineras.

Rudd renunció al cargo de ministro de Exteriores desde Washington, y en medio de una gira internacional, por la perdida de la confianza de Gillard y las críticas recibidas por parte de un sector del partido.

El mandato de tres años de Gillard, que gobierna en minoría con el apoyo del Partido Verde y de varios diputados independientes, concluye en 2013.

En la encuesta de Newspoll, el Partido Laborista tiene el 47 por ciento de las preferencias electorales en base a dos partidos, frente al 53 por ciento de la simpatía con la que cuenta la oposición conservadora.