La principal competidora del Renfe italiano denuncia un boicot del Gobierno de Berlusconi

  • El régimen de monopolio en el que está instalado el servicio ferroviario italiano dejó en bancarrota a su mayor competidor privado Arenaways. La compañía vio fracasado su intento de crear un servicio de viajes de lujo entre Turín y Milán culpando a una 'obstruccionista' ley estatal.

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Alessandro Speciale, Turín (Italia) | GlobalPost

A las 7.10 de la mañana de lunes a viernes un reluciente tren nuevo solía salir de Turín, la segunda ciudad más grande del norte de Italia y sede de la automovilística Fiat, con destino a Milán, el corazón financiero del país.

El tren parecía más bien un servicio de lujo, con pantallas de plasma en las paredes de los vagones e incluso en los aseos. Los asientos eran amplios y tenían cómodos cojines. Había incluso una pequeña tienda, en donde los viajeros podían comprar alimentos. El billete costaba 10 euros.

Pero la mayor parte del tiempo el tren, gestionado por la empresa privada Arenaways, estaba tristemente vacío. Y la compañía, el principal servicio de trenes privado del país, acabó declarándose en quiebra a finales de julio.

La historia de Arenaways sirve de ejemplo para entender por qué resulta tan difícil echar un negocio a andar en Italia, un país acosado por la deuda pública y en medio de serios recortes para evitar convertirse en otro miembro de la eurozona necesitado de rescate.

En competencia con el viejo monopolio estatal de Ferrovie dello Stato (Ferrocarriles del Estado), la compañía apostaba por ofrecer un servicio de calidad entre Turín y Milán que fue lanzado en noviembre de 2010.

En una de las zonas más ricas y densamente pobladas de Italia, unas 32.000 personas cubren a diario los 161 kilómetros que separan las dos ciudades utilizando los trenes de Trenitalia, la compañía de cercanías perteneciente a Ferrovie dello Stato. Y a tenor de lo que se dice en páginas web y periódicos locales, muchos no están contentos con dicho servicio.

Los trenes de Trenitalia están sucios, suelen retrasarse e ir muy llenos, dicen los usuarios, hasta el punto de que muchos de tienen que ir de pie durante los 90 minutos que dura el trayecto.

Viajar en uno de los nuevos trenes privados, declaró un usuario al diario La Stampa, de Turín, era "un sueño", aunque muchas personas se quejaban del alto precio de los billetes en Arenaways, inicialmente casi el doble que en Trenitalia.

Pero muy pocas personas optaron por viajar en los trenes de la compañía privada incluso cuando recortó los precios casi por la mitad.

Giuseppe Arena, el dueño y fundador de Arenaways, calculaba a principios de año que cada mañana tomaban su tren una media de 50 a 60 pasajeros, pese a tener capacidad para 400. A mediodía, tan sólo una docena de personas se subían al tren en cada trayecto.

Arena le echa la culpa de sus trenes vacío a los "poteri forti" o intereses creados. Según el empresario, llevan años tratando de bloquear y boicotear sus proyectos.

Fundamentalmente culpa de la situación a Ferrovie dello Stato. Cuando en la década de 1990 Italia se vio forzada a liberalizar el mercado del transporte ferroviario, la compañía estatal se privatizó, si bien el gobierno se quedó con el cien por cien de las acciones.

Ferrovie dello Stato posee Trenitalia (que opera trenes y es competidor de Arenaways) yRfi, dueña y gestora de la red ferroviaria. RFI decide sobre rutas y horarios.

Pero Arena dice que tuvo en cuenta este sistema antes de crear su empresa. "Siempre es difícil romper antiguos monopolios", admite.

Lo que realmente destrozó a Arenaways, sostiene el empresario, fue una decisión que adoptó el Ministerio de Transportes italiano el año pasado, justo antes de que empezase a operar su compañía.

Gracias a una oscura normativa introducida por el gobierno en una ley sobre otro tema, los trenes de Arenaways no pueden parar en ningún lugar entre Turín y Milán, lo que les impide llegar al ingente mercado de gente que vive en los suburbios de las ciudades.

La norma dice que cualquier competidor privado que acceda al mercado no puede dañar la rentabilidad del que ya establecido, porque puede dañar su capacidad para ofrecer servicios públicos. Pero esto, según un análisis del caso realizado por Andrea Boitani y Francesco Ramella, significa "proteger los intereses de una compañía por delante de los de los pasajeros".

Arenaways apeló sin éxito la decisión.

Pero no es sólo el antiguo monopolio ferroviario el que teme la competencia privada, asegura Arena. También echa la culpa a los consumidores.

Las asociaciones de consumidores denunciaron el "obstruccionismo" de Trenitalia hacia el competidor privado, y se lamentaron regularmente de su mal servicio.

Pero en un país en donde las vías de ferrocarril están frecuentemente bloqueadas por trabajadores en huelga o manifestantes, Arena se queja de que nadie tomó ningún tipo de acción de ese estilo a favor de su negocio.

"Parece que en Italia sólo somos buenos para quejarnos, pero cuando alguien intenta ser realmente emprendedor y hacer algo al respecto, le dejan solo", se lamenta. "En esto soy un auténtico revolucionario".

El presidente de Trenitalia, Franco Moretti, responde a sus críticas insistiendo en que su compañía  "simplemente sigue las reglas". (Trenitalia también se beneficia de subsidios gubernamentales).

Su compañía estaba perdiendo "un montón de dinero" en la ruta Turín - Milán, explica Arena, que al final tuvo que tirar la toalla y cerrar el servicio por presión de sus socios inversores.

 

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