La ruleta rusa de las armas incautadas: subastadas, destruidas o al museo

  • Subastadas, destruidas o expuestas tras las vitrinas de un museo. Estas son las alternativas que les esperan a las armas que son incautadas por la Guardia Civil, en un país en que los delincuentes se inclinan antes por el cuchillo y la escopeta de caza que por las pistolas y armas de guerra.

Rafael Martínez

Madrid, 10 feb.- Subastadas, destruidas o expuestas tras las vitrinas de un museo. Estas son las alternativas que les esperan a las armas que son incautadas por la Guardia Civil, en un país en que los delincuentes se inclinan antes por el cuchillo y la escopeta de caza que por las pistolas y armas de guerra.

Fuentes de la Guardia Civil han informado a Efe de las posibilidades que se presentan ante la intervención de un arma, la cual, como sucede en la ruleta rusa, se enfrenta a un dilema que puede prolongar su vida, al ser subastada, o bien desaparecer por completo, al ser destruida.

Tan solo unas pocas privilegiadas podrán acceder a la llamada tercera vía, que no es otra que el Museo de la Guardia Civil, que antes de su destrucción, apreciará si algún arma debe ser salvada de la "quema" por razones históricas o artísticas.

Lejos del clásico bandido de película, que no se entiende sin su metralleta o pistola, la realidad ofrece un retrato mucho menos sofisticado de la figura del delincuente en España.

Ajeno e inmune a las nuevas tecnologías en la industria armamentística, el criminal está poco acostumbrado a portar armas de fuego, en este caso revólveres y pistolas, con un valor de 3.000 euros en el mercado negro y que son las menos habituales en las incautaciones efectuadas por el Instituto Armado, aunque aún por encima de las armas de guerra, unas completas desconocidas en el mapa delictivo español.

Ángel Rivera, jefe de la Intervención de Armas y Explosivos (IAE) de la Comandancia de Madrid, afirma que estás últimas armas, que aparecen a cuentagotas, "provienen de países del Este y están en manos de la delincuencia organizada, que las utiliza muy, muy escasamente".

"Es más habitual el arrebato pasional de nuestra España profunda echando mano de lo que tenemos: la escopeta de caza", explica Rivera, que añade que las armas de fuego incautadas proceden de importaciones ilegales, robos y también se encuentran aquellas que fueron inutilizadas pero que han sido recuperadas y rehabilitadas por expertos en el mercado negro.

Una vez decomisadas y tras un estricto proceso judicial, un juez dicta sentencia sobre el futuro de las mismas: su devolución a su dueño, la subasta si se tratan de armas legales o la destrucción, que es lo más habitual.

En este orden, aquellas que no vuelven a su hogar pasan a una subasta, donde el dinero recaudado irá bien al caso que se juzgó para pagar las costas, o bien, si no se dice otra cosa, al Tesoro.

Policías, guardias civiles y militares y algunas personas que tienen concedida la licencia de arma corta, como armeros y joyeros, constituyen el reservado de personas a las cuales se les permite adquirir armas cortas, cuyo precio oscila entre los 30 y 600 euros.

Solo una condición es impuesta a fin de no alimentar el morbo: no se conoce el origen de las armas. Nadie sabe si se empleó en un asesinato, si sirvió para causar el pánico en un secuestro o bien si se encontraba oculta detrás de un ladrillo.

No obstante, las armas de fuego son minoritarias en las subastas que organiza cada comandancia de la Guardia Civil y en las que son mayoría las armas de caza, seguidas de las armas de coleccionistas y las deportivas, incautadas porque el particular pierde la licencia.

La mayor subasta de la historia de la Guardia Civil se produjo el pasado año en Madrid cuando se adjudicaron 1.000 de las 4.000 armas expuestas, de las cuales solo el 1 por ciento eran de fuego.

Aquellas armas que no son "adoptadas" por un nuevo dueño sufren las consecuencias que motivan su propia creación: la destrucción, en una ceremonia que la Guardia Civil ha bautizado como una "chatarra".

Las armas desaparecen por fundición, en un proceso del que participan también otros artefactos peligrosos como armas detonadoras, cuchillos, navajas, espadas, armas prohibidas y bates de béisbol, entre otros, que son las preferidas por los atracadores.

Con todo, el jefe de la IAE de Madrid asegura que el sistema de control que tiene España, con casi cuatro millones de armas registradas, es "muy positivo porque evita el descontrol de armas que existe, por ejemplo, en Estados Unidos".

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